Estalla “Huelga por la dignidad”, en protesta por las redadas
Los trabajadores agrícolas de California que iniciaron una huelga de tres días en protesta por las recientes redadas migratorias, demandaron que se establezca una vía para el reconocimiento legal de los inmigrantes indocumentados que trabajan en el campo estadounidense.
En el contexto de la llamada “Huelga por la dignidad”, los organizadores llamaron a los migrantes que laboran como jornaleros a unirse al paro “para defender nuestros derechos y hacer que nos valoren”. Dos de sus exigencias son que se detengan las redadas migratorias y que el Congreso de Estados Unidos apruebe una vía a la ciudadanía para los trabajadores agrícolas.
Y es que según estimaciones del propio gobierno estadounidense, más del 40 por ciento de los trabajadores del campo en Estados Unidos son migrantes indocumentados.
Luego de las redadas llevadas a cabo en el sur del estado por autoridades federales, que resultaron en más de 360 detenciones y la muerte de Jaime Alanis, un trabajador mexicano, organizaciones comunitarias, activistas y líderes del sector agrícola convocaron a un paro de labores que inició este miércoles.
Las redadas, realizadas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), se concentraron principalmente en granjas de cannabis del sur de California. Sin embargo, según denunciaron organizaciones civiles, también afectaron a jornaleros que buscaban empleo en tiendas como Home Depot y a otros inmigrantes que, a pesar de no tener antecedentes penales, fueron arrestados en las operaciones.
“Por demasiado tiempo hemos cosechado la abundancia de esta tierra mientras vivíamos en la escasez. Por demasiado tiempo hemos sacrificado nuestra salud, nuestra juventud, nuestras familias, todo sin la retención básica de la ciudadanía”, expresaron varios trabajadores en una rueda de prensa celebrada en Los Ángeles, según reportaron medios estadounidenses.
Flor Martínez Zaragoza, activista e influencer conocida por su trabajo con la organización Celebration Nation, señaló durante una conferencia de prensa en la Placita Olvera que esta huelga es una respuesta directa a las redadas que han sembrado miedo y desestabilizado comunidades enteras en California y otros estados. “La Huelga por la Dignidad es resultado de las múltiples redadas que se han estado llevando a cabo en el estado de California y en todo el país”, afirmó.
Miles de trabajadores del campo se van a huelga de 72 horas sacudiendo el corazón de la agroindustria más poderosa del país. La protesta, bautizada como la “Huelga de la Dignidad”, surge como respuesta directa a la escalada represiva de la política antimigratoria de Donald Trump con redadas orquestadas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) que han dejado más de 360 personas detenidas y provocaron la muerte del jornalero mexicano Jaime Alanís García.
“No somos criminales, no somos invisibles, somos la base de esta economía podrida que se construye sobre nuestras espaldas”, afirmó contundentemente la activista Flor Martínez Zaragoza.
El sector agrícola en California, el más grande del país, produce el 13 % de todos los productos agrícolas de Estados Unidos, incluyendo cultivos clave como fresas, uvas, almendras, tomates y cannabis legal. Tan sólo en 2023, generó más casi 34 mil millones de dólares, según datos del Departamento de Agricultura en Estados Unidos.
Pero mientras los grandes agronegocios se enriquecen, los jornaleros —en su mayoría migrantes indocumentados— trabajan jornadas extenuantes por salarios por debajo del mínimo, sin seguro médico ni derechos laborales, políticos ni sociales. Muchos viven en condiciones de hacinamiento, sin acceso a agua potable o servicios básicos.
“Somos tratados como desechables. Si te accidentas, te reemplazan al día siguiente. Si protestas, te amenaza ICE”, denunció Lourdes Cárdenas, trabajadora agrícola en Ventura, California.
La presencia de ICE en campos agrícolas no es nueva, pero ha aumentado su frecuencia y brutalidad. Las últimas semanas se han visto operativos con drones, helicópteros y presencia armada, violando incluso terrenos privados sin orden judicial. La muerte de Jaime Alanís García no es un caso aislado, ya que organizaciones como Raíces y United We Dream registran, al menos, 14 muertes vinculadas a redadas migratorias en el último año a nivel nacional.
Frente a esta ofensiva, las y los trabajadores en huelga no sólo exigen el fin inmediato de las redadas, sino también una ruta clara a la regularización migratoria, el reconocimiento legal de los trabajadores agrícolas y el derecho a organizarse sindicalmente sin miedo a represalias o deportaciones.
A diferencia de otras protestas mediadas por partidos u organizaciones institucionales, esta huelga ha sido impulsada desde abajo, por redes de trabajadores y activistas que organizan asambleas en los campos, descansan en refugios improvisados y distribuyen información de boca en boca.
“No queremos limosnas ni promesas, queremos poder vivir y trabajar con dignidad, sin miedo a que el Estado nos cace como animales”, expresó Juan Aguilar, jornalero en Oxnard.
Esta auto organización también cuestiona el papel cómplice de sindicatos burocratizados y demócratas que sólo recuerdan a los migrantes cuando hay elecciones. La huelga, desde su base, pone en jaque al modelo agroindustrial capitalista que se sostiene con trabajo racializado y profundiza la precariedad del conjunto de la clase trabajadora.
Aunque el tribunal federal ha emitido órdenes temporales contra redadas basadas en el perfil racial, organizaciones denuncian que estas medidas son insuficientes y meramente cosméticas; por lo que esta lucha apenas comienza.
Se han anunciado coordinaciones con trabajadores agrícolas en Texas, Florida y Washington, con la intención de extender la huelga a nivel nacional si no hay respuesta inmediata. Desde Chicago hasta Fresno, colectivos de inmigrantes ya organizan jornadas de solidaridad y bloqueos económicos.
“Los trabajadores del campo se levantan antes del sol, pero hoy no es para cosechar, sino para resistir. Este país no come sin nosotros”, dijo Teresa Romero, presidenta de la UFW.
De tal manera, que esta huelga no es una simple protesta laboral, sino que se trata de un grito de dignidad colectiva que confronta al Estado capitalista y sus fuerzas represivas. Es también una advertencia: cuando los explotados se organizan, tiemblan los cimientos del sistema.
Esta lucha debe ser tomada en manos de todo el movimiento obrero a ambos lados de la frontera, por estudiantes, mujeres, comunidades racializadas y precarizadas, para fortalecerla. ¡Porque la clase obrera es una y sin fronteras!
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