Unos “alquimistas” de origen chino, lograron inventar partículas con propiedades muy similares al oro; mismo que se creó iniciando con una pieza de cobre y utilizando gas de argón para la transmutación de la materia.
Todo esto se logró gracias a las investigaciones, ya que los científicos aseguran que es posible cambiar las propiedades químicas de un elemento, tan sólo regulando su estructura electrónica.
Como resultado del proceso, se obtuvo una delgada capa de arena dorada, que era tan diminuta, que su diámetro se comparaba con la milésima parte de una bacteria.
Momento después los investigadores colocaron el material en una cámara de reacción para utilizarlo como catalizador y convertir el carbón en alcohol, siendo este un complejo proceso químico que solo los metales preciosos como el oro o la plata, pueden soportar de manera eficiente; y en este caso, funcionó exitosamente.
De esto modo, las nuevas nanopartículas no pueden pasar por oro real, ya que tienen la misma densidad que el cobre, pero los científicos ya han encontrado un uso práctico, pues de esta manera se podrían reemplazar los metales preciosos utilizados en la industria electrónica para reducir los costos de fabricación.
Eso sí, la capacidad de resistencia de este elemento frente a las altas temperaturas, la oxidación y la erosión, lo transforma en «un guerrero con armadura dorada, capaz de resistir cualquier asalto del enemigo», o al menos así lo consideró uno de los investigadores.
El oro es un metal blando y de color amarillo, cuyo símbolo químico es Au, del latín aurum. Una de las cualidades más importantes del oro, es que no se oxida y por eso se considera un metal noble; ya que su apariencia no varía con el paso del tiempo ni con exposición al medio ambiente.
Otra propiedad que diferencia al oro de otros metales es su color dorado. Desde siempre, todos tenemos la imagen de que los grandes tesoros, como joyas y monedas, son color oro relucientes a pesar de su antigüedad.
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