“El Marro”, cual político trasnochado en campaña política, recorre el estado que lo vio nacer, Guanajuato, junto a su escolta (un grupo muy violento) para ganar el afecto de la gente.
José Antonio Yépez Ortiz, “El Marro”, va en busca de popularidad tras la matanza perpetrada en Irapuato el pasado 1 de julio en la que sus sanguinarios pistoleros habrían cobrado la vida de 27 personas en un centro de rehabilitación.
Lo han detectado en las zonas rurales de los municipios de Celaya, Comonfort y Villagrán, se mueve en vehículos todoterreno, cuatrimotos y racers.
Lo acompaña un grupo discreto y muy violento. Recorre poblaciones de cuatro mil, seis mil personas. Intenta fortalecer, en estas, una base social semejante a la que en otros días tuvo en Santa Rosa de Lima. José Antonio Yépez Ortiz, El Marro, llegó a controlar los accesos de las poblaciones donde habitaba y en las que se escondía.
No había forma de entrar a Santa Rosa, ni a San Antonio de los Morales (donde vivían sus padres), sin que él lo supiera. La red de “halcones” recibía 2,500 pesos a la semana por informarle quién entraba y quién salía. La gente que trabajaba para él, incluso sembrando sus tierras, tenía la obligación de informar sobre cualquier movimiento extraño.
En 2019 esa base social impidió la entrada de la Marina a Santa Rosa de Lima. Mientras medio millar de pobladores se le dejaba ir con piedras y palos a los uniformados, El Marro huía en una cuatrimoto hacia la zona serrana.
Eran los días en que El Marro robaba diariamente entre 40 y 50 pipas de la refinería de Salamanca; los días en que controlaba 40 kilómetros de ductos, tenía presencia en 26 municipios guanajuatenses y obtenía ganancias por 40 millones de pesos diarios.
Ahora no se para en Santa Rosa. Ni en San Antonio de los Morales. Informes de inteligencia registran su paso por Querétaro y el Estado de México. Y sobre todo por poblados de Comonfort, Celaya, Villagrán, Juventino Rosas y Cortázar, a los que hay que llegar luego de recorrer poco más de una hora en caminos de terracería.
La dificultad para acceder a estas zonas le da tiempo para saltar a otro lugar cuando se acercan las autoridades.
La guerra que desde hace varios años sostiene con el Cártel Jalisco Nueva Generación —grupo que en 2017 anunció su llegada a Guanajuato—y las detenciones que el Cártel de Santa Rosa ha sufrido, han debilitado a la organización del Marro.
Los golpes más recientes ocurrieron el jueves 23 y el viernes 24 de julio.
En la primera fecha fue detenido por elementos de la Agencia de Investigación Criminal de Guanajuato, José Guadalupe “N”, El Mamey. Según las autoridades, estaba encargado del sicariato de Celaya. El Mamey formaba parte del Cártel de Santa Rosa desde hacía años. De acuerdo con fuentes que participaron en su aprehensión, tomó parte en ejecuciones “de traidores y contrarios” y fue escalando peldaños hasta quedar como “responsable” de Celaya.
Esta ciudad figura entre las más violentas de México: durante los últimos tiempos sacuden sus masacres, sus ejecuciones, sus cobros de cuentas.
El personal de la fiscalía estatal aprovechó un momento en que El Mamey había despachado a sus escoltas, para irrumpir en el domicilio del fraccionamiento Compuertas del Campestre en que lo había situado un grupo de inteligencia.
Los agentes creen que una filtración le advirtió que iban a detenerlo. El Mamey saltó a la azotea de la casa trasera. Iba empuñando un arma. Logró atravesar dos domicilios. Finalmente fue aprehendido (hoy su defensa alega que la detención fue ilegal, pues la orden de cateo señalaba un domicilio distinto a aquel en donde se le capturó).
Al día siguiente la fiscalía aprehendió al hermano del Mamey, un sujeto catalogado como “muy violento”, al que se conoce como El Tortas.
El operativo se ejecutó de madrugada. A pesar de su violencia, El Tortas no tuvo oportunidad de responder.
Desde que en enero de 2019 se decretó la supuesta guerra contra el “huachicol”, el Cártel de Santa Rosa abrió en Celaya y otros municipios “nuevas líneas de negocios”. Una de esas líneas fue el robo de vehículos. Según las fuentes consultadas, El Tortas era el encargado de esta operación.
Las autoridades creen que El Marro ha perdido base social, y que los últimos descalabros (su madre, incluso, ha tenido que salir de su zona de confort para ir a vivir a otro pueblo con una comadre) lo dejan más debilitado y expuesto.
La guerra del Marro ha convertido a Guanajuato en el estado más violento de México. En 2019 dejó en la entidad más de tres mil asesinatos y ejecuciones.
Hasta junio de 2020 se contabilizaron 1,686 casos más.
Con información de El Universal
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