México

A un año del “Zambadazo”, el baño de sangre en Sinaloa

El jueves 25 de julio de 2024, alrededor de las 16:00 horas, el Departamento de Justicia de Estados Unidos informó que Ismael “El Mayo” Zambada, el legendario, inasible y cauteloso líder histórico del cártel de Sinaloa, había sido “entregado” a las autoridades norteamericanas del FBI, en un aeropuerto de El Paso, Texas.

Junto con “El Mayo” Zambada fue detenido también Joaquín Guzmán López, conocido como el “Moreno Güero”, hijo mayor de Joaquín “El Chapo” Guzmán que estaba en la mira de las autoridades norteamericanas y mexicanas.

La información corrió como reguero de pólvora en las redacciones periodísticas, pero también en el territorio de Sinaloa, donde el fuego se prendió mes y medio después, en septiembre de 2024, cuando ocurrió lo que todos temían: las dos grandes facciones del cártel de Sinaloa se dividieron y se enfrentaron, al confirmarse que la “entrega” de Zambada fue una traición de los hijos del Chapo Guzmán, ex compadre del Mayo.

Estados Unidos presumió que “sin dispararse un tiro” El Mayo Zambada, a sus 76 años de edad, fue arrestado por el FBI. Las agencias norteamericanas sabían perfectamente de quién se trataba: en 60 años de historia criminal, Zambada jugó con Dios y con el Diablo para permanecer intocable, en medio de las múltiples guerras del narco en este jugoso negocio alimentado por la adicción de millones de estadounidenses.

Zambada es el último gran sobreviviente de una generación que viene de la “Operación Cóndor”, de los años setenta, el primer operativo para expulsar a los agricultores y distribuidores de droga sinaloenses que migraron hacia Guadalajara. Desde ahí, Zambada formó parte del cártel que encabezó Miguel Ángel Félix Gallardo, junto con Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo.

El Mayo sobrevivió a la “Operación Leyenda” que articuló la DEA para atrapar a todos los implicados en el secuestro y muerte del agente Enrique Camarena Salazar, desde 1984.

De la fragmentación de este grupo, El Mayo sobrevivió también a la “guerra” entre los hermanos Arellano Félix, también sinaloenses, que desde Tijuana pelearon contra el grupo comandado por Héctor “El Güero” Palma y Joaquín “El Chapo” Guzmán. Fue el principal aliado de Amado Carrillo Fuentes, el “Señor de los Cielos”, que hasta 1997 fue el principal jefe del cártel de Ciudad Juárez, la otra frontera porosa de la droga.

Discreto como un espía, sagaz como un hombre de territorio, El Mayo también sobrevivió a la muerte de Amado Carrillo y a la sospechosa desaparición y muerte de su otro compadre, Juan José de Jesús Esparragoza, alias “El Azul”, desaparecido en 2014.

“El Azul”, como el propio Félix Gallardo, el mismo Mayo Zambada y varios capos de la primera generación del narcotráfico en México fueron agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la siniestra “policía política” del régimen priista que colaboraron durante varias décadas con la CIA, a cambio de que la agencia de inteligencia de Estados Unidos los dejara operar el tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos.

El Mayo se convirtió, junto con El Chapo Guzmán, en la principal cabeza del cártel de Sinaloa desde que éste huyera de la prisión de Puente Grande, en 2001, al inicio del gobierno de Vicente Fox. Ellos se transformaron en los grandes capos de la era de la “alternancia panista” y tuvieron el control de las principales fronteras del trasiego de la droga, protegidos por Genaro García Luna, el “súper policía” que durante al menos 12 años trabajó para este grupo criminal.

El Mayo sobrevivió a las dos “fugas” del Chapo, a la cruenta guerra con los hermanos Beltrán Leyva, en 2008 y en 2010, al enfrentamiento con Nemecio Oceguera, “El Mencho”, fundador del cártel Jalisco nueva generación (CJNG), surgido de los viejos adversarios de Colima y Michoacán, la familia de los Valencia, y también a la detención de su hijo Vicente Zambada Niebla, “El Vicentillo”, ocurrida hace 15 años, quien aún trabaja como “testigo protegido” del FBI.

