Se terminaron las palabras y es tiempo de pasar a la acción para Javier Milei. El ultraderechista asumirá el domingo la presidencia de Argentina con crédito abierto, pero no ilimitado, para una cirugía mayor que saque a la economía de su letargo tras años de inflación y fuertes regulaciones.
A los 53 años Milei sucederá el peronista Alberto Fernández y se convertirá en el primer economista en la historia del país sudamericano en ocupar el sillón de la presidencia, a la cual llegó con apenas dos años de militancia política y por fuera de las dos coaliciones que dominaron la escena de las últimas décadas.
Con la motosierra como símbolo y un manual ultraliberal, Milei tiene cuatro años para cumplir sus promesas de convertirse en un punto y aparte de lo que ha llamado la “decadencia populista” y hacer Argentina “grande otra vez”, como el eslogan de su admirado expresidente estadounidense Donald Trump.
Tras obtener un respaldo de casi 56% de los votos en el balotaje de noviembre, Milei les avisó a los argentinos que postergaba su proyecto de dolarizar la economía pero que ejecutará un fuerte e inevitable ajuste que ponga las cuentas fiscales en orden y termine con los desequilibrios macroeconómicos. Señaló que el mayor peso recaerá sobre las espaldas de la “casta política”, aunque el perjuicio será generalizado.
Milei heredará una inflación anual que se encamina al 180%, una pobreza superior al 40%, un déficit fiscal financiero de 5 puntos del Producto Bruto Interno (PBI), un laberinto de restricciones cambiarias que entre otros daños colaterales generó una deuda comercial por importaciones de 43.000 millones de dólares y vencimientos de deuda por 10.600 millones de dólares a pagar hasta abril de 2024, entre otros problemas.
“No hay plata”, es la frase de cabecera del futuro presidente.
La consultora ABECEB proyectó que Milei intentará una baja del déficit fiscal primario de 3 a 4 puntos del PIB en 2024 enfocando el recorte en “la obra pública, los gastos de funcionamiento, las transferencias a las provincias y el déficit operativo de las empresas públicas”.
“Pero da la sensación de que ello no alcanzará, por lo que debería avanzar en gastos más sensibles si quiere lograr en serio un ajuste fiscal” como jubilaciones, prestaciones sociales, subsidios económicos y salarios de empleados públicos, advirtió en un reciente informe.
Los expertos se preguntan cómo hará Milei para ejecutar las reformas que pretende con un gabinete de ministros prestados por otras fuerzas políticas y con un Congreso en el que deberá negociar cada ley.
“El gran desafío para hacer el ajuste fiscal es político porque Milei no tiene de modo directo el poder en el Congreso y, por otro lado, está a prueba la tolerancia social a los ajustes”, advirtió el economista Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos.
La Libertad Avanza, su partido, tiene apenas 38 diputados de 257 y siete senadores sobre 72. Ello ha obligado al ultraderechista a tejer alianzas con espacios políticos afines, como un sector de la coalición de centroderecha Juntos por el Cambio y del peronismo disidente, a cambio de puestos en su futuro gabinete de ministros.
“Un punto importante es que la sociedad lo votó a Milei sabiendo que iba a hacer el ajuste. La sociedad entiende que va a tener que pasar algún sacrificio, pero los grupos que se ven más directamente perjudicados por estos ajustes van a resistirse; ya hay protestas anunciadas y será complejo”, analizó Tiscornia.
El 35,9% de los hogares argentinos recibió alguna asistencia social en 2023 a través de programas sociales de transferencia de ingresos y asistencia alimentaria directa, entre las que se incluyen la entrega de comida en escuelas o comedores, según un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina difundido a principios de semana que estimó que la pobreza y la indigencia alcanzan al 44,7% y 9,6% de la población, respectivamente.
¿Hasta dónde están dispuestos los argentinos a abrocharse el cinturón sin poner en riesgo la paz social?
“Cada vez dura menos la luna de miel con los nuevos presidentes porque la gente está harta”, avisó el analista político Orlando D’Adamo, director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano. “Tiene seis meses para que se vea la luz al final del camino, sino se le va a complicar. El votante en Argentina es de poca memoria”.
Con información de agencia AP
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