Fauja Singh considerado por muchos como el maratonista más longevo del planeta falleció trágicamente a los 114 años tras ser atropellado en una carretera del estado de Punjab en el noroeste de la India.
El lamentable incidente, calificado por las autoridades como un homicidio vehicular, ocurrió cerca de la ciudad de Beas, y el conductor implicado, de quien se desconoce la identidad y el paradero huyó del lugar sin prestar ayuda.
“El accidente ocurrió en la carretera principal cerca de la ciudad de Beas. Estamos revisando las cámaras de seguridad”, informó el oficial Preet Singh, citado por EFE. A pesar de ser trasladado con urgencia al Hospital Srimann en el distrito de Jalandhar, el veterano atleta no resistió las heridas en la cabeza y las costillas, confirmaron las autoridades a CNN.
El trágico final de Singh ha conmocionado tanto a la comunidad deportiva como a la opinión pública internacional. El primer ministro indio, Narendra Modi, expresó sus condolencias, calificando al atleta como “una figura extraordinaria”, y agregó: “un atleta excepcional con una determinación increíble” que inspiró “a la juventud de la India”.
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Nacido en 1911, Singh vivió una existencia marcada por la resiliencia. Tras emigrar al Reino Unido, encontró en el atletismo una vía para sanar la profunda tristeza provocada por la pérdida de su esposa y su hijo. Según relató el diario El País, el deporte no solo le dio una nueva razón para vivir, sino que también lo convirtió en símbolo de perseverancia.
Aunque su carrera atlética comenzó de forma tardía, su impacto fue extraordinario. En sus noventa años, Singh ya era una figura reconocida por correr maratones vistiendo siempre su característico turbante, lo que le valió el sobrenombre de “Tornado con Turbante”. Su proeza más conocida fue completar el Maratón de Toronto en 2011, a los 100 años de edad, con un tiempo oficial de ocho horas, 11 minutos y seis segundos.
Pese a haber completado nueve maratones oficiales de 42 kilómetros, nunca fue incluido en el Libro Guinness de los Récords debido a la falta de un certificado de nacimiento, algo común en las zonas rurales de la India a principios del siglo XX. No obstante, el mundo deportivo lo celebró como una leyenda viviente.
En 2012, su figura trascendió el ámbito atlético cuando fue seleccionado para portar la antorcha olímpica durante los Juegos de Londres. También protagonizó campañas publicitarias para la marca Adidas, reforzando su imagen como un símbolo de energía inagotable. Ese mismo año, recibió una carta de la Reina Isabel II felicitándolo por haber alcanzado el siglo de vida.
Singh se retiró oficialmente de las competencias a los 101 años y regresó a su lugar de origen para llevar una vida más tranquila. Sin embargo, su rutina incluía largas caminatas, hasta el día en que un vehículo le arrebató la vida mientras caminaba por la carretera. La policía india aseguró que trabaja con tecnología de rastreo para dar con el responsable.
A lo largo de su trayectoria, Singh no solo fue reconocido por su capacidad atlética, sino también por su espíritu generoso y su humildad. “Cada rupia que ganaba corriendo maratones iba a la caridad”, afirmó su biógrafo Khushwant Singh en una entrevista con El País.
En una conversación con su biógrafo, Singh confesó su temor a la muerte con una honestidad desarmante: “Sí, por supuesto que le temo. ¡Si la diversión acaba de empezar para mí!”.
Para él, correr era mucho más que una disciplina física. Era un acto de fe, un refugio emocional. En sus propias palabras, recogidas por CNN cuando tenía 102 años: “Correr me mostró bondad y me devolvió la vida, me hizo olvidar todos mis traumas y penas”.
Con Información de Agencias
