El embeleso utilizado por Genaro García Luna con los periodistas fue simple, los encantó con un “chayote”, varios quedaron hechizados y aún siguen al día de hoy.
Esplendido análisis en su columna hace el periodista Álvaro Delgado Gómez, para el sitio web SinEmbargo, en el que nos entrega un imperdible recordatorio de qué comunicadores se pusieron pilinques con las mieles del presupuesto.
Inicia Delgado Gómez narrando que todo el gabinete de Felipe Calderón se sometía a Genaro García Luna: unos por cobardía, otros por interés y unos más por verdadera fascinación ante el policía que deslumbró también a Vicente Fox, a Marta Sahagún, a Santiago Creel, a Alejandro Gertz Manero y a todos los implicados en la fuga del narcotraficante emblema de los gobiernos del PAN: Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Pero si el poder político estaba a los pies de García Luna, en buena medida por los expedientes que como agente del sistema de espionaje tenía de los personajes más prominentes –desde corrupción hasta adicciones, vicios e infidelidades matrimoniales–, también el empresariado, al que proveía de vehículos y escoltas armados para su protección… y vigilancia.
García Luna se reunía a menudo con periodistas que hasta ahora predominan en televisión, radio y medios escritos y digitales, a quienes embelesaba con información, dinero y favores, incluidos servicios para su protección personal y familiar, a cambio de su silencio sobre sus excesos y complicidades.
Carlos Loret de Mola, Raymundo Riva Palacio, Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva, Francisco Garfias y otros han aceptado y hasta escrito sobre las reuniones con el policía preso en Nueva York, incluida aquella en la que les confió que, si por él fuera, habría apresado al periodista Julio Scherer García por su encuentro con el narcotraficante Ismael “El Mayo” Zambada, publicado por el semanario Proceso en abril de 2010.
Con Fox, Calderón y Enrique Peña Nieto proliferaron los periodistas obsequiosos y omisos del desempeño de García Luna y su equipo, pero no puede soslayarse la truculenta y hasta mafiosa vinculación de los propietarios y directivos de los medios con ese personaje y sus jefes, sobre todo Calderón.
Estos periodistas se beneficiaron de la relación con García Luna, pero los que más dinero obtuvieron fueron los propietarios de los medios de comunicación de México, no sólo en términos de la publicidad oficial –40 mil millones de pesos sólo con Calderón–, sino con otros millonarios negocios, como las concesiones para construir y administrar penales federales.
Y esta es la corrupción en serio, no tonterías.
Un solo ejemplo del sexenio de Calderón: Televisa, propiedad de Emilio Azcárraga, obtuvo cinco mil 649 millones de pesos, y TV Azteca, cuyo dueño es Ricardo Salinas Pliego, facturó cuatro mil 45 millones de pesos, una parte importante del presupuesto destinado a los medios electrónicos.
Esta relación perversa explica, también, uno de las expresiones de mayor complicidad entre los medios de comunicación y el poder público y de claudicación de su responsabilidad social de informar: La Iniciativa México.
Inspirada por García Luna y promovida por la vocera del Gobierno federal, Alejandra Sota, quien estaba permanentemente rodeada de escoltas de la Policía Federal, fueron precisamente Televisa y TV Azteca las que materializaron la “Iniciativa México”, en 2011, para escamotear a los mexicanos la violencia en el Gobierno de Calderón.
Esas son las complicidades al más alto nivel entre el poder político, el poder económico y el poder mediático, no sólo el de la televisión, sino también de los medios escritos, como El Universal y Reforma que se han beneficiado de este esquema.
El primero, propiedad de Juan Francisco Ealy Ortiz, cobró dos mil 092 millones de pesos en los sexenios de Fox, Calderón y Enrique Peña Nieto, y el segundo, de Alejandro Junco de la Vega, 987 millones de pesos, sólo en publicidad oficial.
La corrupción periodística en México es tan profunda y densa que alcanza a todos los niveles. Junto al nombre de los periodistas, deben aparecer también los propietarios de los medios, los mismos que hace siete décadas, el 7 de junio de 1971, instauraron el Día de la Libertad de Expresión para una relación perversa que no debe existir más.
Columna de Álvaro Delgado para https://www.sinembargo.mx/21-06-2022/4206682
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