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‘Encuestionitis’ aguda en Quintana Roo

‘Encuestionitis’ aguda en Quintana Roo.
‘Encuestionitis’ aguda en Quintana Roo.

Los tiempos electorales son la Navidad de las casas encuestadoras. La atención está muy focalizada a la política y a procesos democráticos. Todos estamos atentos a cualquier información nueva sobre los candidatos, sobre los partidos, sobre los estados o regiones que están “en disputa”. Digamos que hay una hipersensibilidad para estos temas. Sentimos que debemos estar enterados de lo mínimo que está ocurriendo. Los más clavados, nos inundamos de más. Depende de cada quién qué noticias consume, de dónde, de quién. En definitiva, aquí se ven los gustos de cada quién y nuestros niveles de intensidad política. Es sabido: las filias y fobias políticas y discusiones más acaloradas han separado amistades y familias, también han reunido y creado otras.

Para esto, es fundamental que no nos dejemos guiar por cualquier información que tenemos frente a nosotros. En principio, pensemos en las encuestas que se están haciendo notar –y mucho más desde la semana pasada. Seamos inteligentes y observemos lo que nos están diciendo y cuál es su forma de hacer las encuestas. En principio, para las elecciones que vienen, para un estado de un millón 857 mil 985 personas (Quintana Roo), tendríamos que ser más críticos con la cantidad de personas entrevistadas.

Para una muestra de mil personas, vía telefónica, por ejemplo, habría que cuestionar si es una encuesta realmente representativa de los quintanarroenses. Si nuestras encuestas fueron hechas únicamente por teléfono, la muestra podría estar sesgada dependiendo de quiénes son las personas que tienen celular, quiénes responden llamadas provenientes de un número desconocido, y cuáles son las empresas telefónicas de donde la encuestadora sacó los números a los que está llamando. Solo estos tres factores podrían dirigir la encuesta hacia uno u otro lado: es fácil que las encuestas, dependiendo de cómo están hechas, dirijan sus resultados hacia uno u otro lado.

Otro factor que hay que considerar es qué es lo que nos dicen las encuestas. Para momentos muy específicos, lo que hacen es tomar una fotografía (medio borrosa, hay que decirlo), de cómo están las opiniones de las personas encuestadas. Como hemos visto en elecciones pasadas en México, Estados Unidos y muchas otras partes del mundo, las encuestas estuvieron brutalmente equivocadas. ¿Por qué? Porque hay un factor crucial: las personas que responden las encuestas no siempre son las que salen a votar el día de la elección.

Seamos un electorado inteligente que cuestiona los datos que se nos presentan. Observemos las propuestas que las candidatas tienen que ofrecernos; analicemos sus trayectorias y, con base en eso, tomemos decisiones responsables en las próximas elecciones el 5 de junio.

Esta contienda electoral no está decidida, señores. La decidimos nosotros.

‘Encuestionitis’ aguda en Quintana Roo

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