Ya todo se encontraba listo en la Ciudad de México para celebrar la victoria mexicana ante Arabia Saudita, que mediante un milagro matemático le permitiera a México «colarse» al mundial, pero el gol postrero de los «hijos del desierto» devolvió a la afición azteca a su realidad y la fiesta en el emblemático Ángel de la Independencia tuvo que ser abortada.
En varios lugares de la capital, se instalaron pantallas gigantes para que la población pudiera disfrutar del partido que definiría si México avanzaba o no a la siguiente etapa en la copa del mundo, el lugar mas concurrido fue esta vez el monumento a la Revolución.
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Allí el gobierno capitalino organizó un «Fan fest», con una pantalla monumental donde miles de capitalinos acudieron esperanzados a presenciar un «milagro histórico», sin embargo, al final del encuentro las esperanzas se disolvieron y todo quedó de nuevo en un ya merito.
Cerca de allí, apenas a unas cuantas cuadras del Monumento a la Revolución, en el emblemático Ángel de la Independencia, varios espontáneos ya se congregaban para ser los primeros en celebrar, junto con varios periodistas que se instalaban para cubrir el evento.
Esto ocurrió cuando en los botines de Henry Martin, México devolvió la esperanza a la fanaticada con su primer gol en este torneo mundial, ilusión que fue fortalecida cuando a los pocos minutos Luis Chávez ejecutó un poema de gol en un tiro libre que superó la barrera y se incrustó en el ángulo al minuto 52.
Desde ese momento, los congregados en el Monumento a la Revolución se sintieron seguros de que México alcanzaría a anotar su tercer y hasta un cuarto tanto, pero aunque hubo la anotación, este fue anulado debido a un fuera de lugar.
En esos momentos todo pareció venirse abajo para los espectadores capitalinos (y para millones a través de sus televisores), llegaron las caras desencajadas, los puños crispados, las maldiciones y finalmente las lágrimas de muchos cuando Arabia Saudita aprovechó la única oportunidad que tuvo y metió su gol.
Gol que cortó de tajo ya cualquier esperanza para quienes calculadora en mano, hacían ya sus cuentas en busca de la probabilidad que ya no llegó, y Arabia, aunque finalmente tampoco calificó a octavos de final, se dio el lujo no solo de haberle ganado a Argentina, sino de «echar» a México el Mundial.
En el Ángel, sede de todo festejo nacional por excelencia, la fiesta nunca llegó, y los reporteros congregados para cubrir el festejo, tuvieron que abandonar taciturnos el lugar donde los pocos fanáticos que había llegado, se retiraron tristes y avergonzados.
Los mariachis callaron…y la fiesta en el Ángel nunca llegó