El esperado nuevo encuentro cumbre entre Donald Trump, presidente de Estados Unidos y su homólogo ruso, Vladímir Putin, programado para celebrarse en Bulgaria, ha sido suspendido abruptamente.
La decisión, anunciada por el propio Trump, responde a lo que calificó como un intento por evitar una reunión «que no lleve a nada». Con esta cancelación, se esfuman nuevamente los intentos del exmandatario por influir en la resolución del conflicto en Ucrania.
«No quiero que la reunión sea un desperdicio. No quiero perder el tiempo —ya veremos qué pasa», declaró Trump el martes, cortando así de raíz las expectativas generadas por la cumbre que había anunciado con entusiasmo la semana pasada.
El encuentro, que iba a tener lugar presumiblemente en Budapest se canceló después de una conversación telefónica clave entre el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y el canciller ruso, Serguéi Lavrov. Esta llamada evidenció, según fuentes diplomáticas, la falta de terreno común entre las partes.
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La suspensión ha sido recibida con cierta satisfacción en varias capitales europeas. Diversos líderes del continente ven con desconfianza cualquier maniobra diplomática rusa, temiendo que se utilice para congelar el frente y reforzar posiciones en el campo de batalla. Desde Londres, París y Berlín se reiteró que no apoyarán ningún acuerdo que implique concesiones territoriales por parte de Ucrania.
Mientras tanto, la Unión Europea avanza con sus planes de utilizar activos rusos congelados —valorados en miles de millones de dólares— para financiar la resistencia ucraniana, una propuesta aún bajo revisión legal, pero que cuenta con amplio respaldo político.
Desde el Kremlin, el portavoz Dmitry Peskov intentó suavizar el impacto de la cancelación, aludiendo a la falta de preparación adecuada para un nuevo encuentro. «Se necesita preparación, una preparación seria», afirmó, restando urgencia a la reunión con Trump, la cual no se celebraba desde su último encuentro en Alaska en agosto, sin avances concretos.
Por su parte, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy continúa apelando a un aumento de presión internacional. En un mensaje publicado en su canal de Telegram, insistió: «Necesitamos poner fin a esta guerra, y sólo la presión llevará a la paz».
Añadió que Rusia había mostrado señales de interés en la diplomacia cuando la posibilidad de recibir misiles Tomahawk por parte de EE. UU. estuvo sobre la mesa, pero que «en cuanto la presión disminuyó un poco, los rusos comenzaron a tratar de dejar la diplomacia de lado, posponer el diálogo».
Zelenskyy ha estado presionando a Washington para obtener armamento de largo alcance. No obstante, Trump se ha mostrado dubitativo sobre esta medida, pese a las reiteradas solicitudes ucranianas.
En tanto, la Casa Blanca confirmó que Trump mantendrá una conversación telefónica con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, este miércoles, aunque no se han revelado detalles sobre el contenido de la llamada.
La OTAN sigue jugando un papel central en la canalización de apoyo militar a Ucrania, con Canadá y varios países europeos financiando gran parte del suministro armamentístico.
La guerra en Ucrania, que entró en su cuarto año, ha sido una fuente constante de ambigüedad en la posición de Trump. Inicialmente, presionó a Ucrania para que negociara y cediera territorios, pero luego endureció su postura al enfrentar la intransigencia de Putin.
El mes pasado, Trump sorprendió al afirmar que Ucrania podría recuperar todo su territorio perdido. Sin embargo, tras nuevas conversaciones con Putin y Zelenskyy, volvió a sugerir una línea de congelamiento en las posiciones actuales y llegó a proponer que la región del Donbás fuese “dividida”, mayoritariamente en manos rusas.
Sin embargo, esa idea ha sido tajantemente rechazada por Kiev. Ucrania considera inaceptable renunciar al 20 por ciento de su territorio actualmente ocupado por fuerzas rusas. Zelenskyy y sus aliados argumentan que cualquier congelamiento del conflicto dejaría abierta la posibilidad de futuras agresiones.
Por su parte, desde Moscú, el ministro Lavrov reiteró la negativa rusa a un alto el fuego inmediato, argumentando que ello contradecía lo discutido en la última cumbre con Trump. Rusia mantiene su exigencia de un acuerdo integral, mientras sigue afianzando su presencia en territorio ucraniano.
Con Información de Agencias