Nueve de las diez crisis humanitarias que menos atención mediática reciben se encuentran en África, según el último informe publicado por la organización no gubernamental CARE, en el que repasa las situaciones en que la población “sufre en silencio” los estragos de guerras o desastres naturales sin el foco de los medios de comunicación.
“Vemos un creciente vínculo entre los efectos del cambio climático provocado por el hombre y la longevidad y complejidad de las crisis humanitarias”, explica la jefa de Operaciones de Emergencia de CARE, Sally Austin.
“Desde Madagascar pasando por el Lago Chad hasta Corea del Norte, la mayoría de las crisis incluidas en el informe son consecuencia del declive de recursos naturales, el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y el calentamiento global en general”, destaca.
Según Austin, aunque es alentadora la creciente atención que genera la crisis climática mundial, es fundamental garantizar que el debate “no se limite al norte y las tan necesarias transformaciones allí. Es sorprendente lo poco que los medios informan sobre el sufrimiento humano relacionado con el calentamiento global en el sur, la falta de acción política para abordar esta injusticia y las soluciones aplicadas para aliviar la carga para las comunidades”, lamenta.
La lista de las crisis humanitarias de las que menos se informa la abre este año Madagascar. En la mayoría de los casos, según CARE, también se da la circunstancia de que la respuesta humanitaria recibe pocos fondos.
A finales de 2019 había en Madagascar más de 2.6 millones de personas afectadas por el impacto de la sequía y más de 916 mil necesitaban asistencia alimentaria inmediata. El país tiene la cuarta tasa más elevada a nivel mundial de desnutrición crónica, con uno de cada dos niños menores de 5 años que presenta bajo crecimiento. Además, tres cuartas partes de la población vive con menos de 1.9 dólares al día.
En la República Centroafricana, el conflicto en que está sumida desde finales de 2013 ha empujado a uno de cada cuatro habitantes a huir de sus hogares. Más de 600 mil personas están desplazadas dentro del país y casi 594 mil han buscado refugio en los países vecinos. Además, 1.8 millones de habitantes se enfrentan a grave inseguridad alimentaria, lo que representa al 41 por ciento de la población.
En Zambia, los efectos del cambio climático son innegables, según CARE. Unas 2.3 millones de personas necesitan ayuda alimentaria urgente como resultado de las recurrentes y prolongadas sequías. La inseguridad alimentaria relacionada con los fenómenos meteorológicos extremos, las plagas o epidemias y las temperaturas en la región han aumentado casi al doble de la media mundial.
Con una prolongada inseguridad política, altos niveles de pobreza y grave preocupación en materia de Derechos Humanos, la situación humanitaria en Burundi sigue siendo frágil. Los desastres naturales, los movimientos de población, las epidemias de malaria y el riesgo de que el ébola llegue al país se suman a una situación ya de por sí precaria. Unas 1.7 millones de personas, algo más del 15 por ciento de la población, tienen problemas para alimentar a sus familias.
En Eritrea, una grave sequía en 2019 tras un año más seco de lo normal en 2018 ha complicado la situación en el país, donde la falta de cosechas provoca inseguridad alimentaria y desnutrición entre buena parte de la población. Las comunidades nómadas son especialmente vulnerables a los desastres naturales como la sequía y las inundaciones durante la estación de lluvias. El prolongado servicio militar obligatorio y los trabajos forzados, sumados a las escasas oportunidades económicas, siguen empujando a muchos jóvenes eritreos a emigrar.
En Corea del Norte, la ONU estima que 10.9 millones de personas necesitan asistencia humanitaria para cubrir sus necesidades alimentarias, de salud, agua, saneamiento e higiene. Alrededor del 43 por ciento de la población está desnutrida ya que la producción agrícola del país no satisface sus necesidades debido a la falta de equipos modernos, a lo que se suman olas de calor, sequías e inundaciones. A esto se suma que el 40 por ciento de la población no tiene acceso a agua potable y muchos carecen de instalaciones de saneamiento seguro.
En Kenia, 1.1 millones de personas viven sin acceso regular a alimentos y más de 500 mil niños menores de cinco años necesitan tratamiento por desnutrición. Las continuas condiciones de sequía han llevado al deterioro de la productividad tanto del ganado como de las cosechas, carestía y disminución del agua. La producción agrícola se ha reducido a la mitad; además, cuando no llueve demasiado poco, llueve en exceso.
Burkina Faso lleva años sumido en la inestabilidad política por los desafíos de seguridad, un vacío de poder, la débil gobernanza y la presencia de grupos armados. Además, el país es extremadamente pobre y padece graves niveles de desigualdad económica y déficits agrícolas, principalmente debido a la inseguridad.
El deterioro de la seguridad por el incremento de los ataques terroristas ha dejado a 5.2 millones de personas –más de un cuarto de la población– afectadas por la crisis y provocado el desplazamiento de más de 500 mil personas.
Etiopía se enfrentó a múltiples retos en 2019: sequía en el este y sureste del país, inundaciones localizadas, así como las necesidades significativas humanitarias y de recuperación de los desplazados internos, refugiados, retornados y comunidades de acogida. Como resultado, 7.9 millones de personas presentan desnutrición.
La crisis en la cuenca del lago Chad tiene muchas caras: 10 años de conflicto y violencia, pobreza, hambre, desplazamiento y la disminución del nivel de agua del lago han provocado que casi 10 millones de personas necesiten asistencia humanitaria. Además, en Camerún, Chad y Nigeria 3.4 millones de personas se enfrentan a inseguridad alimentaria.
Con información de agencia Notimex
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