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Abaten a ‘El Neto’ durante su recaptura, tras violenta fuga

Abaten a ‘El Neto’ durante su recaptura, tras violenta fuga
Abaten a ‘El Neto’ durante su recaptura, tras violenta fuga

Ernesto Alberto Piñón de la Cruz, mejor conocido como “El Neto”, murió la madrugada de este jueves luego de una persecución con elementos de seguridad del estado de Chihuahua.

El Gobierno de Chihuahua informó que las fuerzas del Operativo Conjunto para recapturar a aquellos reos que escaparon del Centro de Reclusión Social (Cereso) número 3 en Ciudad Juárez tuvo un enfrentamiento armado con “El Neto”, donde resultó inicialmente herido.

A través de un comunicado, detalló que los hechos ocurrieron en las inmediaciones de las calles de Toltecas y Tzetzales, en la colonia Aztecas, ubicada en Ciudad Juárez, Chihuahua.

En uno de los domicilios de dicha ubicación fue donde se llevó a cabo el intercambio de disparos. Posteriormente, “El Neto” escapó en un vehículo hasta impactarse en una gasolinera.

“En ese lugar, disparó en contra de las fuerzas del orden, resultando herido de gravedad y falleciendo posteriormente cuando era trasladado a las instalaciones de la Fiscalía de Distrito Zona Norte”, explicó el Gobierno estatal.

Como parte del operativo, fue asegurado un automóvil BMW blindado, ocho armas largas y cinco chalecos tácticos.

El trabajo de recaptura se realizó a través del trabajo conjunto de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Agencia Estatal de Investigación, la Fiscalía de Distrito Norte y la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del estado de Chihuahua.

El violento motín ocurrido el pasado 1 de enero en el Cereso número 3, de donde escaparon 30 reos y fueron asesinadas 17 personas —incluyendo 10 custodios—, tuvo como objetivo liberar a Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, alías “El Neto”, identificado como el líder de “Los Mexicles”, una célula criminal aliada del Cártel de Sinaloa.

Apenas el 11 de agosto del año pasado, este Cereso fue el epicentro de un episodio de violencia en Ciudad Juárez. Ahí se desató una riña entre grupos rivales, la cual las autoridades después señalaron que fue orquestada por “Los Mexicles” en un intento para liberar a su líder quien purgaba una condena acumulada por más de 200 años. Cuatro meses después, el grupo criminal repitió una operación similar en la que sí pudo liberar a “El Neto”.

“El Neto”, con sus decenas de acusaciones de secuestro, le acumularon condenas por 244 años de cárcel a sus cortos 21 años de edad.

Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz y sus cómplices, incluidos menores de edad, fueron aprehendidos entre 2009 y 2010, años en los que la conocida Ciudad Judicial parecía un “hervidero” ante las múltiples audiencias por secuestro en contra de los integrantes de estas bandas que aterrorizaron a los fronterizos.

En una entrevista exclusiva hecha por El Diario a “El Neto” a finales de noviembre de 2010, ya recluido en el Cereso Estatal 3 de esta frontera y con varios procesos encima, argumentó ser inocente, haber sido torturado y desde entonces fue claro en decir que “iba a salir libre”.

Quizá algo inusual en comparación con cualquier otro reo que atravesara por un proceso de ese grave delito, “El Neto” siempre mantuvo una mirada fija y segura al entrevistador además de su sonrisa, él contestó siempre sonriente todas las preguntas que se le hicieron.

Esa fue precisamente una de las características de esta banda de secuestradores, pues no sólo “El Neto” mostraba ese temple, sus cómplices reían en plena audiencia e incluso mientras sus víctimas relataban entre lágrimas lo vivido, se pudo observar al estar ahí a diario en los procesos y juicios que fueron, la mayoría, en audiencias públicas.

“No todo es cierto, no soy malo, ¿o parezco malo?, ¿verdad que no?”, expresó entre risas aquel joven de entonces 21 años en la entrevista de 2010, al preguntarle qué significaban para él todas las acusaciones en su contra y los más de 100 años en condenas que llevaba acumulados hasta ese momento.

