Los gobernantes de un mundo fracturado por la guerra, el cambio climático y la desigualdad persistente escucharon el martes el llamado del jefe de las Naciones Unidas a tomar medidas frente a los grandes retos de la humanidad y a que presenten sus propias evaluaciones en el más global de los escenarios.
“Nuestro mundo se está desquiciando. Las tensiones geopolíticas aumentan. Los retos globales crecen. Y aparentemente somos incapaces de unirnos para responder”, dijo Guterres a la gente que gobierna las naciones. Agregó que la ONU —y la manera como cooperan los países— deben evolucionar para responder a los tiempos que cambian.
“El mundo ha cambiado. Nuestras instituciones, no”, dijo Guterres antes de la apertura del debate en la Asamblea General. “No podemos responder eficazmente a los problemas tal como son si las instituciones no reflejan el mundo tal como es. En lugar de resolver los problemas, corren el riesgo de convertirse en parte del problema”.
El mundo necesita acciones ahora, y no sólo más palabras, para lidiar con una emergencia climática que se agrava, conflictos crecientes, “trastornos tecnológicos drásticos” y una crisis global de coste de la vida que está incrementando el hambre y la pobreza, afirmó.
“Sin embargo, ante estas y otras cosas”, lamentó Guterres, “las divisiones geopolíticas socavan nuestra capacidad de responder”.
La sesión de una semana, la primera cumbre totalmente presencial de líderes mundiales desde que la pandemia del Covid-19 trastocó los desplazamientos globales, tiene 145 discursos de mandatarios programados. Es un número alto que refleja la multitud de crisis y conflictos.
Pero por primera vez en años, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que hablará poco después del jefe de la ONU, será el único líder de los cinco poderosos países con poder de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que se dirigirá a la asamblea de 193 miembros.
Ni Xi Jinping, de China; ni Vladímir Putin, de Rusia, ni Emmanuel Macron, de Francia, ni Rishi Sunak, de Gran Bretaña, estarán este año en la sede de Naciones Unidas. Eso debería dejar el protagonismo al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, que el martes hará su primera aparición en el estrado de la Asamblea, y Biden, con un especial interés en sus palabras sobre China, Rusia y Ucrania.
La ausencia de líderes de cuatro de las potencias del Consejo de Seguridad ha causado malestar entre países en desarrollo que quieren que los países más influyentes del mundo escuchen sus demandas, como fondos para empezar a cerrar la creciente brecha entre los adinerados y los desposeídos del mundo.
El G77, un gran grupo de Naciones Unidas de países en desarrollo que ya tiene 134 miembros, incluida China, ha hecho mucha presión para que la cita de este año se centre en los 17 objetivos de la ONU aprobados por los líderes mundiales en 2015. Los progresos están muy rezagados cuando ya ha pasado la mitad del plazo hasta 2030.
En una cumbre de dos días para emprender acciones hacia esos objetivos, Guterres mencionó las sombrías conclusiones de un reporte de la ONU publicado en julio. El 15% de las aproximadamente 140 metas concretas para alcanzar los 17 objetivos de la Agenda 2030 siguen el curso adecuado. Muchas van en dirección contraria y no se espera conseguir ninguna de ellas en los próximos 7 años.
Los objetivos incluyen poner fin al hambre y la pobreza extremas, asegurar que todos los niños reciben una educación secundaria de calidad, alcanzar la igualdad de género y hacer avances significativos en la lucha contra el cambio climático, todo para 2030.
Al ritmo actual, señaló el reporte, 575 millones de personas seguirán viviendo en pobreza extrema y 84 millones de niños ni siquiera irán a la escuela primaria en 2030, y tomará 286 años alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres.
En la apertura de la cumbre el lunes, Guterres dijo a los mandatarios que les convocaba para rescatar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que prometieron en 2015 para construir “un mundo de salud, progreso y oportunidad” para todos, y pagar para conseguirlo.
Poco después de su intervención, líderes de los 193 estados miembros aprobaron por consenso una declaración política de 10 páginas que reconoce que los objetivos están “en peligro”. Pero el documento reitera más de una docena de veces, de distintas formas, el compromiso de los líderes para cumplir los objetivos, reiterando su importancia individual.
La declaración no ofrece muchos planes concretos, pero Guterres dijo sentirse “muy alentado”, especialmente por el compromiso de mejorar el acceso de los países en desarrollo al “combustible necesario” para alcanzar la meta financiera. Mencionó el apoyo a un paquete de estímulo de al menos 500.000 millones de dólares anuales para compensar las difíciles condiciones del mercado que enfrentan los países en desarrollo.
Se esperaba que los líderes hicieran promesas en la cumbre con vistas a cumplir los objetivos de desarrollo sostenible.
Por ejemplo, el primer ministro de Nepal, Pushpa Kamal Dahal, que preside el grupo de Naciones Unidas de países menos desarrollados, dijo que necesitan un “enorme incremento del financiamiento asequible”, también a través del paquete de estímulos de la Agenda 2030. La inversión extranjera en los países menos desarrollados, señaló, cayó en torno a un 30% en 2022 en comparación con el año anterior. El mandatario instó a los países desarrollados a ser más generosos en su ayuda a los países más pobres.
Durante la semana de la cumbre también habrá cientos de actos paralelos.
El máximo diplomático de la Unión Europea, Josep Borrell, dijo a la prensa tas una reunión a puerta cerrada para tratar de reavivar el proceso de paz entre Israel y los palestinos, iniciado hace décadas, que hay un “firme compromiso con la solución de dos estados”.
La reunión organizada por la UE, la Liga Árabe y otros países contó con 60 participantes, y Borrell la describió como un “buen punto de partida”.
Hubo una “inyección de nueva voluntad política”, dijo Borrell, y se establecieron tres grupos de trabajo de alto nivel para estudiar cómo se vería una paz entre israelíes y palestinos. Los grupos empezarán a trabajar en un mes en Bruselas.
Con información de agencia AP
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