La Reina Isabel y el ritual que practicó para liberarse de la Princesa Diana. Tras la muerte de Diana, la monarca vivió los diez días más duros de su reinado debido a las críticas.
El 31 de agosto de 1997, el Reino Unido y el mundo entero amaneció con una noticia que paralizó al planeta: la princesa Diana había muerto en la madrugada en un sospechoso accidente automovilístico en París, Francia, a los 36 años.
Diana de Gales había firmado un año antes -el 28 de agosto de 1996- los papeles de divorcio con el príncipe Carlos. Desde entonces, la «guerra de los Windsor» era seguida con precisión por los medios de comunicación británicos.
Adulterio, violencia psicológica y hasta confesos intentos de suicidio por parte de la madre del futuro rey de Inglaterra eran los temas que envolvían la historia familiar de Diana y Carlos.
Esa semana, la Reina Isabel vivió los diez días más duros desde su reinado: la sociedad se dividió, muchos culparon a la Corona por la muerte de Diana y hasta se llegó a especular con la posibilidad de una renuncia voluntaria.
La reina estaba preocupada y se sentía atormentada por las malas energías. Los empleados de sus distintos Palacios también lo sufrían, en especial los que trabajaban en el castillo de Sandringham. Atenta a las quejas que recibía, la reina Isabel celebró un rito espiritista para entender qué es lo que estaba pasando y «liberar» al fantasma que la atormentaba.
El ritual se mantuvo en secreto hasta ahora. Este año se publicarán los diarios de Kenneth Rose, biógrafo de la familia real durante décadas. El escritor murió en el 2014 y sus herederos decidieron recopilar todos sus diarios y publicar una serie de libros que saldrá a la venta en pocas semanas en el Reino Unido.
«Prue Penn una de las damas de compañía de la reina me contó que durante el verano, Isabel la invitó a Sandringham para participar de un pequeño y secreto servicio religioso en una de las habitaciones del Castillo. La única persona que estuvo ahí, además del párroco, fue la propia Reina Madre«.
«El párroco caminó por todas las habitaciones del castillo y en efecto, sintió una suerte de energía de falta de paz en una de ellas», escribió el biógrafo en su diario.
Fue ese el lugar en el que, acompañada por su madre y una de sus mejores amigas, la reina accedió a realizar el servicio religioso. Se trataba de la habitación que fue acondicionada para su padre, para que pasara los últimos días de vida y el lugar en el que murió, después de luchar contra un cáncer de pulmón.
En un principio, la reina pensó que podría tratarse del espíritu de su padre. Sin embargo, el religioso le sugirió que, en realidad, la energía correspondía a alguien que había muerto de modo violento, como Diana.
«El párroco procedió a realizar el servicio en la habitación. No fue un exorcismo, porque no se trataba de un espíritu maligno. Lo hicieron para traer tranquilidad. Las tres mujeres que participaron tomaron la comunión y rezaron, además, por el descanso del alma del Rey, que había muerto en esa habitación», agregó Rose.
Fuente: Quién
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