Intento de escape de ‘El Neto’

El 7 de diciembre de 2010, un convoy de hombres armados atacó el vehículo oficial de la Policía Procesal, en el que eran trasladados “El Neto”, y otros reos. A la altura del kilómetro 20 se hizo la refriega y se pudo evitar su fuga en aquella ocasión.

Sin embargo, Piñón de la Cruz resultó herido en un ojo, mientras que su cómplice César Vega Muñoz “El Chilín”, sí logró su cometido, sin embargo, fue detenido meses después en El Paso, Texas.

Tras ese primer intento de fuga, las autoridades decidieron trasladar a finales de diciembre de ese 2010 a los secuestradores a otros penales del país, además de seguir los procesos y juicios en su contra vía satélite.

El revuelo de “El Neto” y su banda de secuestradores –todos de menos de 23 años–, fue tal, que llegó un momento en el que las mismas autoridades decidieron dejar de formularle más cargos, pues para abril de 2011, el delincuente ya sumaba 244 años de cárcel, toda su vida estaría en prisión, además de que estaba siendo demasiado costoso llevar las audiencias vía remota.

Tiempo después, sin informar el por qué ni el momento exacto, el líder criminal fue devuelto al Cereso Estatal 3 ubicado en esta frontera, posicionándose de nuevo como cabecilla del grupo criminal “Los Mexicles”, junto con su cómplice José Eduardo Soto Rodríguez “El Lalo”, quienes de acuerdo con testigos, “gobernaban” el penal, teniendo todos los privilegios posibles.

‘El Neto’ controlaba las llaves de áreas comunes

El violento motín con 17 muertos y fuga de 30 presos que se registró en una cárcel de Chihuahua, próxima a la frontera con Estados Unidos, dejó al descubierto las debilidades y la corrupción que imperan en muchas prisiones en México, donde se trafica drogas y armas y donde los reclusos tienen el control de los recintos.

Las investigaciones de los sangrientos eventos del primero de enero en el Centro de Readaptación Social (Cereso) número 3 de Ciudad Juárez, en los que fallecieron diez guardias de prisión y siete reclusos, han arrojado unas primeras conclusiones desconcertantes. En esa cárcel operaba un “autogobierno” de delincuentes que gozaban de privilegios como celdas VIP, donde tenían televisión, teléfonos móviles, cómodas camas, armas largas y cortas, diversas drogas y hasta una caja fuerte donde guardaban millonarias sumas en pesos mexicanos.

Aunque las autoridades del estado Chihuahua admitieron la víspera que desconocían las irregulares condiciones en ese penal, el presidente de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de la entidad, Néstor Manuel Armendáriz, dijo a The Associated Press que desde el 2020 esa dependencia alertó sobre el “autogobierno” que había en esa cárcel. También del comercio informal de diversos alimentos que manejaban algunos internos.

“Se observó que la seguridad estaba a cargo prácticamente de los propios internos, (y) que en algunos módulos algunos de ellos contaban con llaves de áreas de uso común, como salones de clase o comedores”, afirmó Armendáriz. Y agregó que en la última evaluación que realizaron el año pasado en esa cárcel no detectaron armas y ni droga.

A 48 horas de los violentos eventos, la Fiscalía General de Chihuahua anunció en un comunicado que cesó al director del Cereso número 3, Alejandro Alvarado Téllez, quien está bajo investigación junto a otros funcionarios del centro, para determinar quienes están involucrados en “el ingreso de objetos prohibidos”, las “omisiones” y los “actos que están fuera de la Ley”. Asimismo, se inició un proceso de traslado aéreo de 191 reclusos a otros centros penitenciarios federales.

En la cárcel estatal de Ciudad Juárez, fronteriza con El Paso (Texas), las autoridades hallaron diez armas largas, cuatro armas cortas, varios kilos de heroína, cocaína, mariguana y fentanilo, además de dinero en efectivo.

