Como anunciaban las (otras) encuestas, Claudia Sheinbaum Pardo resultó ganadora de un ejercicio demoscópico cuya pregunta central fue “¿A quién prefiere para la candidatura presidencial?”
Abierto aún el desenlace debido a la ruda impugnación del ex canciller Marcelo Ebrard, todo indica que la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México será quien abandere a Morena y sus aliados en la elección presidencial del año venidero.
Aquí se presenta un breve perfil biográfico de quien competirá en las urnas en busca de suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Nacida en 1962, en la familia que formaron el químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz y la bióloga Annie Pardo Cemo, Sheinbaum Pardo creció viviendo la política como algo natural: “En mi casa se hablaba de política en el desayuno, en la comida y en la cena”.
Sus padres participaron en el movimiento de 1968 y sostuvieron una larga amistad con figuras de la izquierda, como las familias del líder ferrocarrilero Valentín Campa y, sobre todo, con Raúl Álvarez Garín, a quien la ex jefa de Gobierno considera su mentor político.
De ahí que entre sus recuerdos de infancia Sheinbaum tenga las visitas dominicales a la prisión de Lecumberri, donde se encontraban recluidos los líderes del movimiento estudiantil.
Para la familia de Sheinbaum, la participación en el movimiento del 68 tuvo consecuencias negativas, pues su madre fue despedida del Politécnico, donde impartía clases.
Alumna de una escuela activa en primaria y secundaria, Sheinbaum ingresó al Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM en 1977 y paralelamente inició su participación en las luchas de la época: primero, ha recordado, en apoyo al movimiento de rechazados. En esa época tomaba clases de francés y de ballet clásico, una pasión que abandonó durante el primer año de facultad.
También por esos años acompañaría la huelga de hambre que encabezó doña Rosario Ibarra de Piedra a las puertas de la Catedral Metropolitana; se sumaría a la solidaridad con los huelguistas de la refresquera Pascual, el apoyo al STUNAM y a los maestros de la CNTE, al principio de los años 80 del siglo pasado.
Animada por su hermano mayor, Julio, decidió estudiar física. Sus profesores de la Facultad de Ciencias la impulsaron a que participara en un proyecto para diseñar estufas de leña eficientes “y mejorar la salud de las mujeres”. El trabajo de campo fue en una comunidad de la meseta Purépecha.
Mientras concluía su tesis de licenciatura dio inicio el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario (CEU, 1986-1987), que se opuso y consiguió –grandes movilizaciones de por medio– detener la reforma planteada por el rector Jorge Carpizo.
En esa etapa, Sheinbaum formó parte de lo que Carlos Monsiváis definió como el “melting pot ideológico”, es decir, del grupo que “semana a semana en reuniones cerradas examinaba el desarrollo del movimiento”.
Una parte de la “generación del CEU” acompaña a Sheinbaum hasta la fecha. A finales del año pasado se llevó a cabo un baile que tuvo como propósito fortalecer una red de ex ceuístas en su apoyo. El mensaje de esa ocasión resume la visión de Sheinbaum y sus compañeros de generación: “La victoria electoral no es, no puede ser fin último, sino apenas el abrir de las puertas hacia un sitio vedado por años para la mayor parte de la población del país… Desde la fundación del CEU hasta la fecha, las y los ceuístas fuimos, somos y seremos agentes de cambio… Hoy, una de nosotras, una destacada, valiente y brillante activista del CEU, podría ser la primera mujer en ocupar la presidencia de la República”.
Las actividades políticas nunca le hicieron abandonar sus deberes escolares. “Siempre fui muy buena estudiante”, asegura, y atribuye esa característica a la disciplina que le inculcó su madre: “Ella siempre nos decía: ‘Está bien, van a hacer otras cosas, pero la escuela es la escuela’”.
Tras concluir la licenciatura cursó la maestría en ingeniería energética en la misma UNAM y más tarde fue la primera mujer en ingresar al doctorado en la misma especialidad.
