Cuidar y reparar los bosques es una de las tareas más apremiantes para reducir la temperatura del planeta, por eso el primer gran anuncio de la Cumbre Climática de Glasgow (COP26) fue precisamente el acuerdo de 100 países para la reforestación mundial.
El plan, impulsado por el Reino Unido y Estados Unidos (EU), de la mano de las Naciones Unidas, tiene como principal objetivo revertir la deforestación para el año 2030. Entre los países que se han sumado al pacto, además de los impulsores, destacan China, la Unión Europea (UE), Brasil, Rusia, Colombia, Congo e Indonesia.
Los 100 países que rubricaron el acuerdo de reforestación representan alrededor del 85 por ciento de los bosques en el mundo, según explicó el gobierno británico, que busca empezar a dar noticias concretas y buenas cuanto antes, al ser el país anfitrión de la COP26 y en la que ha desplegado toda su maquinaria diplomática, comercial y política.
De momento se trata de una declaración, que ya firmaron Joe Biden, Boris Johnson, Xi Jinping, Jair Bolsonaro, Vladimir Putin e Iván Duque, con la mirada puesta en proteger vastas áreas forestales, que van desde la taiga del este de Siberia hasta la cuenca del Congo, hogar de la segunda selva tropical más grande del mundo. Precisamente por eso es tan importante la presencia y el apoyo del gobierno del Congo.
Ahora empezará lo difícil, pues después de la firma los gobiernos se deberán poner de acuerdo para sumar cerca de 20 mil millones de dólares para para ayudar a los países en desarrollo a reducir la deforestación, restaurar tierras degradadas y hacer frente a los incendios forestales. Más de 30 inversores del sector privado proporcionarán al menos otros siete mil millones de dólares y los gobiernos de los países más ricos, 12 mil, pero los plazos también son amplios: entre el 2022 y el 2025.
El premier británico Johnson explicó que “con las promesas sin precedentes de hoy, tendremos la oportunidad de poner fin a la larga historia de la humanidad como conquistadora de la naturaleza y, en cambio, convertirnos en su custodio”.
Los científicos han explicado que los bosques son ecosistemas fundamentales para absorber, neutralizar y fijar dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero de la atmósfera. Sin embargo, el valor de la madera como producto básico y la creciente demanda de tierras agrícolas y de pastoreo están dando lugar a una tala generalizada y, a menudo, ilegal de bosques, especialmente en los países más pobres.
La organización Global Forest Watch señala además que los bosques proporcionan alimentos y medios de vida, ayudan a limpiar el aire y el agua, benefician la salud humana, son un hábitat esencial para la vida silvestre, regulan las lluvias y ofrecen protección contra inundaciones.
El optimismo se acaba cuando los movimientos ecologistas advierten del inminente fracaso del plan si no se dotan de fondos lo antes posible. “No podemos esperar hasta el 2025”, advierte Jo Blackman, jefe de política forestal y defensa en Global Witness, que dio una rueda de prensa en Glasgow.
Y añadió que “si bien la Declaración de Glasgow tiene una impresionante variedad de signatarios de países ricos en bosques, grandes mercados de consumidores y centros financieros, corre el riesgo de ser una reiteración de compromisos fallidos anteriores si carece de fuerza. La pregunta es si anuncios que acaparan los titulares sobre la deforestación terminarán siendo más de las mismas promesas vacías o si serán seguidas con la acción reguladora real que se necesita con tanta urgencia”.
A Joe Biden le puede el cansancio. Ha sido una agenda completa para el presidente de los Estados Unidos desde que llegara a la Conferencia del G20 en Roma, capital italiana, y después a la Conferencia del Clima COP26 en Glasgow, tal vez por ello destaca un vídeo recogido durante una de las ponencias de la conferencia, que muestra al mandatario norteamericano cerrando los ojos durante unos treinta segundos, aparentemente obligado a mantenerlos abiertos, mientras escuchaba un mensaje grabado en vídeo de un activista por los derechos de las personas con discapacidad que se reprodujo en la conferencia.
Este hecho le ha servido a Biden para recibir numerosas críticas, pues muchos usuarios de las redes sociales han asociado esta pequeña siesta con el poco interés que le despiertan, dicen, los asuntos climáticos al presidente de Estados Unidos. “Parece que se está tomando muy en serio el problema del cambio climático” o “su interés resumido en un minuto” han sido algunas de las frases respecto al momento.
