El Gobierno de México disolvió la última caravana de migrantes, que se encontraba desde finales de diciembre en el estado de Chiapas, tras comprometerse a procesar a sus integrantes y otorgarles eventualmente algún tipo de documento que les conceda la estancia legal en el país.
Al informar de los términos del acuerdo al que se llegó con los migrantes, Roberto González López, jefe de la oficina del Instituto Nacional de Migración (INM) en Chiapas, explicó que los casos de las y los extranjeros serán canalizados al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que presta servicio de asistencia social.
En esta oportunidad, no habrá entrega inmediata de visas humanitarias ni Formas Migratorias Múltiples, como ocurrió con otras caravanas.
Poco después de que se llegó al acuerdo, las autoridades iniciaron el traslado de la mayoría de las y los migrantes hacia un albergue del DIF ubicado en la aduana de la localidad de Huixtla, cercana a la frontera con Guatemala, en medio de desinformación y confusión.
La hondureña Senia Rodríguez hacía fila junto a su esposo y dos niños para abordar los autobuses, pero no tenía claro el procedimiento ofrecido por las autoridades migratorias.
En la misma situación estaba la salvadoreña Ana Ventura, quien esperaba junto a su esposo y sus tres hijos de 15, 12 y 10 años.
“No sabemos. La mayoría que ya se fue dicen que lo están dando (los documentos), pero saber qué tan cierto sea”, dijo Ventura.
El activista Luis García Villagrán, de la organización local Centro de Dignificación Humana AC —que guiaba al contingente— indicó que, de acuerdo con una respuesta formal del INM, se dará prioridad a las familias y a los grupos vulnerables.
García Villagrán pidió a las autoridades migratorias agilizar los procedimientos para entregar los documentos de estancia legal a las y los migrantes para que puedan continuar su camino hacia otras ciudades de México o la frontera con Estados Unidos.
“Vamos a esperar que procesen a todos, incluyendo a los solteros, para que luego podamos irnos cada uno”, comentó.
La caravana, formada por unos seis mil migrantes, partió en Nochebuena desde la localidad de Tapachula, en la frontera con Guatemala, y durante cinco días recorrió unos 100 kilómetros en el estado de Chiapas hasta llegar al poblado de Mapastepc, donde se paró ya con la mitad de sus integrantes.
La movilización coincidió con la reunión celebrada a mediados de la semana pasada entre el Presidente Andrés Manuel López Obrador, y el Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en la capital mexicana para evaluar la crisis migratoria.
La reunión se produjo tras la llamada telefónica del presidente Joe Biden a su par mexicano el 20 de diciembre para expresarle la preocupación de su Gobierno por el creciente flujo de migrantes en la frontera sur de Estados Unidos, donde llegaron a detectarse hasta 12 mil cruces al día.
Durante el encuentro, las autoridades mexicanas pidieron a Estados Unidos que de prioridad a la reapertura de algunos cruces fronterizos cerrados ante la avalancha de migrantes.
La petición fue atendida días después por Washington, que se comprometió a reanudar a partir del 4 de enero las operaciones en los cruces de Eagle Pass, Texas; San Ysidro en San Diego, California; Lukeville en Arizona y en el puerto peatonal de Morley en Nogales, Arizona, según informó el martes en la noche la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México.
Las industrias mexicanas se vieron afectadas por el cierre temporal de dos cruces ferroviarios con Texas a finales de diciembre, que se llevó a cabo con el argumento de que hubo que reasignar a agentes de la Patrulla Fronteriza para hacer frente al elevado número de entradas al país.
La región registra un flujo migratorio sin precedentes que no ha podido controlarse pese a los intentos de Estados Unidos de abrir nuevos cauces para llegar de forma legal al país, a la vez que endurece las consecuencias de hacerlo de otra forma.
Más de medio millón de migrantes, muchos de ellos venezolanos, cruzaron este año la selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá. México detectó más de 680 mil extranjeros de enero a noviembre, según las cifras oficiales. Además, un récord de casi 137 mil personas pidieron refugio en el país.
Un cruce fronterizo ubicado en la ruta más directa desde Phoenix hacia las playas más cercanas reabrirá el jueves, informaron las autoridades, un mes después de que fuera cerrado en respuesta al gran número de llegadas de migrantes.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) también anunció la reapertura de un cruce peatonal en San Diego el jueves, y la reanudación de todas las operaciones en el puente de Eagle Pass, Texas, y en un cruce de Nogales, Arizona.
Las acciones reflejan un descenso en el número de cruces respecto a sus máximos de diciembre, indicaron las autoridades. Troy Miller, comisionado interino de la CBP, señaló el mes pasado que los cruces habían alcanzado cifras “sin precedentes”, con más de 10 mil en algunos días.
El cierre del cruce en Lukeville el pasado 4 de diciembre significó una enorme presión para los principales funcionarios electos de Arizona. Aunque remoto, es utilizado para viajar a Puerto Peñasco, una zona turística mexicana ubicada en el Mar de Cortés. Los estadounidenses también visitan la comunidad fronteriza de Sonoyta para comer, ir de compras o recibir atención médica y dental.
El mes pasado, se cerraron durante cinco días cruces ferroviarios en las ciudades de Eagle Pass y El Paso, en lo que las autoridades estadounidenses calificaron como una respuesta a la gran cantidad de migrantes que abordan los trenes de carga para atravesar México en su camino hacia la frontera con Estados Unidos. Las empresas se quejaron de pérdidas económicas significativas.
Lukeville y otros cruces cerraron porque la CBP señaló que necesitaba reasignar agentes para el procesamiento de migrantes.
Con información de agencia AP
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Esta entrada fue modificada por última vez en miércoles, 3 de enero, 2024
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