Puede que el nuevo proyecto de gas natural licuado ante la costa occidental de África sólo esté completo en un 80 por ciento, pero la perspectiva de un nuevo proveedor de energía ya ha motivado visitas de los líderes de Polonia y Alemania.
Se espera que en un principio, el campo cerca de las costas de Senegal y Mauritania contenga unos 425 mil millones de metros cúbicos (unos 15 billones de pies cúbicos) de gas, cinco veces más que todo lo que utilizó en 2019 Alemania, un país muy dependiente del gas. Pero la producción no comenzaría hasta principios del año que viene.
Eso no ayudará a resolver la crisis energética provocada en Europa por la guerra de Rusia en Ucrania. Aun así, Gordon Birrell, ejecutivo de BP, coimpulsora del proyecto, dijo que la obra “no podría ser más oportuna”, ya que Europa intenta reducir su dependencia del gas natural ruso para fábricas, centrales eléctricas y calefacciones domésticas.
“Los acontecimientos mundiales actuales demuestran el papel vital que puede jugar (el gas líquido) para socavar la seguridad energética de naciones y regiones”, dijo el mes pasado en una reunión del sector energético en África Occidental.
Nigeria tiene las reservas de gas natural más grandes de África, indicó Horatius Egua, vocero del Ministro de petróleo, aunque supone apenas el 14 por ciento de las importaciones de la Unión Europea de gas natural licuado, o GNL, que llega en barco. Los proyectos de infraestructura enfrentan riesgos como el robo de energía y altos costes. Otros países prometedores como Mozambique han descubierto grandes reservas de gas, pero han visto los proyectos demorados por violencia de milicianos islámicos.
Europa ha buscado proveedores alternativos conforme Moscú iba reduciendo el flujo de gas natural a los miembros de la UE, lo que disparó los precios de la energía y aumentó las expectativas de recesión. El bloque de 27 países, que esta semana celebra una reunión de ministros de energía para abordar un límite al precio del gas, se prepara para un posible corte total del gas ruso, aunque ha conseguido llenar sus reservas al 90 por ciento.
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Los líderes europeos han acudido a países como Noruega, Qatar, Azerbaiyán y especialmente el norte de África, donde Argelia tiene un gasoducto a Italia y otro a España.
Italia firmó un contrato de gas de cuatro mil millones de dólares con Argelia en julio, un mes después de que Egipto acordara con la Unión Europea e Israel aumentar sus ventas de GNL. Angola también ha alcanzado un acuerdo de gas con Italia.
Aunque un acuerdo anterior permitió a la compañía energética más grande de Italia comenzar la producción en dos campos gasíferos de Argelia esta semana, no estaba claro cuándo empezarían las entregas del contrato de julio porque el texto no incluía detalles, según los analistas.
Líderes africanos como el Presidente de Senegal, Macky Sall, quieren que su país se beneficie de estas iniciativas, aunque reciben presiones para no apostar por los combustibles fósiles. Tampoco quieren exportarlo todo, ya que se estima que 600 millones de africanos no tienen acceso a electricidad.
“Es legítimo, justo y equitativo que África, el continente que menos contamina y que está más rezagado en el proceso de industrialización, explote sus recursos disponibles para proporcionar energía básica, mejore la competitividad de su economía y alcance el acceso universal a la electricidad”, dijo Sall el mes pasado en la Asamblea General de Naciones Unidas.
Argelia es una proveedora importante -junto con Egipto, supuso el 60 por ciento de la producción de gas natural en África en 2020- pero en este momento no puede compensar por sí sola la falta del gas ruso en Europa, señaló Mahfoud Kaoubi, profesor de economía y especialista en cuestiones de energía en la Universidad de Argel.
“Rusia tiene una producción anual de 270 mil millones de metros cúbicos, es enorme”, explicó Kaoubi. “Argelia son 120 mil millones de metros cúbicos, de los que el 70 por ciento va dirigido al consumo del mercado interno”.
