Inglaterra. – La teoría conspirativa sobre la muerte de la princesa Diana ante el fatídico accidente de coche que tuvo lugar en París, la madrugada del 31 de agosto de 1997, tomaron fuerza en el año 2004.
Esa investigación que se le conoce como Operación Paget fue recordada por John Stevens, el jefe de policía que estuvo al frente de la pesquisa, durante una entrevista con el ‘Daily Mail’.
Ahí, refresca las tres hipótesis sobre las razones que desmontaban la teoría de que la princesa había sido asesinada.
De hecho, la investigación se puso en marcha cuando el forense de la familia real, Michael Burgess, solicitó al comisario llevar a cabo una investigación sobre acusaciones de encubrimiento y conspiración.
En ese entonces, casi el 70% de los británicos tenían la certeza de que a la princesa la habían matado.
Entre ellos, el empresario Mohamed Al-Fayed, padre de Dodi, que falleció junto a la princesa.
Al-Fayed, estaba seguro de que la Corona británica estaba detrás de todo.
Incluso, hubo algunos medios que también apuntaban a que una mano (posiblemente la de Carlos) pudiera estar detrás de este incidente.
Esto, luego que Stevens recordaba esta semana una carta que Diana escribía un año antes de su muerte y que entregó a su mayordomo. En ella, la princesa escribía:
«Esta particular etapa de mi vida está siendo la más peligrosa, mi esposo está planeando un accidente en mi coche… Un fallo en los frenos y una grave lesión en la cabeza para así tener el camino libre y casarse con Tiggy», escribe de su puño, refiriéndose a la niñera de Guillermo y Harry, pues la princesa estaba convencida de que era el interés amoroso de su marido.
Sin embargo, el informe final de la operación Paget desmontaba en 832 páginas cualquier duda sobre una posible conspiración para acabar con la vida de la princesa y que se basaba en tres premisas fundamentales:
La princesa estaba embarazada, la pareja se había comprometido o el conductor estaba intoxicado.
Aunque en todas ellas, el resultado era negativo. Ninguna de ellas era cierta.
El tema del embarazo, fue uno de los principales argumentos de Al Fayed; el que su hijo y Diana iban a traer un bebé al mundo y que la Corona británica no podría soportarlo.
Ante esas sospechas, Stevens y su equipo recuperaron muestras de sangre del coche en que fallecieron.
Con relación a esa especulación, una prueba de ADN identificó una muestra de sangre de Diana de la alfombra dentro del Mercedes y una empresa forense privada llevó a cabo una prueba adicional supervisada por el profesor David Cowan, jefe de ciencia forense y monitoreo de drogas en King’s College, Londres.
«No se encontraron signos de la hormona del embarazo HCG. La probabilidad de la muestra de sangre es que no estuviera embarazada”, declaraba Stevens al ‘Daily Mail’.
Un punto más que sustentaba la teoría de la conspiración es que Diana y Dodi planeaban casarse.
Esto basado, que argumento de Al Fayed, ya que la Corona no podía permitir que un miembro de la realeza se uniera en matrimonio con un musulmán, y mucho menos que este se convirtiera en padrastro del futuro rey de Inglaterra.
De modo, que la única manera de acabar con esto era, claro, el asesinato.
Asimismo, el empresario afirmó que que la pareja ya había visto un anillo en la tienda Repossi en Mónaco y el joyero llegó a ser entrevistado por la comisión Paget.
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También numerosos amigos de Diana e incluso sus hijos lo negaron.
No obstante, la noche de su muerte, Dodi visitó la tienda Repossi en Place Vendôme y de allí salió con un anillo de compromiso de la gama ‘Dis-moi Oui’ (‘Dime que sí’ en francés) que, después del accidente, se encontró en su apartamento.
Bajo ese contexto, Stevens cree que alguien pudo aleccionar a los paparazzi para que lograran aquella primera imagen de Diana con el anillo.
Incluso, se dijo que la foto podría haber costado hasta un millón de euros y de ahí el acoso al que sometieron a la pareja.
«Creemos que Dodi probablemente le iba a pedir a Diana que se casara con él y ella habría dicho no», explicaba Stevens al ‘Daily Mail’.
De igual forma Al Fayed, pesaba que Henri Paul, el conductor del coche estrellado, había sido parte de un complot de asesinato del servicio secreto.
De hecho, pensaba que las muestras de sangre tomadas de su cuerpo después de la muerte eran, en realidad, de otra persona para encubrir la verdad.
Pero, lo cierto es que los niveles de monóxido de carbono en las muestras de sangre de Paul eran extraordinariamente altos, como si hubiera bebido tanto que estaba ebrio.
Incluso se suponía que la muestra de sangre se había extraído de su corazón, donde la sangre es más pura, con lo cual la teoría tomaba fuerza.
“La lectura de monóxido de carbono de esa muestra fue del 20,7 por ciento, lo cual fue muy difícil de explicar. En esos niveles habría estado tambaleándose, apenas consciente”.
La lectura real era de alrededor del 12 por ciento, pero fue el resultado de errores cometidos en el laboratorio forense francés.
Tan es así, que las muestras de sangre en particular no se tomaron del corazón de Paul sino de su cavidad torácica, un lugar que habría sido vulnerable a la contaminación durante o inmediatamente después del accidente”.
De tal forma, que los resultados habrían quedado alterados y la investigación concluyó que lo más probable es que hubiera tomado un par de copas de vino después de un largo día de trabajo.
Sin considerar que poco después sería requerido de forma inesperada, para sacar a la pareja del hotel Ritz en lo que sería el último viaje para los tres.
Con información de: Vanitatis.elconfidencial.com
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