Celebran Viacrucis de Iztapalapa con fe esperando que Dios quite el virus. A pesar de la pandemia por el Covid-19, y la resignación por las restricciones sanitaria; muchos ponen en primer lugar su fe, en este Viernes Santo, por el Viacrucis de Iztapalapa; el más grande de México y uno de las mayores del mundo; que por segundo año se realizó sin público.
Marisa Benítez, una fiel feligrés, asegura que la esperanza la evidenció, quien a pesar de los cierres alrededor de la Catedral, llegó a la Capilla de San Pablo Ermitaño tras recibir el fármaco Sputnik V, en el inicio de la vacunación en Iztapalapa; que coincidió con la Pasión de Cristo.
«Dios sabe por qué y cuándo nos va a quitar esta enfermedad, pero sí lo sentimos mucho porque no es en la calle, como era todos los años, pero yo no pierdo la fe en que pronto Dios va a quitar esta enfermedad», expresó.
Y es que a este Viacrucis, acudían más de 1 millón de personas a las calles de Iztapalapa; la alcaldía más poblada de Ciudad de México, para presenciar la Pasión de Cristo; pero ahora la representación ha sido a puerta cerrada con transmisiones por internet; por segundo año consecutivo.
Y es que casi van 6 mil muertes y más de 96 mil contagios, Iztapalapa es la demarcación local con las cifras más altas de Covid-19 en México; que suma más de 2,24 millones de casos y unas 203 mil fallecidos, la tercera mortalidad más alta del mundo.
Por ese motivo, la vecina Esther Valladolid, reconoció las restricciones al señalar que, pese a ser la zona más afectada del país, aún hay quienes no creen en la pandemia; se niegan a usar cubrebocas.
«Dios sabe por qué nos manda todo esto, porque nosotros no entendemos; toda esa gente que anda en los balnearios; toda esa gente que se va de vacaciones, mientras nosotros estamos aquí luchando por el pan de cada día», relató.
Doña Esther, quien espera recibir la Sputnik V, el próximo martes, lamentó las afectaciones; pues ella es comerciante del área desde hace 15 años.
«Nos afecta mucho y extrañamos todo esto porque somos originarias de aquí de Iztapalapa; nos gusta, somos vecinos, y nos gusta andar con la procesión para allá y para acá; de un lado a otro, andamos atrás y en la tarde mucha fiesta; y ahorita estamos sin nada», narró.
Y es que la tradición surge en 1843, tras una epidemia de cólera que azotó a los pobladores de la zona; quienes marcharon en agradecimiento al Señor de la Cuevita, cuyo santuario nacional está dentro de la Catedral de Iztapalapa.
Así que desde entonces, participar en el viacrucis es uno de los máximos honores de los casi 2 millones de habitantes de esta alcaldía, como es el caso de Brandon Rodrigo Neri, estudiante del Politécnico, quien soñaba con interpretar a Cristo desde los 12 años.
«A puerta cerrada, o si se hubiese hecho la representación como la conocimos, para mí me da igual, porque mientras yo haga el papel de corazón para mí está perfecto», dijo el joven Cristo de 20 años, previo a la representación.
A su vez, la intérprete de María Magdalena, Annette Bárbara Aguilar, compartió su tristeza por la ausencia de la procesión masiva, en la que miles de vecinos participan como nazarenos o romanos.
«Ese tema me pone un poco triste porque mi ilusión era en el recorrido caminar, salir a ver a mi gente, a los barrios como tal, y que ahora sepa que me están viendo a través de una pantalla sí me pone triste», confesó en entrevista.
Sin embargo, Annette espera que la gente revalore la tradición en México, el segundo país con más católicos del mundo (casi 98 millones), solo después de Brasil.
«A la vez me alegra porque damos oportunidad de prestarle atención a lo que realmente es la Pasión de Cristo, pero sí me pone triste el saber que no estoy cerca de mi pueblo», comentó.
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Los feligreses de la alcaldía respetaron las restricciones, como Marisela Sánchez, quien llegó a la Capilla de San Pablo para pedir por sus padres.
«Como ciudadana, tenemos que respetar todas las reglas, más que nada es por nuestra salud, por un bienestar a la familia y con todo esto no nos queda de otra más que respetar y verlo por transmisión», apuntó.
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