Robbie Robertson, el legendario guitarrista de The Band, nos ha dejado a los 80 años. Así lo ha confirmado su representante a la revista Variety, sin dar más detalles sobre las circunstancias de su fallecimiento. Robertson fue el alma y el cerebro de The Band, una de las formaciones más influyentes de la historia del rock, que fusionó el folk, el country, el blues y el soul con una maestría incomparable. Sus canciones, como «The Weight», «The Night They Drove Ol’ Dixie Down» o «Up On Cripple Creek», son auténticas joyas que han trascendido el tiempo y las modas.
Robertson nació en Toronto, Canadá, en 1943, y desde muy joven sintió la llamada de la música. Su madre era de ascendencia nativa americana, y eso le marcó profundamente en su forma de entender el mundo y de expresarse artísticamente. Con solo 16 años se unió a la banda del cantante de rockabilly Ronnie Hawkins, donde conoció a los que serían sus futuros compañeros de The Band: Rick Danko, Garth Hudson y Richard Manuel. Juntos formaron un grupo compacto y versátil, capaz de tocar cualquier estilo con solvencia y personalidad.
Su talento no pasó desapercibido para Bob Dylan, que les reclutó como su banda de acompañamiento en su polémica transición del folk acústico al rock eléctrico. Con Dylan recorrieron el mundo y grabaron el mítico álbum «Blonde on Blonde», además de las famosas «cintas del sótano», una serie de grabaciones caseras que se convertirían en un referente para generaciones posteriores. Tras separarse de Dylan, el grupo adoptó el nombre de The Band y comenzó su propia carrera, que les llevaría a grabar discos esenciales como «Music from Big Pink» o «The Band».
Las letras de Robertson reflejaban su fascinación por la historia y la cultura estadounidenses, especialmente por el sur del país. Sus personajes eran a menudo marginados, perdedores o rebeldes, que luchaban por sobrevivir en un mundo hostil. Su música era una mezcla de tradición y modernidad, de raíces y experimentación, de sencillez y sofisticación. Su influencia se puede rastrear en artistas tan diversos como Eric Clapton, Neil Young, Bruce Springsteen o Wilco.
Robertson fue el único miembro de The Band que no cantaba, pero su guitarra era capaz de transmitir emociones con cada nota. Su estilo era elegante y expresivo, sin necesidad de alardes técnicos o virtuosismo. Su sonido era inconfundible, y se adaptaba perfectamente a cada canción. Fue también un gran productor musical, que trabajó con artistas como Van Morrison, Neil Diamond o Joni Mitchell.
En 1976, The Band decidió poner fin a su trayectoria con un concierto histórico en San Francisco, que contó con la participación de invitados ilustres como Dylan, Clapton, Morrison o Muddy Waters. El evento fue filmado por Martin Scorsese y se convirtió en el documental «The Last Waltz», considerado por muchos como la mejor película sobre música rock jamás realizada.
Tras la disolución de The Band, Robertson siguió haciendo música en solitario, explorando sus raíces nativas americanas y colaborando con otros artistas. También se dedicó al cine, componiendo bandas sonoras para películas de Scorsese como «Raging Bull», «The King of Comedy» o «The Departed». En los últimos años publicó varios libros autobiográficos y documentales sobre su vida y su obra.
Robertson fue un músico excepcional, un compositor genial y un artista comprometido con su visión. Su legado es enorme e imborrable. Su música nos acompañará siempre. Descanse en paz.
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