Ante el avance de la caravana de migrantes ilegales rumbo a Estados Unidos, Donald Trump advirtió que no se les permitirá entrar, por lo que se reunió en el Pentágono con líderes militares de Estados Unidos para implementa un plan y analizar las opciones para reforzar la frontera México-EU, ante la inminente llegada de los centroamericanos hondureños.
Desde que se dio a conocer la intención de los migrantes hondureños por llegar a Estados Unidos, Trump no concilia el sueño, y anoche cenó en la Casa Blanca con el secretario de Defensa de EE.UU., James Mattis, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Joseph Dunford, y altos mandos militares para conversar sobre una serie de temas, incluido el avance de la caravana.
“Vamos a hablar también sobre eso, porque no vamos a permitir que esta gente entre en nuestro país (…). Haremos algo al respecto», dijo el mandatario estadounidense ante periodistas al inicio de la reunión en la Casa Blanca.
“No podemos permitir que la gente entre ilegalmente en nuestro país», dijo Trump enojado por el avance de los migrantes hondureños hacia Estados Unidos. Señaló que están trabajando en conjunto con México para evitar el ingreso de la caravana en terreno norteamericano.
La semana pasada el Presidente de Estados Unidos amenazó con «cerrar» militarmente la frontera con México, por lo que ordenó desplegar 2,200 miembros de la Guardia Nacional, sin dar detalles de cómo resguardará más de 3 mil kilómetros, que incluyen al Río Bravo.
Al ser cuestionado sobre cuál sería la función de las tropas estadounidenses si las envía a la frontera, el Presidente replicó: «Pueden hacer muchas cosas. Son militares». No obstante, una ley estadounidense de 1878 prohíbe usar a los soldados para tareas de seguridad y orden público a nivel nacional.
Dicha ley ha impedido a los agentes de la Guardia Nacional desplegados en la frontera, detener a indocumentados.
Pese a las amenazas y advertencias de Trump, los migrantes no desisten por llegar a Estados Unidos, ayer martes se tomaron un descanso en Huixtla y aprovecharon para realizarse chequeos médicos, antes de reanudar el éxodo al país de los dólares.
Luego de caminar casi 800 kilómetros en diez días, los más vulnerables se sometieron a controles médicos, entre ellos varias mujeres embarazadas.
Pese a las amenazas y advertencias de Trump, los migrantes ilegales no desisten por llegar a Estados Unidos.
Ante la postura del gobierno de Estados Unidos, que califica la caravana “como una amenaza a la soberanía y a la seguridad nacional, afirmando que en dicho movimiento hay muchos criminales, La Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresó su preocupación por la situación de los migrantes.
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