La política alemana Annalena Baerbock ha sido elegida como presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) para su 80º periodo de sesiones que comenzará en septiembre.
La exministra de Asuntos Exteriores de Alemania, quien desempeñó ese cargo entre 2021 y 2025, se convertirá en la quinta mujer en liderar el principal órgano deliberativo de la ONU, compuesto por 193 Estados miembros.
La votación se resolvió con una clara mayoría: Baerbock recibió el respaldo de 167 naciones, superando con holgura los 88 votos necesarios para obtener el cargo. Su única oponente, la también alemana Helga Smith, recibió apenas siete apoyos, mientras que catorce países optaron por abstenerse en esta votación secreta.
El resultado no sorprendió a los observadores diplomáticos, ya que este año correspondía al grupo regional de “Europa Occidental y otros” proponer a la persona encargada de presidir la Asamblea.
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La candidatura de Baerbock ya había sido ampliamente respaldada por los miembros del organismo dentro de la Unión Europea, lo que facilitó su consolidación como la opción de consenso a la hora de la eleccion.
A pesar de que el cargo de presidente de la Asamblea General se renueva anualmente —y por tanto ha habido 79 personas en el puesto hasta ahora—, la participación de mujeres ha sido notoriamente baja. La última en ocupar esta función fue la diplomática ecuatoriana María Fernanda Espinosa, quien asumió en 2018.
Más allá de este avance, el máximo puesto de liderazgo dentro del sistema de la ONU, la Secretaría General, aún no ha sido ocupado por una mujer. Las crecientes demandas para cambiar esta realidad podrían intensificarse cuando António Guterres finalice su mandato en 2026.
La Organización de las Naciones Unidas ha incluido entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible la necesidad de promover la igualdad de género y el liderazgo femenino, buscando “garantizar la participación de la mujer en todos los aspectos de la vida”.
No obstante, como recuerda con frecuencia el actual secretario general, “las decisiones en Naciones Unidas las toman en última instancia los Estados miembros”, lo que complica avances estructurales si no hay voluntad política colectiva.
Con Información de Agencias