La cabezada es de apenas medio minuto y en todo momento Biden mantiene la postura mientras la ponencia avanza. Antes de este simpático momento el presidente de Estados Unidos pidió que esta semana, durante la que se celebra la cumbre, “sea decisiva para que se cumplan los objetivos” para hacer frente al cambio climático. Además, ha lamentado la ausencia de China y de Rusia en un evento tan relevante.
El primero de los líderes en intervenir ante el plenario fue el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que anunció el compromiso de España de aumentar un 50 % su aportación al Fondo Verde del Clima hasta llegar a los 1.350 millones de euros anuales a partir de 2025. Este fondo se nutre de aportaciones a los países en desarrollo por parte de los más industrializados para ayudarles a adoptar medidas que favorezcan la lucha contra el cambio climático, y el compromiso de la comunidad internacional es destinar anualmente a ese objetivo unos 86 mil millones de euros.
“Nuestra adicción a los combustibles fósiles está empujando a la humanidad hacia el borde del abismo. Nos enfrentamos a un dilema: o lo detenemos o vamos a extinguirnos. Es tiempo de decir basta de destruir nuestra biodiversidad, basta de matarnos a nosotros mismos con el carbón, basta de tratar a la naturaleza como un excusado”, afirmó, tajante, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el portugués António Guterres, antes del inicio de la sesión plenaria de los principales líderes del planeta.
Atentamente escuchaban los representantes de 197 países, que a partir de ahora inician negociaciones de hasta dos semanas para fijar nuevos compromisos que eviten que el mundo se precipite “al abismo”, pues –se insistió una y otra vez– la diferencia entre reducir la temperatura 1.5 grados centígrados y 2 grados a finales de siglo es que con la primera tendremos una oportunidad como especie y con la segunda “tendremos una sentencia de muerte segura”.
El segundo día de actividades en Glasgow, la capital de Escocia, donde se celebra la Cumbre Climática (COP26), comenzó en medio del caos y el nerviosismo. A la entrada del recinto se registró una aglomeración que provocó el malestar y la preocupación, máxime en tiempos de pandemia.
Miles de personas a la intemperie esperaron durante más de una hora para poder entrar, mientras sobrevolaban los helicópteros que llevaban hasta el lugar a los altos mandatarios. O pasaban los vehículos de alta cilindrada por la entrada de autoridades.
Entre los activistas se reprochó precisamente eso: cómo es posible que a una cumbre sobre el clima la mayoría de los mandatarios lleguen en aviones privados y para moverse por la ciudad utilicen comitivas de vehículos muy numerosas y contaminantes.
La primera sesión de los líderes mundiales inició con media hora de retraso porque el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegó media hora tarde a su primera Cumbre Climática como mandatario, que supone el regreso de Estados Unidos a este consenso multilateral, después del periodo de gobierno de Donald Trump, que retiró a su país del Acuerdo de París.
En su discurso, Biden pidió “perdón” por este abandono y se comprometió a redoblar los esfuerzos materiales y humanos de su país para luchar contra el calentamiento global. Aunque durante el inicio de la sesión se le vio dormitando, hasta el punto de que un miembro de su equipo de seguridad lo tuvo que despertar cuando vio la escena.
En cualquier caso, Biden afirmó que “este es el reto de nuestra vida colectiva. La amenaza existencial a la existencia humana tal y como la conocemos. Y cada día que nos retrasamos aumenta el costo de la inacción”.
La sesión inició con la interpretación de una joven con su gaita de una canción tradicional de la cultura celta. Después se emitió un breve documental para insistir en que la “Tierra es el único lugar que tenemos para vivir”, para que finalmente tomara la palabra Boris Johnson, el primer ministro de Reino Unido y anfitrión del encuentro, que inició su discurso con una imagen que sorprendió a la audiencia: les pidió que recordaran o se imaginaran a James Bond atado a una bomba de tiempo tratando desesperadamente de desactivarla. “Estamos en una situación similar y esto no es ficción”, afirmó.
“Falta un minuto para medianoche y tenemos que actuar ahora. Si no nos tomamos en serio el cambio climático hoy, será demasiado tarde para que nuestros hijos lo hagan mañana. Nos juzgarán con amargura y tendrán razón”, añadió el premier británico.
Después tomó la palabra el secretario general de la ONU, Guterres, quien señaló a los combustibles fósiles como los principales responsables de las emisiones de efecto invernadero y el alimento de la economía mundial desde esa revolución industrial.
Y “esto tiene que cambiar”, por eso pidió a las 197 delegaciones y a los 120 mandatarios presentes que revisen sus planes y políticas climáticas, que sean más “ambiciosos” para poder asegurarnos de que la temperatura del mundo no subirá más allá de los 1.5 grados a finales de siglo.
