Ciudad de México.- México se enfrenta a una situación sin precedentes, la de tener a tres caravanas migrantes en un tramo de 500 kilómetros de carretera entre los estados de Chiapas, Oaxaca y Veracruz. El grupo más grande fue el primero en ingresar a México y le siguió otro de unas mil personas que cruzó desde Guatemala la semana pasada. Un tercero de aproximadamente el mismo tamaño el viernes vadeó el río Suchiate en la frontera.
Son cientos de migrantes que se encontraban aún en la ciudad de Córdoba, Veracruz, que comenzaron a recorrer esta mañana la etapa más larga y ambiciosa de su caravana: casi 300 kilómetros hasta la Ciudad de México, donde prevén habrá negociaciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos que les permitan llegar a la frontera estadounidense.
La marcha del día a la Ciudad de México comenzó con complicaciones: los migrantes bloquearon brevemente el tráfico en la transitada carretera para suplicar a los camioneros que pasaban por ahí que los llevaran, pero ninguno se detuvo.
Mientras otros cientos arribaron a un gran estadio al aire libre en la Alcaldía de Iztacalco, en la Ciudad de México, y se recostaron en las gradas mientras veían a mexicanos jugar al fútbol.
Empleados de la ciudad ofrecieron comida caliente en platos desechables a los migrantes, algunos de los cuales se habían subido a camiones de carga para acelerar su llegada a la capital.
Más atrás, otros migrantes que se adelantaron a la caravana principal descansaron en una iglesia en Puebla, justo a la mitad de camino entre Córdoba y la Ciudad de México.
Por otra parte, el titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Oaxaca, Arturo Peimbert Calvo, denunció que se encuentran desaparecidos desde el pasado sábado unos 100 migrantes que abordaron dos camiones para continuar su viaje.
El medio de periodistas Pie de Página reporta que, de acuerdo con el funcionario estatal, los migrantes abordaron, al parecer, dos camiones en Ciudad de la Isla, Veracruz. En las unidades las personas viajaban en condiciones infrahumanas y encerrados con candados.
“Hasta que no sepamos de su paradero siguen en calidad de desaparecidos. Estuvimos insistiendo que no se subieran y denunciándolo, pero la ausencia del Estado, de la vigilancia, de todo, es lo que ha hecho que hoy estén desaparecidos”, dijo.
Por lo pronto, se está rastreando si los desaparecidos viajaban en dos camiones, uno con placas 183-EC-3, y otro con placas KY-88-765 del Estado de México. Peimbert Calvo y su equipo dieron acompañamiento a la Caravana desde que entraron a Oaxaca por Chiapas y hasta su salida por Veracruz.
Asimismo, un alto cargo de la Cancillería de El Salvador tachó de “leyenda” las razones que esgrimen los salvadoreños que, por centenares, marchan en dos caravanas rumbo a EU, pero el miedo a la violencia de las pandillas que mueve a esta gente dista de ser un mito.
“Decirle a la población salvadoreña que es importante cuidar a los niños, que eso también es responsabilidad de ellos y que no se dejen engañar y que no armen una leyenda para justificar su migración, que seamos honestos”, demandó la viceministra para Salvadoreños en el Exterior, Liduvina Magarín.
La vicecanciller se refería a los 1.778 migrantes que el pasado 31 de octubre salieron en caravana de la capital salvadoreña, de los que 268 desistieron de seguir la marcha y continuaron 1.510, que se encuentran en Guatemala a la espera de cruzar a México, según cifras de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME).
Otros 500 que salieron el 28 de octubre ya han solicitado asilo en México.
Los datos estatales avalan que la situación de violencia, pobreza y desempleo en El Salvador distan de ser la «leyenda» que refiere Magarín.
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