Sospechosa alianza con las autoridades de Estados Unidos, en específico la DEA y la FBI, estableció Genaro García Luna o “El Tartamudo”, como fue apodado por los propios narcotraficantes, tan rara que nunca lo grabaron en audio o video.
El martes el ex súper policía en los regímenes panistas de Vicente Fox Quesada y de Felipe Calderón Hinojosa, fue declarado culpable de los cinco cargos de los cuales era acusado.
El periodista Gavin Voss, a través del sitio web InSight Crime, narra que la condena al exsecretario de seguridad pública de México Genaro García Luna, por narcotráfico y corrupción, representa una complicada victoria para las autoridades estadounidenses, en cuanto que a la par pone de relieve la intolerancia por los aliados corruptos, y revela los retos de mantener ese compromiso.
El veredicto otorgado por el jurado contra García Luna por todos los cargos fue la culminación de una investigación y un proceso judicial arduo y prolongado por parte de las autoridades estadounidenses, quienes los acusaron de aceptar “gratificaciones” multimillonarias de los capos del cártel de Sinaloa y su antiguo aliado y posterior enemigo, los Beltrán Leyva, a cambio de proteger a los narcotraficantes de la acción de las autoridades y de entregarles información de inteligencia sobre grupos rivales.
Varios narcos hicieron declaraciones explosivas contra García Luna, quien durante su función como titular de la Secretaría de Seguridad Pública, entre 2006 y 2012, se consideró un estrecho aliado de Estados Unidos. Jesús Zambada, alias “El Rey”, hermano del líder del cártel de Sinaloa Ismael Zambada, “El Mayo”, aseguró haber entregado múltiples sobornos a García Luna, en persona y a la mano derecha de este, Luis Cárdenas Palomino. Otro narco, Óscar Nava Valencia, alias “El Lobo”, exjefe del cártel Milenio y aliado del cártel de Sinaloa, repitió las acusaciones de Zambada, alegando que él también hizo pagos directos a García Luna. “Le entregué dinero en efectivo […] Fueron más de 10 millones de dólares”, testificó.
Así, la abundancia de testimonios sensacionales contrastó con la relativa falta de evidencia sólida que apoyaran los argumentos de la fiscalía sobre las presuntas actividades criminales de García Luna.
El abogado de García Luna, César de Castro, recalcó ese punto a lo largo del juicio, argumentando que no había “dinero ni fotografías ni videos o textos ni mensajes de correo electrónico o grabaciones y documentos… ninguna evidencia creíble, verosímil” sobre la cual condenar a García Luna.
Por su parte, la fiscal Erin Reid argumentó que los testimonios de los testigos, constituía evidencia concluyente de las actividades de García Luna, a pesar de que gran parte de estos provinieran de criminales convictos. “Podemos elegir un grupo de maestros de escuela para atestiguar, pero los maestros de escuela no dirigen cárteles internacionales de drogas”, repuso Reid durante los argumentos finales del juicio. “No se necesita una interceptación ni un video o una llamada telefónica. Tenía la mejor evidencia: las personas que le pagaron”.
La condena de García Luna manda un claro mensaje del compromiso de Estados Unidos con la lucha contra la corrupción aun entre las más altas instancias de sus aliados en las instituciones de seguridad y policía de México. Pero el proceso también pone en evidencia algunos obstáculos de mayor envergadura que enfrentan las autoridades estadounidenses al tratar de enfrentar este problema.
La falta de evidencias sólidas es una característica de muchos casos de corrupción, y fue especialmente prevalente en el caso de García Luna. La interceptación de conversaciones, la obtención de videos y mensajes o el hallazgo de rastros documentales de los sobornos son todas tareas de la mayor dificultad, más aún cuando el objetivo es un oficial de orden público que conoce los trucos del oficio.
Otra dificultad puede ser mantener un balance entre la lucha anticorrupción y la necesidad de mantener la cooperación y la confianza entre aliados cercanos para apoyarse en las operaciones antinarcóticos.
David Shirk, director del programa Justicia en México, de la Universidad de San Diego, declaró a InSight Crime que la buena reputación de García Luna y su relación con los aliados del norte durante su periodo en la Secretaría de Seguridad pueden haberlo blindado del escrutinio.
“La razón por la que no tenemos la evidencia es que en ese momento no la estábamos buscando”, comentó Shirk. “Estábamos tan cautivados con García Luna hace una década o más que nadie cuestionaba seriamente su integridad ni trataba de recabar evidencia en su contra”.
Las consideraciones diplomáticas también han sido un reto para la labor de las autoridades estadounidenses en la investigación de casos de corrupción contra sus aliados mexicanos.
Con información de https://es.insightcrime.org/noticias/garcia-luna-condenado-sospechas-corrupcion-persisten-eeuu-mexico/
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