A las afueras del penal se incautaron 17 armas largas y cinco cortas, un lanzagranadas, ocho chalecos tácticos y dos vehículos, uno de los cuales fue utilizado la mañana del primero de enero en un ataque armado que se realizó previo al motín.

El Fiscal del estado de Chihuahua, Roberto Fierro Duarte, confirmó que durante los violentos incidentes se fugaron 30 reclusos del penal. Entre los fugados, se identificó a Ernesto Alfredo Piñón, alías “El Neto”, líder de la banda “Los Mexicles” que está vinculada al Cártel de Caborca, un grupo criminal que estuvo liderado por el narcotraficante Rafael Caro Quintero, quien fue recapturado a mediados del año pasado.

Tras el motín y la fuga, se desplegaron en el estado Chihuahua varios cientos de militares y policías para tratar de recapturar a los evadidos. Durante la operación se registró el lunes un enfrentamiento armado entre presuntos delincuentes y autoridades que dejó como saldo siete muertos, de los cuales cinco eran agresores y dos policías. Otros dos policías resultaron lesionados.

Las autoridades no han aclarado hasta el momento por qué no se actuó con antelación para hacer frente al “autogobierno” y otras irregularidades en el Cereso número 3, que se conocían desde hace al menos dos años.

Al respecto, Saskia Niño de Rivera, presidenta de la asociación civil local Reinserta -que atiende a poblaciones vulnerables de las cárceles-, afirmó que las irregularidades y la corrupción que imperan en muchas cárceles mexicanas no se atienden por el desinterés de las autoridades en el sistema penitenciario. “La seguridad está completamente politizada pues las cárceles no venden políticamente hablando”, agregó.

Niño de Rivera indicó que en el caso del Cereso número 3 no se ha actuado por el “miedo” de las autoridades estatales. Temen situaciones de violencia a gran escala como la que se vivió en agosto pasado en Ciudad Juárez cuando desde la cárcel se ordenó, en protesta por el traslado de algunos reclusos, el incendio de vehículos y comercios y varios tiroteos que dejaron once fallecidos.

La activista afirmó que lo ocurrido en el Cereso número 3 es “un ejemplo muy claro de lo que pasa en gran parte de las cárceles mexicanas donde hay absoluta ingobernabilidad y donde están completamente olvidados por las autoridades”.

En México, hay 319 cárceles, de las cuales 15 son centros penitenciarios federales, 251 prisiones estatales y 53 centros de atención a adolescentes. La población penal se estima en unas 226 mil personas, muchas de las cuales viven en graves condiciones de hacinamiento, en particular en entidades como el Estado de México, Morelos, Nayarit y Durango donde la sobrepoblación penitenciaria supera en más del 60 por ciento la capacidad de los penales.

El hacinamiento, generado en parte por el mecanismo de prisión preventiva que mantiene en la cárcel a miles de reclusos sin sentencia, sumado al escaso personal de custodia -muchos de los cuales tienen malos salarios-, ha favorecido la corrupción y la violencia en las cárceles, según estiman los analistas.

Un claro ejemplo es el Cereso número 3 que tenía hasta el día de la fuga unos cuatro mil presos, lo que superaba en un 23 por ciento la capacidad de la cárcel.

El problema de sobrepoblación de esa prisión se debe a que el 90 por ciento de su población tiene prisión preventiva y sólo 10 por ciento está sentenciada, reconoció el presidente de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Chihuahua. Agregó que esa situación revela que “la impartición de justicia no está siendo ni tan pronta ni expedita”.

En México, existen dos formas de prisión preventiva: la que se declara de oficio con algunos delitos de forma obligatoria o automática y la justificada, que es cuando el fiscal la solicita a un Juez por considerar que un presunto criminal es peligroso para la sociedad o podría evadirse de la justicia.

Con información de El Diario y agencia AP

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