Está previsto que Argelia alcance unas exportaciones de 31 mil 800 millones de metros cúbicos este año, según Tom Purdie, analista de gas para Europa, Oriente Medio y África en S&P Global Commodity Insights.
“La principal preocupación aquí gira en torno al calibre de aumento de producción que puede lograrse y el impacto que podría tener la demanda interna” dada la cantidad de gas que consume la propia Argelia, dijo Purdie.
Egipto, un país que necesita efectivo, también quiere exportar más gas natural a Europa e incluso ha regulado el aire acondicionado en centros comerciales y la iluminación de las calles para ahorrar energía y venderla en su lugar.
El Primer Ministro, Mostafa Madbouly, dice que Egipto aspira a ingresar 450 millones de dólares adicionales al mes en divisas al derivar el 15 por ciento de su consumo interno de gas a la exportación, según medios estatales.
Más del 60 por ciento del consumo de gas natural en Egipto se dedica a centrales eléctricas para mantener el país en marcha. La mayoría de su GNL va a mercados asiáticos.
Un nuevo acuerdo a tres bandas hará que Israel envíe más gas a Europa a través de Egipto, que tiene instalaciones para licuar el gas para exportarlo por mar. La UE dice que ayudará a los dos países a aumentar su producción y prospección de gas.
En Nigeria, los ambiciosos planes aún no han dado resultados pese a años de planificación. El país exportó menos del uno por ciento de sus amplias reservas de gas natural el año pasado.
Hay una propuesta para construir un gasoducto de cuatro mil 400 kilómetros (dos mil 734 millas) que llevaría gas nigeriano a Argelia a través de Níger, pero está estancado desde 2009, principalmente por su coste estimado de 13 mil millones de dólares.
Muchos temen que incluso si se completa, el Gasoducto Transahariano plantearía riesgos de seguridad como los oleoductos de Nigeria, que sufren ataques frecuentes de milicianos y vándalos.
Esos mismos desafíos acecharían al aumento de exportaciones a Europa, señaló Olufola Wusu, experto en gas y petróleo con sede en Lagos.
“Uno mira a la realidad sobre el terreno, cuestiones que tienen que ver con el robo de crudo- y otros comienzan a cuestionar nuestra capacidad de suministrar gas a Europa”, dijo.
Wusu instó a priorizar el GNL, que describió como la estrategia de gas “más rentable” por el momento.
Ese plan tampoco está exento de problemas. Nigeria LNG Limited, la empresa de gas natural más grande del país, dijo en julio que su planta operaba apenas al 68 por ciento de su capacidad, principalmente porque sus operaciones y ganancias se habían visto mermadas por el robo de crudo.
En el sur, Mozambique parecía encaminada a convertirse en importante exportador de GNL tras el hallazgo de reservas considerables en su costa del Océano Índico en 2010. La compañía francesa TotalEnergies invirtió 20 mil millones de dólares y empezó a trabajar para extraer gas que sería licuado en una planta que está construyendo en Palma, en la provincia norteña de Cabo Delgado.
Pero la violencia extremista islámica obligó a TotalEnergies a archivar el proyecto sin fecha el año pasado. Las autoridades de Mozambique han prometido asegurar la zona de Palma para permitir que se reanuden los trabajos.
La firma italiana Eni, por su parte, siguió adelante con su plan para bombear y licuar parte de sus depósitos de gas encontrados en Mozambique en 2011 y 2014. Eni estableció una plataforma en el Océano Índico, a 80 kilómetros (50 millas) de la costa, lejos de la violencia en Cabo Delgado.
Es la primera instalación flotante de GNL en aguas de África, dijo Eni, con una capacidad de licuar 3.4 millones de toneladas de gas al año.
La plataforma empezó a licuar gas el 2 de octubre, según Africa Energy, y se espera que el primer cargamento salga hacia Europa a mediados de octubre.
Con información de agencia AP
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