Mientras hacía sus estudios de maestría nació su hija Mariana, a quien procreó con su esposo Carlos Ímaz, de quien se separó en 2016.
Cuando su hija tenía apenas dos años, la familia se trasladó a California, Estados Unidos, donde la pareja realizó estudios de doctorado. Con ellos iba Rodrigo, hijo de un matrimonio anterior de Ímaz, con quien Sheinbaum sostiene una relación madre-hijo.
Cuatro años después volvió a sus tareas académicas en la Universidad Nacional, sin abandonar su participación en el Partido de la Revolución Democrática “como militante de base”.
En esa época, Sheinbaum conoció a López Obrador, pues fue en su casa donde se realizaron algunas reuniones para preparar la candidatura del tabasqueño al gobierno del entonces Distrito Federal en la elección de 2000.
Cuando barajaba los nombres para su gabinete, López Obrador se detuvo en la Secretaría de Medio Ambiente y pidió que le propusieran mujeres conocedoras del tema y con afinidad política.
José Barberán, estratega de López Obrador, sugirió a Sheinbaum. Ella ha narrado así el encuentro: “Lo vi en el Sanborns de San Ángel y ahí me dijo: ‘¿Cómo ves la Secretaría de Medio Ambiente? Yo lo que quiero es que disminuya la contaminación de la ciudad. ¿Sabes cómo hacer eso?’ Le dije: pues creo que sí, con un equipo. Y ya. A partir de ahí fue que se me incorpora ya al gobierno. Y de ahí establecimos una relación, de mucha confianza y trabajo”.
Como desde entonces importaban más los encargos que los cargos, Sheinbaum fue llamada la “supersecretaria” luego de que López Obrador le encomendara los segundos pisos, una de sus obras emblemáticas.
La ahora virtual candidata presidencial acompañó a López Obrador en la campaña de 2006 y luego en el “gobierno legítimo”. Pese a que había ocupado una posición de importancia y a sus posibilidades de continuar como diputada o en algún otro cargo, regresó a la academia, pero nunca abandonó el activismo en el movimiento lopezobradorista.
En 2008, por ejemplo, desempeñó un papel relevante en los debates y las movilizaciones de “Las Adelitas” contra la reforma energética propuesta por Felipe Calderón.
En 2012 formó parte del núcleo fundador de un nuevo partido, Morena, y condujo los trabajos para elegir una dirección nacional en ausencia de López Obrador.
En 2015 Morena se presentó por primera vez a elecciones. Sheinbaum fue candidata a jefa delegacional en la hoy alcaldía de Tlalpan y su triunfo fue uno de los cinco que obtuvo el nuevo partido en la disputa de 16 demarcaciones.
En el balance de su gestión ella destacó que Tlalpan fue la alcaldía que mayor presupuesto destinó a programas sociales y obra pública, “gracias a la austeridad y la disciplina en el gasto”.
Dos años más tarde, por la vía de una encuesta como ahora, fue nombrada candidata a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Su gobierno, con el lema “Ciudad innovadora y de derechos”, estuvo marcado por políticas novedosas en materia de energía y transporte, apertura de espacios educativos para jóvenes, un programa de becas universal para educación básica y resultados tangibles en la reducción de delitos. También, por la tragedia de la línea 12 del Metro que, con el caso del Colegio Rébsamen, formará parte de las baterías en su contra en la contienda que ha comenzado.
En 2021 Morena tuvo resultados adversos en la Ciudad de México, donde perdió nueve alcaldías. Pese a ello, apenas pasados los comicios, sus presentaciones públicas se acompañaron del grito de “¡presidenta, presidenta!”
Ayer, con su cómodo triunfo en la encuesta, dio un paso clave en esa dirección.
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Esta entrada fue modificada por última vez en jueves, 7 de septiembre, 2023
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