El primer día de cónclave para elegir al sucesor de Francisco termina con una bocanada de humo negro, es decir, sin consenso en el nombre del nuevo pontífice.
Con un retraso de más de tres horas después del inicio de la votación, el humo salió por la chimenea al filo de las nueve de la noche.
A las 17.46, se cerraron las puertas de la Capilla Sixtina después de que el maestro de las ceremonias de la Santa Sede, Diego Ravelli, pidiera a todos los no electores que salieran con las palabras “extra omnes (todos fuera o fuera hombres)”.
Los 133 cardenales con derecho a voto se recluyeron sin ninguna comunicación con el exterior para votar. Más de 45 mil personas esperaban fuera, en los alrededores de San Pedro, el resultado. Mañana jueves se retoma el cónclave.
A partir del segundo día, habrá cuatro escrutinios diarios, dos por la mañana y dos por la tarde. Si después de tres días los cardenales no se han puesto de acuerdo y nadie obtiene los 89 votos necesarios —dos tercios del total—, dispondrán de un día de pausa para reflexionar. Una parte de los purpurados quiere proseguir el camino del difunto Pontífice; otros, corregir el rumbo.
Cuando por fin se produzca la bocanada de humo blanco, que determina que hay un nuevo papa, el pontífice número 267 de la Iglesia católica, se presentará ante los fieles.
Entre los nombres que más se repiten como posibles sucesores está el hasta ahora número dos del Vaticano, Pietro Parolin. También destacan otros dos italianos, Matteo Zuppi y Pierbattista Pizzaballa, el filipino Luis Antonio Tagle, el estadounidense Robert Francis Prevost o el arzobispo de Budapest, el conservador Peter Erdö.