Reducir la epidemia de la adicción al fentanilo en Estados Unidos a través de una estrategia enfocada en la interdicción del tráfico de drogas desde México ignora que el negocio está controlado por agrupaciones criminales estadunidenses dentro de su propio país, y la distribución se realiza por grupos criminales locales en diversas ciudades, concluyen expertos y hasta las investigaciones del gobierno federal en Washington.
La actual narrativa pública nutrida por varios medios, autoridades federales, legisladores y otros políticos es que México es casi exclusivamente culpable de las más de 70 mil muertes por sobredosis de fentanilo, pero los cárteles mexicanos son sólo una parte de un comercio ilícito de fentanilo que es controlado, en gran parte, por estadunidenses encargados de las redes de distribución en ciudades y regiones, y quienes se quedan con la gran mayoría de las ganancias.
Nadie duda que reducir la oferta de fentanilo que cruza la frontera desde México a Estados Unidos podría tener algún impacto en los severos problemas que provoca esa sustancia, pero expertos concluyen que eso no sería suficiente para enfrentar la crisis.
“Mis investigaciones me llevan a entender que esto (del fentanilo) es aún un sistema en transición”, explica Peter Reuter, profesor distinguido de la Facultad de Criminología de la Universidad de Maryland, en entrevista con La Jornada.
Reuter, reconocida autoridad que ha escrito extensamente sobre los mercados ilícitos de droga, advirtió que aún hay mucho que es desconocido sobre el comercio ilícito del fentanilo.
“Lo que sí sé es que por algunos años, la heroína importada desde México se distribuía en Estados Unidos por organizaciones con lazos cercanos a las agrupaciones de narcotráfico mexicanas. El cártel de Sinaloa ganaba dinero de la venta al mayoreo dentro de Estados Unidos y a veces hasta acercándose al mercado de menudeo en algunas ciudades”, comentó en la entrevista. “Con el fentanilo, creo que hay más distancia, eso es, ellos (los cárteles mexicanos) venden al mercado estadunidense desde el otro lado de la frontera y después ya no están involucrados”.
Este análisis parece haber sido confirmado por el propio procurador general de Estados Unidos, Merrick Garland, este mes cuando anunció las acusaciones formales contra 28 narcotraficantes (incluyendo a Los Chapitos), casi todos vinculados al cártel de Sinaloa. “Los traficantes de ese grupo criminal trasladan el fentanilo desde México a Estados Unidos donde es vendido al mayoreo a otras organizaciones” dentro de este país, declaró.
La Comisión de Sentencia, agencia federal independiente, reportó en 2022 que 86.2 por ciento de los arrestados por ventas ilegales de fentanilo eran ciudadanos estadounidenses.
En sus investigaciones, Reuter ha descubierto que el tráfico de fentanilo en Estados Unidos varía mucho por ciudad. En algunas urbes son pandillas criminales locales que antes vendían heroína las que ahora se dedican al comercio del fentanilo, mientras en otras son traficantes nuevos. Más aún, indicando que hay diferentes organizaciones criminales en este mercado estadunidense, el fentanilo ha sustituido a la heroína en el este del país, pero mucho menos en el oeste.
La Comisión para Combatir el Tráfico de Opioides Sintéticos, entidad oficial federal presidida por el senador republicano ultraconservador Tom Cotton y el diputado demócrata David Trone, junto con representantes del Congreso, la DEA, el Pentágono, la comunidad de inteligencia y muchas otras agencias federales, concluyó en un informe en 2022 que gran parte de las ganancias por la venta de fentanilo en Estados Unidos no regresa a los cárteles en México, sino que se queda en manos de las organizaciones criminales locales estadunidenses. “El ingreso total de la exportación de fentanilo a Estados Unidos probablemente es de entre 700 millones y mil millones de dólares”, calculan los autores del informe de la comisión. Para poner eso en contexto, el mercado de todas las drogas ilícitas en Estados Unidos –incluyendo fentanilo, heroína, cocaína y otras– se calcula en más de 100 mil millones de dólares anuales.
Por otro lado, es muy difícil monitorear el tráfico de fentanilo. La comisión calculó que sólo se requieren de tres a cinco toneladas métricas de fentanilo puro para satisfacer el consumo de opioides ilícitos en Estados Unidos –es un monto que cabe en un contenedor de carga. Tal como señala Reuter, Estados Unidos importa más de un millón de toneladas métricas de aguacate de México cada año, y por lo tanto, la comisión “reconoció la imposibilidad de reducir la disponibilidad de opioides sintéticos ilegales a través de esfuerzos que se enfocan sólo en la oferta”.
Reuter y su colega, el profesor Jonathan Caulkins de la Universidad Carnegie-Mellon, escribieron un artículo en la revista científica Scientific American este mes donde concluyen: “tenemos que reconsiderar las metas de cumplimiento de ley en la edad del fentanilo”. Evalúan que la estrategia actual sólo deja al “cumplimento de ley para el fracaso”. Agregan que “mientras hay llamados para intensificar condenas máximas por el suministro de fentanilo y el control de la frontera, es difícil imaginar que estas medidas logren reducir la oferta en el largo plazo”.
En lugar de ello, argumentan a favor de medidas para reducir la corrupción generada por el tráfico de drogas, perseguir a los vendedores en Internet, quienes suelen alcanzar a usuarios con poca experiencia, y suprimir “los dealers y los mercados al aire libre” que son responsables directos de esta crisis de fentanilo.
Los dos expertos subrayan que “revisualizar el cumplimiento de la ley antinarcóticos en la edad del fentanilo debería de ser una discusión colectiva realizada con mentes abiertas y pocas precondiciones”.
Con información Jim Cason y David Brooks para el diario La Jornada
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Esta entrada fue modificada por última vez en viernes, 5 de mayo, 2023
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