Mauricio Mancera en entrevista con Yordi Rosado contó que tras su nacimiento tuvo varios problemas de salud, uno de ellos es que usó algunos aparatos para arreglar un problema en sus rodillas, además también tenía mala coagulación por lo que en ocasiones sangraba varias veces al día.
Sin embargo, cuando era niño vivió un momento complicado tras un accidente en el que casi pierde la vista.
“A lo ocho años tuve un accidente en donde perdí la visión. Tengo muy presente pararme un día en la noche y escuchar a mis papás llorando en la cocina. Más que de la sangre y de las mangueras…. Ese momento de verlos llorar porque yo la estaba pasando mal fue muy fuerte”, dijo en la entrevista.
El conductor de ‘Sale el Sol’ comentó que todo ocurrió cuando se encontraba en una clase de tennis.
“Yo estaba en mi segunda clase de tennis, iba con un entrenador privado. Y ese día no llegó mi maestro, pero por ser socio del club tienes derecho a las clases comunitarias, entonces me metí y ese día todo estuvo para que me pasara eso: no llegó mi maestro, una niña que estaba en esa clase no encontró su raqueta tamaño infantil y llevó la de su papá, el entrenador le dijo que ponte a abanicar la raqueta para que te acostumbres al peso y en una de esas se le voló la raqueta y me pegó en el ojo”.
Pocos días después del golpe presentó problemas de salud, por lo que lo llevaron al doctor, quien les dijo que su caso era grave. El famoso señaló que debido a los fuerte dolores que tenía quería que le quitaran el ojo.
“Llegó un momento que yo decía: ‘sáquenme el ojo’ porque por el dolor y cualquier cosa que me pasara iba al ojo (…), siempre tengo dilatada una pupila porque no tengo cristalino, me parece”.
Mauricio Mancera también comentó que dejó de hacer algunas actividades muy simples como agacharse por un posible desprendimiento de retina, pero tras un año regresó a clases teniendo los cuidados necesarios.
Meses después, en un momento logró ver un poco de color, ya que en aquel momento solamente veía tdo negro. Afortunadamente logró recuperar la vista.
“Al año fue la directora a mi casa, no me acuerdo para qué, y llevaba un suéter verde y digo: ‘vi una mancha verde’, luego ya no veo nada. Fui con el oculista, me tenían que tomar la presión cada semana. Mi mamá le dijo: ‘vio colores y luego ya no’ y él le dijo: ‘pudo haber sido la sangre que se movió y luego le tapó. Hagan ejercicios’ y al año seis meses recuperé la visión”.