El papa Francisco será dado de alta del hospital el domingo, luego de pasar 38 días batallando con un caso de neumonía en ambos pulmones que puso en riesgo su vida, informaron sus médicos.
El director del Hospital Gemelli, el doctor Sergio Alfieri, dijo el sábado que Francisco necesitará al menos dos meses de reposo y rehabilitación mientras sigue recuperándose en el Vaticano.
Francisco fue ingresado al Hospital Gemelli el 14 de febrero luego de que un caso de bronquitis empeoró. Posteriormente, desarrolló un caso grave de neumonía.
Los médicos del papa proporcionaron su primera actualización en persona sobre la condición del pontífice en un mes, una señal de que ha hecho un buen y constante progreso en su lucha contra la doble neumonía.
La sesión informativa del sábado por la noche es la primera desde el 21 de febrero, una semana después de que el Francisco, de 88 años de edad, fuera llevado al hospital Gemelli tras experimentar varias crisis respiratorias que lo dejaron en estado crítico, aunque desde entonces se ha estabilizado.

Fotografía del 16 de octubre de 2015, el papa Francisco estrecha la mano de un miembro de la Guardia Suiza al abandonar la sesión matinal del sínodo de obispos, en el Vaticano. (AP Foto/Alessandra Tarantino, archivo)
En otro acontecimiento, el Vaticano anunció que Francisco aparecerá el domingo por la mañana para bendecir a los fieles desde su suite en el 10mo piso del hospital. Aunque se divulgó un mensaje de audio de Francisco el 6 de marzo y el Vaticano distribuyó una fotografía del pontífice el 16 de ese mismo mes, la bendición del domingo será la primera aparición en vivo desde que Francisco fue ingresado el 14 de febrero para lo que se ha convertido en la hospitalización más larga de su papado de 12 años.
El papa argentino, que padece una enfermedad pulmonar crónica, es propenso a problemas respiratorios en invierno y le fue removida parte de un pulmón cuando era joven, fue ingresado después de que un episodio de bronquitis empeorara.
Los médicos primero diagnosticaron una infección compleja del tracto respiratorio de origen bacteriano, viral y fúngico y, poco después, neumonía en ambos pulmones. Los análisis de sangre mostraron signos de anemia, plaquetas bajas y el inicio de insuficiencia renal, todo lo cual se resolvió después de dos transfusiones de sangre.
Los contratiempos más serios comenzaron el 28 de febrero, cuando Francisco experimentó un ataque agudo de tos e inhaló vómito, requiriendo el uso de una máscara de ventilación mecánica no invasiva para ayudarlo a respirar. Sufrió dos crisis respiratorias más en los días siguientes, lo que requirió que los médicos aspiraran manualmente el moco, momento en el cual comenzó a dormir con la máscara de ventilación por la noche para ayudar a sus pulmones a despejar la acumulación de fluidos.
En ningún momento perdió el conocimiento, y los médicos informaron que estaba alerta y cooperativo.
En las últimas dos semanas, se ha estabilizado y ha registrado ligeras mejoras, según ha informado la oficina de prensa del Vaticano. Ya no necesita usar la máscara de ventilación por la noche y está reduciendo su dependencia de altos flujos de oxígeno suplementario durante el día.

Imagen tomada el 12 de mayo de 2017, el papa Francisco sostiene su “maletín nuclear” mientras saluda al embarcar en un vuelo a Monte Real, Portugal, desde el aeropuerto internacional Leonardo Da Vinci, en Fiumicino, Italia. (AP Foto/Gregorio Borgia, archivo)
“El maletín nuclear” del papa Francisco
Durante su primer viaje al extranjero en 2013, Francisco fue noticia por cargar con su maletín de cuero negro al embarcar en el vuelo chárter de Alitalia con destino a Brasil, ya que los papas nunca llevan maletas y hasta la década de 1970 eran trasladados en tronos.
Cuando le preguntaron qué había en el maletín, el jesuita argentino bromeó diciendo que no eran los códigos nucleares. Pero parecía desconcertado porque algo tan normal como que un pasajero de avión cargue una bolsa pudiera causar tanto revuelo.
“Siempre he llevado una bolsa conmigo cuando viajo, es normal”, dijo en su primera conferencia de prensa como papa. “Debemos acostumbrarnos a ser normales. La normalidad de la vida”.

