A sus 34 años de edad, Novak Djokovic participó en los esperados Juegos Olímpicos de Tokyo. El número uno en la cancha del tenis se presentó por cuarta vez a los JJOO para demostrar su talento y con el objetivo de conseguir el Golden Slam.
Tras ganar el Open de Australia, el Roland Garros y el Wimbledon, buscó conseguir el oro en Tokyo y el US Open, y todo en el mismo año, no obstante, no lo consiguió. Únicamente la tenista alemana Steffi Graf consiguió la victoria en el Golden Slam en 1988.
Desde que los tenistas Rafa Nadal y Roger Federer se dieron de baja, los rumores por ver quién sería el siguiente número uno apuntaba a Djokovic.
Para muchos uno de los mejores del mundo, para otros el mejor y para otros todavía está lejos del juego de Federer o Nadal. Sin embargo, las casas de apuestas tienen la misma opinión cada vez que Djokovic pisa la pista.
Durante los Juegos Olímpicos se llegó a sentir presionado a no fallar y llegar a la final, aunque aceptó el reto y estuvo comprometido a tener que lidiar con esa presión. Durante ese tiempo aprendió a convivir con ella y a gestionarla para poder salir adelante. Novak asegura que ha aprendido a superar las caídas, las frustraciones y los momentos de dolor.
Uno de los lemas de todo deportista es que saber perder es mucho más importante que saber ganar. Puesto que la victoria es deseada por todos y te lleva a alcanzar la gloria, en cambio una derrota puede hundirte y cuesta mucho más salir adelante.
Es por esto que el tenista serbio habla de endurecimiento. Asegura que ser el número uno del tenis genera mucha presión y por eso es necesaria una fase de endurecimiento y de recargar pilas, como cuando Naomi Osaka decidió no participar en el Roland Garros.
Estos deportistas de élite que son el centro de atención tanto de sus seguidores como de los medios de comunicación se encuentran expuestos en todo momento. Así pues, conviven con la exigencia, el estrés y la presión de ganar y seguir demostrando que son los mejores.
Así pues, Djokovic con el paso de los años ha aprendido a gestionar su presión y la usa con el fin de retroalimentar su competitividad. Sabe que no puede aislarse y estar al margen de las noticias mediáticas y las redes sociales, pero comenta que ha aprendido a gestionar sus emociones y usa las críticas como algo positivo y que le ayuden a crecer, nunca a caer.
