Carlos y Jacinto son dos niños chiapanecos, de apenas 4 y 6 años de edad, quienes a su corta edad se deben ganar la vida vendiendo en las calles; para ellos no hay oportunidad de quedarse en su casa o bien estudiar a distancia. Si no trabajan, simplemente su familia no come.
Carlos, el más chico, apenas y habla fluidamente español; Jacinto sí, aunque es receloso de las personas.
Tratan de mantenerse a unos metros de su hermana y su mamá, una indígena chiapaneca, quien es parca con sus respuestas. Se niega a proporcionar su nombre y dice que trata de hacer lo mejor por su familia.
Y es que como explica, no tienen otra opción más que estar prácticamente todo el día en la calle desde que amanece hasta entrada la noche para poder ganar unos pesos; “las ventas –asegura- ya no son buenas».
Los menores se encargan de vender r las pulseritas y llaveros que elabora su mamá, mientras que ella junto con su hija más grande, quien no tendrá más de 10 años, trata a toda costa de que le compren las camisas bordadas a mano que elabora.
Para estos niños indígenas no hay clases a distancia ni mucho menos permanecer en sus casas para disminuir el riesgo de contagio de Covid-19, ni qué decir de vacaciones.
Eso sí, todos traen cubrebocas, con diseños de sus personajes favoritos; el de Carlos es el del Capitán América y, el de Jacinto, de la película Cars.
Como todas las familias procedentes de Chiapas que vienen a Chetumal para vender sus productos, pasan horas en la calle sin importar que haya un extenuante sol o bien en ocasiones lluvia; comen ahí mismo, sentados en una de las bancas de la avenida de Los Héroes, en lo que se convierten día con día y se afanan en vender para sacar para la comida y pagar la renta de un cuarto, que es todo su mundo fuera de las calles en donde se ganan la vida.
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Esta entrada fue modificada por última vez en jueves, 1 de abril, 2021
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