En esta imagen, tomada el 25 de septiembre de 2015, el papa Francisco llega en su auto a una visita a la escuela Nuestra Señora Reina de los Ángeles, en Harlem, Nueva York. (Eric Thayer/Pool Foto vía AP, archivo)
Durante más de 12 años, Francisco ha buscado ese tipo de normalidad para su papado con su estilo informal y su desdén por la ostentación, mientras se asegura de seguir ejerciendo el impresionante poder que ostenta el vicario de Cristo en la Tierra y el último monarca absoluto de Europa.
La forma en que ha gestionado su hospitalización de cinco semanas a causa de una neumonía ha seguido ese mismo enfoque: ha permitido al público seguir los habituales altibajos en un hombre de 88 años que lucha contra una compleja infección pulmonar a través de boletines médicos escuetos pero regulares, mientras continúa dirigiendo la Iglesia católica, con 1.300 millones de fieles en todo el mundo.

Imagen tomada el 3 de septiembre de 2015, el papa Francisco se prueba un par de gafas en una óptica en la vía del Babuino, en el centro de Roma. (Daniel Soehne vía AP, archivo)
Francisco ha mantenido el control, en la distancia
Entre sus crisis respiratorias, oraciones y fisioterapia, el papa ha nombrado a más de una docena de obispos, reconoció a un puñado de nuevos santos, autorizó una prórroga de tres años en su emblemático proceso de reforma y envió mensajes públicos y privados. Los cardenales del Vaticano lo han reemplazado en los actos que requerían su presencia.
No es un equilibrio tan sencillo como parece, ya que hay pocas posiciones de poder sean, al mismo tiempo, tan absolutas como el papado y, en tiempos de enfermedad, tan aparentemente frágiles: según el derecho canónico, el papa tiene un “poder supremo, pleno, inmediato y universal ordinario en la Iglesia”. No responde ante nadie más que Dios y sus decisiones son inapelables.
Y aunque los pontífices no están sujetos a campañas de reelección ni a mociones de censura, esencialmente les deben su trabajo a los 120 hombres que los eligieron. Aunque esos mismos cardenales le juran obediencia, en última instancia elegirán a su sucesor de entre sus propias filas. No es de extrañar entonces que las conversaciones sobre cónclaves, aspirantes al papado y desafíos que enfrentará un futuro papa hayan sido un rumor constante en Roma desde que Francisco ingresó en el hospital Gemelli el 14 de febrero.
Francisco es muy consciente de que cada vez que ha ingresado al hospital se han puesto en marcha las intrigas para elegir a su sucesor, lo que contribuye a un cierto estatus de mandatario en funciones. “Algunos me querían muerto”, dijo después de una hospitalización en 2021, cuando se enteró de que se habían celebrado reuniones secretas para planear el cónclave. También sabe que antes incluso de este ingreso, un cardenal anónimo hizo circular un memorando de siete puntos que enumeraba las prioridades para que el próximo papa corrigiera la “confusión, división y conflicto” sembrados por el argentino.

En esta imagen, tomada el 17 de marzo de 2013, el papa Francisco (centro, izquierda) saluda a los fieles durante una aparición pública improvisada en una puerta lateral del Vaticano, que sorprendió a los transeúntes y provocó aplausos. (AP Foto/Antonello Nusca, archivo)
Pero no oculta su debilidad
Y, sin embargo, Francisco nunca ha tenido reparos para mostrar sus debilidades, edad o enfermedades de una forma que parece impensable para figuras públicas para las que cualquier signo de fragilidad puede amenazar su autoridad y socavar su agenda.
A los pocos meses de salir elegido, por ejemplo, contactó con un médico y periodista argentino, el doctor Nelson Castro, y le sugirió que escribiese un libro sobre la salud de los papas, incluida la suya.
“Mi hipótesis es que quería, ante todo, mostrarse como un ser humano”, dijo Castro en una entrevista. “Tendemos a ver a los papas como santos, pero la forma en que habló sobre sus enfermedades me mostró que ‘soy como tú, expuesto a enfermedades’”.
Francisco había leído y apreciado el libro anterior de Castro, “Enfermos de poder”, sobre las dolencias que han afligido a los líderes argentinos y cómo les había afectado el poder. Invitó a Castro a investigar y escribir sobre los pontífices anteriores y su propio caso desde una óptica similar.
“La salud de los papas” se publicó en 2021. Castro afirmó que lo que más le impresionó fue que Francisco reveló no solo sus dolencias físicas, sino también sus problemas de salud mental: contó que había acudido a un psiquiatra cuando era provincial jesuita durante la dictadura militar en Argentina, en la década de 1970, para ayudarlo a lidiar con el miedo y la ansiedad.
“El papa Francisco es un hombre poderoso”, señaló Castro. “Solo un hombre poderoso, que se siente bastante seguro de sí mismo, se atrevería a hablar de sus enfermedades tan abiertamente”.

