Líderes religiosos de la iglesia catolica y funcionarios públicos de Florida arremetieron contra el centro de detención migratoria ubicado en una remota área de los Everglades deominado «Alligator Alcatraz» considenadolo inhumano e inadecuado debido a las condiciones físicas y su simbolismo intimidante.
Ubicado en las instalaciones del Aeropuerto Dade-Collier, rodeado por pantanos y peligrosa vida silvestre como caimanes y serpientes, el recinto ha generado alarma tanto por su lejanía como por las condiciones denunciadas por los primeros migrantes detenidos.
La Arquidiócesis de Miami y la Diócesis de Venice han alzado la voz en contra del lugar, considerándolo un símbolo erróneo del trato inhumano y abusivo hacia personas vulnerables.
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, expresó que este tipo de centros “no deben inspirar temor como estrategia disuasiva” y condenó la retórica que justifica su ubicación con la presencia de animales peligrosos. Según él, “las personas allí retenidas son seres humanos con familias y dignidad, no amenazas abstractas”.
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Con una comunidad católica de más de un millón de fieles en su arquidiócesis, Wenski insistió en que la ubicación representa riesgos sanitarios y humanitarios, especialmente durante el caluroso y tormentoso verano floridano.
Además, señaló, que la naturaleza provisional de las carpas que componen el complejo de detención, expone a los migrantes a condiciones climáticas extremas sin garantía de seguridad frente a huracanes.
Por su parte, el obispo Frank J. Dewane, de la Diócesis de Venice, se sumó a las preocupaciones. Si bien reconoció el derecho del gobierno federal a deportar a personas que representen un riesgo real para la comunidad, hizo hincapié en que las acciones deben ser “proporcionales, con humanidad y respeto por los derechos fundamentales”.
Dewane destacó que la mayoría de los inmigrantes son personas trabajadoras, que no suponen peligro, y que es perjudicial etiquetarlos en bloque como criminales. Alertó además sobre la utilización de agentes encapuchados sin identificación y la ausencia de procedimientos judiciales adecuados en las recientes operaciones migratorias.
Simultáneamente, medios locales han empezado a documentar testimonios de migrantes detenidos en el centro, quienes denuncian condiciones precarias como falta de agua potable, alimentos en mal estado y temperaturas extremas dentro de las carpas improvisadas.
Las críticas no se limitan al ámbito eclesiástico. La alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, y varios legisladores demócratas han solicitado acceso al lugar y cuestionado su operatividad. El centro, inaugurado tras una visita del expresidente Donald Trump, podría alojar hasta 5,000 personas y se encuentra en una zona prácticamente inaccesible, en medio de humedales y fauna silvestre.
El debate sobre «Alligator Alcatraz’» ha encendido una discusión más amplia sobre cómo se está aplicando la ley migratoria en Estados Unidos y si estas prácticas están alineadas con los valores fundamentales de justicia, compasión y legalidad.
Con Información de Agencias
