Mi amiga Ana Lilia me invitó un café la semana pasada. Acababa de tener una temporada bastante intensa y pesada y al parecer ahora se encontraba en otra etapa muy diferente de su vida. La vi radiante, tranquila, feliz, como hacía mucho tiempo que no la veía.
Me platicó que por casualidad –aquí entre nos, yo no creo en las casualidades- se encontró a una persona y se pusieron a platicar; en esa conversación salió a relucir que conocía a una persona que hacía feng shui. No sé si por curiosidad o por otra razón aceptó que esta señora fuera y la invitó a su casa.
Cuando al fin fue a verla, no habían ni cruzado el portal de la entrada principal, cuando le dijo: “Te acabas de separar, ¿verdad?, necesitas poner este sillón acá, este espejo aquí”…
Y continuó: “Tienes problemas con tu socio que te acaba de estafar y perdiste mucho dinero, ¿cierto? Cambia el piso de la cocina. Hay un desnivel muy sutil, pero necesitamos que se nivele”.
Así recorrieron toda su casa y prácticamente le dijo que tenía que cambiar hasta las cortinas. Mi amiga tenía un gato, el cual había rescatado de la calle y era su adoración. Me contó que la señora le dijo que ese gato la cuidaba y evitaba que más malas vibras entraran a su casa.
Yo no sé si todo esto es verdad pero creo que desde hace mucho tiempo el feng shui dejó de ser una moda y se ha convertido ya en una ciencia.
En fin, mi amiga Ana Lilia me habló que más o menos se tardó poco más de un año en cambiar muebles, pisos, arreglar paredes y pequeños desperfectos que de poco en poco hacían que la casa tuviera ciertas energías.
Cabe mencionar que la casa no era suya y la había estado rentando por más de 10 años, donde vivió con su última pareja hasta que se separaron y ella se quedó ahí.
Cuando al fin estuvo bella y perfecta la casa, el casero se la pidió. Claro, sin saber todo lo que le había hecho. Fue una coincidencia que simplemente sucedió… ¿En realidad fue una coincidencia? Mi amiga me dijo que el casero había tenido que pedírsela porque su mamá acababa de enviudar y necesitaba mudarse más cerca de su hijo.
Se lo contó a la señora del feng shui entre lágrimas y nostalgia, después de todo lo que había invertido en ella y ésta le dijo: “Claro, tenías que cambiar la energía para que las oportunidades llegaran plenamente; así tenía que suceder. Deja esa casa y empieza de nuevo”.
Mi amiga atónita después de haber invertido tanto dinero y tiempo en cambiar la energía, ahora se tenía que mover; sin embargo, cuando la señora le dijo eso, aprendió a sentir el desapego material como una oportunidad para alinear su energía y recibir lo que merecía y tanto había esperado.
Cuando la vi en el café, había transcurrido ya tres meses de esa lección y me dijo que económicamente y emocionalmente estaba mucho mejor que antes. ¡Vaya! No estaba arreglando SU casa, sino su entorno; no estaba arreglando algo material sino espiritual y energético y al mismo tiempo, se estaba preparando para el desapego de algo en lo que estuvo invirtiendo no solo dinero, sino tiempo, amor, fe y anhelos.
Si estás interesado en estos temas, en próximas colaboraciones te contaré de las predicciones para el 2020 que una experta en feng shui –quizá una de las más preparadas en Cancún- nos compartirá a través de sus conocimientos.
Es una disciplina china basada en la comprensión de las leyes de la naturaleza. Consiste en armonizar la decoración en el hogar, la disposición de los muebles, orientación de un comedor o un dormitorio, o la elección de los materiales y los colores.
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