Javier Lozano Alarcón ha destacado más por los escándalos que por su aportación a la vida política del país.
El poblano ha transitado por secretarías de Estado y ha trabajado como legislador de dos partidos antagónicos por ideología, el PRI y el PAN -en los cuales ha militado según los beneficios del momento-, pero que en las últimas dos décadas han preferido caminar juntos para satisfacer intereses creados.
Hoy, Lozano Alarcón parece haber sumado otro escándalo más a su carrera como político, luego de que la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), que dirige Gustavo de Hoyos Whalter, lo nombró su vocero especial para la defensa del Estado de Derecho.
El organismo patronal afirma que las políticas económicas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador están mermando a las instituciones y democracia del país, por lo que se necesitan voces críticas que hagan un verdadero contrapeso.
Que no obstante, luego de seguir “el consejo” de los miembros de la Coparmex, De Hoyos Walther decidió dejar sin efecto este nombramiento y sugerir que el expanista daría su consejo voluntario al organismo en cuestiones legales.
Lozano Alarcón duró menos de 10 horas en el cargo, tal como ha sido su tránsito por partidos y dependencias gubernamentales, efímero.
Crítico y algunas veces hasta vociferador en contra de las políticas que el presidente López Obrador delinea para llevar a cabo la cuarta transformación del país, el fichaje de Lozano parece, en este momento, más una invitación a la confrontación que a la construcción de un verdadero entendimiento entre los empresarios y el jefe del Ejecutivo federal.
Sin embargo, el oportunismo de Lozano Alarcón a la causa del momento es vieja, tiene un largo historial.
Poblano de 55 años, inició su carrera política en el PRI y obtuvo cargos de mediana notoriedad en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, en donde sirvió en la Secretaría de Hacienda en varias funciones: fungió como director de Autorización y Crédito Externo, Coordinador de Asesores del subsecretario de Normatividad y Control Presupuestal y como director general de Normatividad y Desarrollo Administrativo hacia finales del sexenio.
Ya en plena administración de Ernesto Zedillo Ponce de León transitó como Controlar General de Pemex, subsecretario de Comunicaciones y Transportes y oficial mayor de la misma dependencia, hasta que llegó a ser subsecretario de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación y después presidente de la otrora Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel).
No es casualidad que, 14 años después de presidir la Cofetel, desde su escaño Javier Lozano, quien entonces militaba en el PAN pero estaba más al servicio de Enrique Peña Nieto, promoviera una ley secundaria, fungiendo de facto como coordinador de la telebancada, a la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones de 2013 para quitar facultades regulatorias al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y dárselas a los concesionarios de televisión radiodifundida y que ellos decidieran a su vez qué canales otorgaban a las televisoras vía satélite para su retransmisión.
El objeto de la reforma en telecomunicaciones de 2013 fue establecer que, a través de la figura del must carry, must offer, los mexicanos tuvieran acceso gratuito a las señales de televisión abierta, independientemente del sistema de televisión de paga al que estén suscritos.
En su momento, Grupo Dish acusó al senador de buscar beneficiar al duopolio televisivo: Televisa y TV Azteca.
Pero el coqueteo de Lozano Alarcón con las televisoras y el partido político del momento se remontan a todavía más tiempo atrás.
Javier Lozano fue un importante promotor de la Ley Televisa que permitía a las televisoras y radiodifusoras realizar transmisiones pagadas por privados sin distinción o advertencia al público, y difundir, sin la supervisión de ninguna autoridad, información distorsionada que manipulara a las audiencias.
Este favor puso en la mira de Felipe Calderón al poblano, quien en el año 2006 renunció al tricolor para incorporarse al PAN y participar en el equipo de campaña del michoacano a la presidencia.
Este espaldarazo a Calderón le valió una secretaría de Estado, la del Trabajo y Previsión Social, donde sumaría dos casos en detrimento de las conquistas laborales de los trabajadores.
En octubre de 2009, el gobierno calderonista, a través de un decreto y con la complicidad de la noche y un partido de futbol de la Selección mexicana, ordenó la desaparición del organismo descentralizado del gobierno federal: Luz y Fuerza del Centro (LyFC).
El argumento del gobierno federal para la extinción de LyFC fue la comprobación de su ineficiencia operativa y financiera, que no representaban un verdadero beneficio para la economía del país.
En posteriores declaraciones, Lozano reveló que la desaparición de este organismo fue planeada durante dos meses por el gobierno para hacerla coincidir con el partido de futbol de México donde consiguió su pase al mundial de Sudáfrica.
Esta maniobra les costó el empleo a 44 mil trabajadores.
No obstante, este no fue el único movimiento de Lozano Alarcón contra los trabajadores.
Como secretario del Trabajo, el poblano jugó un papel determinante en la quiebra de Mexicana de Aviación, fraguada en agosto de 2010.
El gobierno federal fue acusado de obstaculizar el proceso de concurso mercantil de la empresa y con ello beneficiar a grandes empresas extranjeras, que tenían participación en Aeroméxico, Volaris e Interjet, para quedarse con el 30 por ciento del mercado de la aerolínea.
De acuerdo con un reportaje de Jenaro Villamil para Proceso, fue el mismo Lozano Alarcón, en noviembre de 2011, quien sugirió a los empleados de Mexicana de Aviación aceptar la liquidación antes de que los activos de la empresa se redujeran drásticamente.
También será recordado como un promotor de la censura a la periodista Carmen Aristegui luego de que cuestionó si el presidente Calderón era alcohólico, y por la presión ejercida contra MVS, a raíz de esta declaración, sobre la banda de 2.5 Ghz.
Con el proceso sucesorio de Calderón, Javier Lozano simpatizó con la candidatura de Ernesto Cordero, secretario de Hacienda, a la presidencia de la República.
Sin embargo, al perder éste la contienda ante Josefina Vázquez Mota, decidió renunciar a la Secretaría del Trabajo en 2011 y contender por la senaduría por el estado de Puebla, posición que ganó.
En 2016, Lozano Alarcón se separó de su escaño en el Senado para incorporarse al gobierno de Antonio Gali como vocero de gobierno y, con ello, también respaldar las aspiraciones de Rafael Moreno Valle a la presidencia de la República.
Empero, retornó a la Cámara alta, donde fue un actor preponderante en la ruptura de la bancada albiazul, junto a Roberto Gil Zuarth, Ernesto Cordero y Salvador Vega Casillas, quienes mantenían una franca confrontación con Ricardo Anaya, entonces el presidente nacional del PAN y quien buscaba la candidatura de su partido a la presidencia.
Los desencuentros con la dirigencia panista llevaron a Lozano a cambiar nuevamente de aires y retornar al partido que le brindó la oportunidad de notoriedad, el PRI, al anunciar en 2017 su renuncia al blanquiazul para incorporarse a la campaña presidencial de José Antonio Meade, viejo amigo desde el sexenio de Calderón, de quien fue colega de gabinete, como vocero.
A la postre, Meade Kuribreña perdió la elección ante López Obrador y Lozano quedó en el ostracismo; ahora uno de los empresarios opositores al gobierno de la 4T ha decidido tenderle una mano para escalar el nivel de confrontación.
Con información de agencia Notimex
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