Imagen tomada el 27 de febrero de 2015, el papa Francisco (izquierda) charla con el cardenal Tarciso Bertone en un autobús al final de un retiro espiritual de una semana coincidiendo con la Cuaresma, en Ariccia, en las colinas que rodean Roma. (AP Foto/L’Osservatore Romano, Pool)
El equilibrio de la fuerza en la debilidad es algo muy jesuita
Para John Cecero, quien fue provincial jesuita del noreste de Estados Unidos entre 2014 y 2020, la disposición del papa a mostrar sus debilidades mientras ejerce una autoridad suprema es coherente con su formación jesuita y con la enseñanza bíblica de San Pablo de que “cuando soy débil, entonces soy fuerte”.
“Una de las principales virtudes de los que ejercen la autoridad jesuita es la humildad”, dijo Cecero en una entrevista. “En el jesuita como individuo (eso significa) pensar más allá de mi propio interés personal hacia el bien común”.
“Sé que es algo que impulsa a Francisco: que se tenga esa misma humildad”, añadió.
Pero sus críticos se quejan a menudo de que es autoritario, toma decisiones en un vacío y sin respetar la ley y ejerce el poder como un “papa dictador”, el título de un libro escrito por un crítico tradicionalista al inicio de mandato del argentino.
Muchos recitan un chiste sobre la forma en la que los superiores jesuitas ejercen el poder, que se supone que es un proceso de discernimiento conjunto entre el superior y el subordinado, pero, según la broma, puede ser cualquier cosa menos eso: “Yo discierno, tú disciernes, nosotros discernimos… yo decido”.
Esos mismos críticos conservadores, por supuesto, han estado siguiendo atentamente la hospitalización de Francisco y preguntándose si el final de su papado está cerca.
Pero, aunque esté ausente, e incluso si tiene que reducir su actividad pública en el futuro, el pontífice sigue en el poder y dirigiendo la Iglesia, afirmó Kurt Martens, abogado canónico en la Universidad Católica de América en Washington D.C.
“Estamos acostumbrados a ver a un papa que está en todas partes todo el tiempo”, señaló. “Pero no olvidemos que en el pasado, no hace tanto tiempo, los papas aparecían (en público) muy pocas veces”.

Fotografía tomada el 24 de octubre de 2015, el papa Francisco sale de la sesión matinal del último día del sínodo de obispos con su abrigo y documentos bajo el brazo, en el Vaticano. (AP Foto/Alessandra Tarantino, archivo)
Puede estar ausente, pero sigue al mando
La desaparición de Francisco de la escena pública ha llevado a algunos a dudar de la autenticidad de la primera -y hasta ahora la única- fotografía del papa publicada por el Vaticano desde su hospitalización. Fue tomada desde atrás y en ella aparece rezando en su capilla privada del hospital, con el rostro oculto.
Avvenire, el periódico de la Conferencia Episcopal italiana, dijo que la imagen no solo era real sino que mostraba a Francisco controlando la imagen que quiere que los fieles tengan del papado y de su enfermedad. Quiere que los espectadores se centren no en el espectáculo de un papa enfermo, sino en lo que le debería importar más a un católico.
“Si no podemos ver su rostro… lo que debemos mirar es precisamente lo que él mismo tiene enfrente: el altar y el crucifijo”, escribió Avvenire.
Con información de agencia AP
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