Protestas multitudinarias en Bielorrusia para exigir de nuevo elecciones.Después de que Aleksandr Lukashenko, quien ha sido presidente de Bielorrusia durante largo tiempo, declarara haber obtenido el 80 por ciento de los votos en lo que muchos gobiernos occidentales llamaron una farsa electoral, manifestantes en todo el país se han encontrado con una feroz represión policial mientras el gobierno intenta mantenerse aferrado al poder.
Tres noches de enfrentamientos violentos, que incluyeron el lanzamiento de gases lacrimógenos por parte de la policía y miles de arrestos, dieron paso a manifestaciones más pequeñas, ya que algunos manifestantes temían la violencia policial. Pero otros manifestantes se volvieron más agresivos y, a veces, arrojaron piedras a los agentes.
Miles de manifestantes se congreron el sábado en el lugar donde murió uno de ellos en los choques con la policía reclamaron la renuncia del presidente Alexander Lukashenko, quien lleva 26 años en el poder.
Fue la séptima jornada consecutiva de enormes protestas contra los resultados de la elección presidencial del 9 de agosto, en la cual Lukashenko ganó su sexto período en el poder, de acuerdo con la autoridad electoral.
A pesar de la violenta represión policial y el arresto de unas 7000 personas, las manifestaciones han sido las más grandes y prolongadas desde que asumió Lukashenko en 1994.
Lukashenko y el presidente ruso Vladimir Putin analizaron las protestas en una conferencia telefónica el sábado, el primer contacto directo, que se sepa, entre los dos mandatarios desde la elección. El Kremlin dijo en un comunicado que ambos expresaron la esperanza de una pronta resolución de la situación.
“Es importante que estos problemas no sean utilizados por fuerzas destructivas para perjudicar la cooperación de los dos países en el marco de la unión estatal», dijo el Kremlin.
Este sábado se realizó un funeral cívico para Alexander Taraikovsky, un manifestante de 34 años que murió en circunstancias que se discuten. Según la policía, murió al estallar en su mano un artefacto explosivo que estaba a punto de arrojar a los agentes.
Pero su pareja, Elena German, dijo a The Associated Press que pudo ver su cuerpo en la morgue el viernes, que sus manos estaban intactas y tenía una perforación en el pecho que a ella le pareció una herida de bala.
Por su parte, el presidente Lukashenko mantuvo una conversación telefónica sobre los acontecimientos con el presidente ruso Vladimir Putin, indicó la agencia estatal Belta.
El Kremlin se dijo «confiado» en una solución rápida de los «problemas» en Bielorrusia, según un comunicado de la presidencia rusa tras la entrevista entre los dos líderes.
Ambos dirigentes acordaron «reforzar» la Unión entre Rusia y Bielorrusia, una alianza entre ambos países.
El presidente bielorruso también se opuso a una posible mediación extranjera, una propuesta hecha el miércoles por Polonia y dos países bálticos.
Según Lukashenko, su país se enfrenta a una «revolución de color» –nombre dado a varios levantamientos en la ex Unión Soviética en los últimos 20 años– con «elementos de interferencia exterior».
Muchos Estados occidentales condenaron la violencia y denunciaron fraude.
Estados Unidos y Polonia pidieron este sábado a Minsk que dialogue con la sociedad civil.
La víspera, la Unión Europea acordó sancionar a los responsables bielorrusos vinculados con la represión y al fraude electoral.
Estas sanciones se producen en un contexto en el que la movilización se ha extendido en Bielorrusia: se multiplican las cadenas humanas de protesta contra la violencia y los fraudes, a la vez que los trabajadores de las fábricas realizan acciones de solidaridad y huelgas.
A diferencia de las manifestaciones al inicio de la semana, violentamente reprimidas, las acciones del jueves y el viernes se desarrollaron sin enfrentamientos ni detenciones masivas.
Las autoridades, que parecen dar señales de retroceder, anunciaron la liberación de más de 2.000 de las 6.700 personas detenidas durante las manifestaciones.
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Lukashenko incluso llamó el viernes a una «cierta contención» hacia los manifestantes, a los que anteriormente llegó a calificar de «borregos» a quienes era necesario «volver a poner el cerebro en su sitio».
Acusando al régimen de «masacre», Tijanóvskaya, que reivindica su victoria presidencial el 9 de agosto, anunció por su parte la creación de un comité para organizar el traspaso del poder y llamó a un diálogo con las autoridades.
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