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Bastaron 12 segundos de un apretón de manos, para que las distensiones a nivel mundial se suavizaran, para que el mundo respirara un poco más aliviado, fue el inicio de una reunión cumbre histórica entre Donald Trump y Kim Jong Un, ambos líderes intercambiaron sonrisas “de regalo”, apretones de manos y gestos de cortesía, a pesar de la retórica belicista en la que se enfrascaron hace unos cuantos meses.
El Trump beligerante fue guardado en el armario de La Casa Blanca y en un aparente ambiente de camaradería, lo llevó a presumirle a su “nuevo gran amigo” Kim la mundialmente célebre limusina en la que suele trasladarse por tierra, conocida como ‘La Bestia’, detalle por el que “el gordito” líder norcoreano quedó con el “ojo cuadrado”.
Hoy el mundo es otro, y muestra de ello es que ante unos perplejos agentes del Servicio Secreto, el presidente de Estados Unidos ordenó que abrieran una de las puertas del vehículo para que el ‘enemigo’ echara un vistazo a su interior, mostrando “secretos de estado” (¿no lo podrían acusar de traición?).
Atrás quedó el cruce de insultos de: ‘pequeño hombre cohete’ y ‘viejo chocho trastornado’ que ambos gobernantes se dedicaron en el último año, hoy todo es miel sobre hojuelas.
En Singapur sólo faltó nuestro AMLove para completar el cuadro, lástima que aún esté en campaña, sin embargo el mandatario estadunidense y el líder norcoreano protagonizaron la primera cumbre de la historia de los dos países y consiguieron apartar las tensiones del pasado para sellar un acuerdo de apenas cuatro puntos.
Parte de la declaración conjunta indica lo siguiente: “El presidente Trump se compromete a ofrecer garantías de seguridad a la República Popular Democrática de Corea (nombre oficial de Corea del Norte), y el presidente Kim Jong-un reafirmó su firme e inquebrantable compromiso para la desnuclearización de la península de Corea”.
Un largo apretón de manos de 12 segundos para los medios informativos, pero breves para la paz.