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Te has preguntado: ¿tengo credibilidad?

Por Alma Conde

Radar Peninsular

Ya en anteriores ediciones he hablado sobre hacernos responsables de nuestros actos, cualquiera que estos sean: buenas o malas decisiones, siempre nos llevan a un resultado –o consecuencias- como les decimos a nuestros hijos cuando hacen algo que no es precisamente lo más correcto.

Lo anterior, viene ligado al tema de la CREDIBILIDAD. ¿Quiénes somos ante los ojos de los demás? ¿Qué queremos transmitirles a los demás? ¿Es coherente lo que hacemos con lo que decimos?

La responsabilidad de nuestros actos y la credibilidad van tomados de la mano como dos enamorados. Uno sin el otro no puede existir, simple y sencillamente.

Ya sea si somos vendedores, padres de familia, periodistas o directores de una compañía, la credibilidad es imperativa para tener éxito en eso que nos dedicamos o hacemos. Sin ella, perdemos clientes, prospectos, seguidores, empleados y hasta el respeto de nuestros propios hijos.

¿Cómo podemos pues, obtener esa credibilidad que nos hará mejores padres, mejores empleados o mejores líderes?

  1. Genera Conexión. La gente recuerda muy poco lo que dices, pero recordará lo que SIENTE cuando habla contigo o te escucha, pues no escucha lo que dices, sino ven… lo que transmites. La gente solo recuerda un siete por ciento de lo que dices, pero recuerda un 38 por ciento la manera en que lo dices y hasta un 55 por ciento de tu expresión corporal.
  2. Siempre da buen ejemplo a los que te rodean. A tus aliados, socios, esposos, etcétera. Eso hará que los demás te vean como una persona humilde que reconoce el trabajo o esfuerzo de los demás y que no te importa que te vean como el más sabio, sino como el que crea alianzas para empoderar un proyecto o una situación. Un ejemplo claro: nunca hables mal de tu pareja cuando estés llamando la atención a tus hijos –aunque sea él o ella quien haya causado que el niño se resbaló en la alberca, porque “le quitó las sandalias para que estuviera más cómodo”.
  3. Cuida tu imagen. No importa la posición en la que te encuentres, siempre debes cuidar la imagen que quieres que los demás recuerden de ti. Si es impecable, querrán ser como tú. Si estás desaliñado, simplemente no te tomarán como un modelo a seguir. Por ejemplo, recuerdo que una vez fui a una clase muestra de aerobics: la maestra era una señora regordeta con un tinte rubio cenizo de dos meses… por supuesto, no regresé.
  4. Rompe el hielo. Cuando hay un ambiente relajado, las ideas y mensajes se escuchan diferente y se presta mayor atención. En cambio, cuando hay un ambiente hostil se produce un bloqueo entre el emisor y el receptor. Y, finalmente, quizá una de las más importantes pero uno de los más difíciles de llevar a cabo:
  5. Sé un ejemplo. Siempre ten en mente ¿Me gusta ser quién soy? ¿Me gusta la imagen que veo reflejada en el espejo? ¿La admiro y la respeto? Estas preguntas hay que hacerlas con la mayor humildad pero a la vez con la mayor honestidad posible. Si dudamos, habrá que cambiar de inmediato.

La credibilidad cada vez es más escasa en nuestros gobernantes, en los medios de comunicación, en nuestra propia familia… Aquí entre nos, ¿tienes credibilidad? Empecemos por hacer una introspección.

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