Por estas y otras razones, el secuestro del Mayo Zambada fue un punto de inflexión en la historia del cártel de Sinaloa. El capo tiene 29 cargos criminales desde 1997 en Estados Unidos ante 4 cortes diferentes. Su fortuna es calculada en 14 mil millones de dólares por fuentes del Departamento de Justicia norteamericano y sus viejos conocidos de la CIA saben perfectamente que Zambada tiene varias fichas de negociación y de información sobre el verdadero rostro del narcopoder.

El “caso madre” en su contra data de 2009 en la Corte de Distrito Este de Nueva York, la misma en donde se realizó el juicio en contra de El Chapo Guzmán y de Genaro García Luna.

A menos de un mes de su secuestro, se supo que la operación para capturar al Mayo en Sinaloa no fue una entrega “pactada” sino una dura traición de múltiples rostros y rastros. Durante la emboscada para citarlo para un “encuentro amistoso” fue asesinado Héctor Melesio Cuén, ex rector de la UAS, fundador del Partido de Sinaloa, aliado y luego adversario político del gobernador Rubén Rocha Moya.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, visiblemente enojado por el hecho, afirmó al día siguiente de la “entrega” de Zambada que “estamos esperando la información proveniente de Estados Unidos”. La misma frase ha pronunciado su sucesora, Claudia Sheinbaum, quien ha tenido que enfrentar las consecuencias violentas en Sinaloa de esta injerencia norteamericana.

Los periodistas Ioan Grillo y Juan Alberto Cedillo publicaron el 29 de julio del año pasado que El Mayo fue engañado para sostener una reunión con Héctor Melesio Cuen en Culiacán. Al entrar a una casa del domicilio en Huertos del Pedregal, los pistoleros de Guzmán López “emboscaron al Mayo y redujeron a sus 4 guardaespaldas”. De ahí lo llevaron al rancho de donde partió una avioneta hacia El Paso, Texas. Un lugarteniente del Mayo afirmó a los periodistas que “había agentes estadounidenses en la casa de Culiacán” donde fue emboscado el capo.

El abogado de Los Chapitos, José Luis González Meza, publicó una carta para desmentir la versión de una traición y del secuestro del Mayo. Según él, su entrega fue resultado “de una negociación que duró 4 años”.

El dato más explosivo del Zambadazo se conoció en agosto de 2024: la FGR confirmó que dos días antes del secuestro del Mayo, Ovidio Guzmán fue trasladado dos días antes de los hechos a otra prisión, según datos del Buró Federal de Prisiones (BOP).

El embajador norteamericano Ken Salazar afirmó que lo de Ovidio Guzmán fue “un cambio de medidas cautelares” y que el hijo del Chapo Guzmán “aún permanece detenido en Estados Unidos”.

 

Ahora sabemos, un año después, que las autoridades de la Fiscalía norteamericana preparaban una negociación con Ovidio, muy similar a la que hicieron con El Vicentillo, para convertirse en testigo protegido, pero mucho más delicada por sus implicaciones en el territorio de Sinaloa.

El propio Mayo Zambada afirmó en su carta publicada el 10 de agosto de 2024 que “fui secuestrado y traído a Estados Unidos a la fuerza y en contra de mi voluntad”. La carta del Mayo remata haciendo “un llamado al pueblo de Sinaloa a tener moderación y mantener la paz en nuestro estado. Nada se puede solucionar con la violencia. Hemos recorrido ese camino antes y todos pierden”.

Este mensaje, por supuesto, contrastó con la espiral de violencia que se desató en Sinaloa desde septiembre de 2024 hasta la actualidad. El camino de la violencia sólo afecta a los mexicanos y beneficia a los vendedores de armas, a los que azuzan una especie de “guerra civil” al interior del Cártel que, por supuesto, durante muchos años fue la organización criminal con la que Estados Unidos negoció durante décadas el trasiego de la droga hacia su territorio.

Con información de Jenaro Villamil para la agencia SPR

Turquesa News

Editor de Turquesa News. Canal de noticias de Grupo Turquesa, con lo más relevante del ámbito político, local, nacional, espectáculos y deportes.

Compartir
Publicado por
Turquesa News