El Chapo Guzmán está solo. El líder del cártel de Sinaloa lleva cuatro años encerrado en la prisión de máxima seguridad de Florence, Colorado. Esta semana ha solicitado al juez Brian Cogan permiso para ser visitado en la cárcel por Emma Coronel y sus dos hijas, menores de edad.
Por medio de una carta escrita de puño y letra, el narcotraficante de 66 años pide al togado considerar la petición una vez que su esposa salga en libertad condicional, el próximo 13 de septiembre. La influencer y antigua reina de belleza, el tercer matrimonio de Guzmán, obtuvo en junio pasado la prisión domiciliaria y se encuentra desde entonces en una residencia de Los Ángeles que la prepara para su vuelta a la libertad. “De esa fecha en adelante ella podrá viajar en todo el país, ya que tendrá probatoria”, argumenta El Chapo.
Guzmán afirma en su carta que los fiscales del caso se habían opuesto a que el criminal se entrevistara con Coronel durante el juicio que se le llevó en Nueva York hace algunos años. El argumento de la acusación era que la esposa del líder de la organización criminal podía ayudarlo a amedrentar a los testigos que declararon contra él durante el histórico proceso. “Algo absurdo, ya que lo que se habla en visita queda todo grabado y, aparte, hay cámaras”, escribe el capo, quien se refiere a sí mismo por momentos en tercera persona. Aquel temor se ha extinguido, pues “Guzmán ya está sentenciado” y “ya no hay siquiera alguna audiencia (sic)”. Guzmán, no obstante, tiene pendiente otro proceso por tráfico de drogas en Chicago.
El Chapo no solo pide a Cogan la presencia de Coronel, sino de las hijas que tiene con ella, Emali Guadalupe y María Joaquina. “Están estudiando en México y nada más pueden viajar a visitar a su papá en vacaciones, dos o tres veces al año máximo”, afirma. Las menores tienen 12 años y cuentan con la nacionalidad estadounidense, ya que nacieron en Los Ángeles. Guzmán afirma que su madre y sus hermanos no pueden visitarlo en Colorado porque no cuentan con una visa para entrar a Estados Unidos.
La oficina de Cogan recibió el documento el miércoles y este viernes lo ha hecho público. No es la primera comunicación que el juez recibe de uno de sus más célebres sentenciados. Hace unas semanas, Guzmán le escribió para quejarse de las autoridades de la prisión, que lo mantienen a él y a los otros 320 reos, en una estricta vigilancia en sus celdas y con solo una hora diaria al aire libre. El capo afirma que el alcaide no le permite recibir documentos de su defensa. “Siempre emplean la excusa de que es porque Guzmán se escapó de una prisión en México”, señaló el delincuente, quien la ha calificado de “ridícula”.
Guzmán, no obstante, no se escapó solamente de una cárcel en su país natal. Puso en ridículo a las autoridades de prisiones y de paso a dos gobiernos diferentes, huyendo de los dos centros de reclusión más estrictos de México. La primera vez fue 2001 con el presidente Vicente Fox y el segundo en 2015 con Enrique Peña Nieto, después de llevar a cabo una evasión de película. Las autoridades estadounidenses no descartan que la comunicación de Guzmán con sus abogados tenga como fin tramar un nuevo intento. Nadie se ha escapado de la Supermax de Colorado desde que inició operaciones, en 1994. El centro es conocido como el Alcatraz de las montañas rocallosas.
Desde 2021, el criminal había denunciado ser víctima de “un trato cruel e injusto” desde el momento de su extradición a Estados Unidos, en 2017. El capo señalaba en la carta que el encierro le estaba afectando física y mentalmente, lo que le ocasionaba “dolores de cabeza”, pérdida de la memoria, calambres y depresión. “He sufrido mucho”, afirmó entonces el capo, que cumple cadena perpetua con un añadido de 30 años en prisión. Además, Cogan le ordenó un pago de 12.000 millones de dólares por los daños que ha hecho su empresa.
En otra carta hecha pública en marzo, Guzmán se quejó nuevamente de las duras condiciones de su aislamiento. En tres páginas, además de solicitar algunos beneficios en su proceso, el criminal afirmó que las autoridades solo le han permitido nueve llamadas con su abogado a lo largo de un año. Lo consideró algo altamente discriminatorio. En esa ocasión, El Chapo pidió disculpas al juez por no haber enviado antes su comunicación. Tardó más de un mes en conseguir una estampilla postal para que la carta abandonara la celda del recluso 89914053 y saliera al mundo exterior.
Con información del diario El País
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