China comenzó hoy a vislumbrar una vía de salida, aunque bastante incierta aún, a la pesadilla que vive a causa de la epidemia del coronavirus, que mantiene al país prácticamente paralizado y a la inmensa mayoría de la población encerrada en sus casas desde hace ya casi tres semanas.
El crecimiento de los nuevos casos de la neumonía causada por el virus – bautizada por la OMS como COVID-19 para evitar designarla con el nombre de una ciudad concreta o un país – lleva siete días reduciéndose desde que el 4 de febrero alcanzó un pico de 3 mil 887 personas.
Y los últimos datos publicados hoy por la Comisión Nacional de Sanidad, que recogen las 24 horas transcurridas hasta la medianoche del martes, cifran los nuevos contagiados en 2 mil 015, un descenso del 48,2 por ciento respecto al martes de la semana anterior.
Se trata de la mayor caída en el número de nuevos contagiados desde el 30 de enero.
Con todo, la epidemia ha provocado ya 1 mil 113 muertes entre los 44 mil 653 casos diagnosticados en todo el país, pese a que 4 mil 742 enfermos han sido ya dados de alta.
La tasa de recuperación de la neumonía se sitúa pues en el 10,6 por ciento, cuando el 27 de enero todavía estaba en el 1,3 por ciento, otro dato que podría inducir al optimismo.
El prestigioso epidemiólogo chino Zhong Nanshan, jefe del equipo nacional de expertos al frente de la lucha contra el virus, afirmó a algunos medios que el pico de la infección – cuando se alcance el máximo de casos y estos comiencen a declinar – podría alcanzarse a finales de febrero en el sur de China.
Sin embargo, el mismo neumólogo – muy respetado en el país por su protagonismo en la lucha contra el síndrome respiratorio agudo y grave (SARS) en 2003 – había pronosticado ya anteriormente el punto de inflexión de la epidemia para principios de este mes.
Zhong, de 83 años, se mostró precavido: «nadie puede predecir con exactitud» el pico de la enfermedad, ya que todavía hay demasiadas variables abiertas, según recoge el diario oficial Global Times.
Respecto a la posibilidad de que el regreso al trabajo de los chinos que han prolongado todavía sus vacaciones por el Año Nuevo lunar pueda extender la epidemia, el científico la consideró «baja» debido a que la mayoría de los portadores del virus ya deberían haber mostrado síntomas tras el extendido período festivo.
Zhong destacó que en la ciudad de Wuhan, foco de la infección, las dos tareas cruciales son poner en cuarentena a toda la población sospechosa de estar infectada, algo que se debería haber hecho antes – recalcó -, y aumentar las capacidades de tratamiento a los pacientes más graves.
Otros expertos consideran, sin embargo, que todavía es demasiado pronto para hacer predicciones sobre el comienzo del declive de la epidemia.
El principal asesor médico del Ministerio de Sanidad australiano, Brendan Murphy, dijo hoy a la televisión estatal que es «demasiado prematuro» hacer cualquier pronóstico y que los datos deben ser analizados muy de cerca en las próximas semanas antes de poder predecir la evolución del virus.
Entretanto, China continúa viviendo muy al ralentí y enfrentándose al problema de que las restrictivas medidas adoptadas para contener al virus puedan dañar aún más la economía e incluso entorpecer el suministro de material necesario para combatirlo.
Las cadenas de suministro de multitud de industrias se han visto afectadas, desde los fabricantes de automóviles hasta los de teléfonos móviles, pero lo que realmente preocupa es que los proveedores de equipamiento sanitario puedan producir a plena capacidad.
La escasez de botellas de oxígeno y otro material médico continúa siendo un grave problema en la provincia de Hubei, epicentro del virus, adonde Pekín ha desplazado a 12.000 profesionales sanitarios, según el diario digital privado Caixin.
Los hospitales de Wuhan, capital de Hubei, precisan urgentemente de bombonas de oxígeno para los pacientes graves, según doctores citados por este medio, que recuerdan que los enfermos con infecciones pulmonares requieren a menudo suministro adicional de oxígeno.
En algunos centros, como el hospital Wuhan Tongji – donde muchos pacientes graves están ingresados – la escasez alcanza el centenar de bombonas diarias.
También en Huanggang, una ciudad cercana a Wuhan de 7,5 millones de habitantes y que ocupa el segundo lugar tras ella en víctimas mortales (52), los médicos relatan carencias de mascarillas, gafas y trajes protectores.
Y entre las incontables historias que pueden proporcionar cerca de 1 mil 400 millones de chinos encerrados en sus casas desde hace semanas hoy destacó la de los niños, que se cuentan también por millones y que viven sin guarderías ni colegios, todos ellos con las puertas cerradas sin fecha de reapertura.
Un vídeo que se hizo viral en la red social china Weibo, similar a Twitter, mostraba a un pequeño, de apenas 3 años, implorando a su madre para que le deje salir a la calle de una vez a jugar. La madre le responde que hay un virus afuera y el niño insiste: «Yo no puedo verle. Quiero de verdad salir afuera y jugar con el virus».
Otro vídeo, este difundido por el oficial Diario del Pueblo, muestra a dos enfermeros enfundados en trajes de protección blancos, que se turnan para cuidar a tres pequeños cuyos padres han tenido que irse de casa para guardar cuarentena en otra parte.
Con información de agencia EFE
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