También –recordó Guterres– es necesario que se termine de desarrollar el Acuerdo de París. En concreto, que se termine de acordar la aplicación del artículo 6, el que hace referencia a los mercados de carbono como una herramienta para luchar contra el calentamiento y que no se sigan utilizando como mercadeo.
El presidente de China, Xi Jinping, con mucho el mayor país emisor de gases de efecto invernadero, dijo en un comunicado escrito que los países desarrollados no sólo deberían hacer más, sino también apoyar a las naciones en desarrollo para que lo hagan mejor, refirió Reuters.
Después tomó la palabra Brianna Fruean, una campesina de Samoa, quien explicó las consecuencias devastadoras que hay en las islas pequeñas: “Todos ustedes tienen hoy el poder de ser mejores, de encerrarse en los cuartos de negociación para salvarnos, tienen las herramientas para hacerlo. Si están aquí hoy ya saben lo que está haciendo el clima en nuestros pueblos. Tienen la oportunidad de hacer lo correcto”.
Desde el Amazonas brasileño, de Rondonia, viajó a Glasgow la joven activista Txai Suruí, quien recordó a los mandatarios que “la Tierra ha hablado y nos está diciendo que el tiempo se agota”. Recordó cuando su padre le dijo que había que escuchar a las estrellas, a las montañas, a las flores.
“Y si las escuchamos y las observamos, podemos ver que la tierra está muriendo y que no tenemos más tiempo. Que necesitamos un cambio global y lo necesitamos ahora. Y que mientras muchos de ustedes han cerrado los ojos a esa realidad, muchos compañeros nuestros han muerto defendiendo a la tierra, a nuestros pueblos”.
Ella misma se sorprendió cuando unas horas más tarde tomó la palabra el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien fue sumamente fustigado por su política “criminal” con el medio ambiente, cuando éste afirmó mediante un video ante la plenaria que “en la lucha contra cambio climático, Brasil siempre ha sido parte de la solución y no del problema, porque hemos actuado con responsabilidad y adoptando soluciones urgentes”.
Unas palabras que sorprendieron a más de un científico y activista, sobre todo porque el mandatario brasileño es señalado como uno de los más letales para el medio ambiente y la conservación del Amazonas.
El naturalista y documentalista David Attenborough, que se ha dedicado a lo largo de su vida a explorar la vida de los océanos y la naturaleza, insistió en que estamos ante una oportunidad para “crear un mundo más igualitario y más estable”. Por eso advirtió a los gobernantes: “los estaremos observando y tomaremos nota de lo hagan o dejen de hacer”.
La joven campesina de Kenia Elizabeth Wathuti cimbró el salón de plenarias con su mensaje directo y sentido: “me he preguntado una y otra vez qué les podría mover, que podía decir para hacerlos reaccionar. Pero mi historia sólo la entenderán y la sentirán si abren su corazón. Nuestras casas están destruidas, nuestros animales están muriendo, nuestros niños están sufriendo. Pero esto sólo lo podrían entender si abren su corazón. Espero que lo hagan”, afirmó, antes de pedir un minuto de silencio por “los millones de personas” que “no han podido contar su historia”.
En su último discurso como canciller alemana en este tipo de encuentros, Angela Merkel afirmó que “se trata de cambiar nuestra economía, trabajar, y eso es una transformación integral, y entonces sabremos la mejor manera de organizar la movilidad libre de CO2, la industria libre de CO2 y los procesos libres de CO2 de nuestra vida”, agregó.
Durante su intervención, el presidente de Bolivia, Luis Arce, denunció un “nuevo proceso de recolonización mundial”, al sostener que “los países desarrollados tratan de aprovechar la crisis climática global para imponer un nuevo colonialismo del carbono ligado al capitalismo verde”.
Lamentó la falta de compromiso real de las principales potencias para atajar la crisis y que esto tendrá consecuencias incalculables en “el futuro de nuestros pueblos”, y criticó duramente lo que describió como falta de compromiso verdadero del mundo desarrollado para enfrentar la crisis, advirtiendo que las medidas tomadas hasta ahora están muy lejos de lo comprometido hace seis años en el Acuerdo de París.
En su turno, el mandatario francés, Emmanuel Macron, dijo que es tiempo de pasar de las promesas a la acción, al tiempo que el primer ministro de India, Narendra Modi, anunció que su país anticipa dejar de emitir gases dañinos a la atmósfera para 2070, dos décadas después de Estados Unidos y una década después de China.
Con información de agencias AFP y AP
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