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El grito de Jesús en la cruz que nunca ha sido descifrado

El grito de Jesús en la cruz que nunca ha sido descifrado
El grito de Jesús en la cruz que nunca ha sido descifrado

Los estudios bíblicos siguen fallando en descifrar las páginas de los Evangelios que narran la crucifixión de Jesús, figura central del cristianismo. Cada año, la Pascua plantea una serie de preguntas sin respuesta.

Sabemos que la narración de la crucifixión y muerte y resurrección de Jesús son centrales en los cuatro Evangelios, que la Iglesia ha aceptado como auténticos para distinguirlos de los apócrifos. Pero ninguna otra narración evangélica contiene tantas discrepancias y contradicciones como la de la condenación y muerte del profeta judío.

Esto demuestra que el tema ya era muy controvertido en las primeras comunidades cristianas. De ahí la controversia que continúa hasta el día de hoy sobre si fueron los romanos o los judíos quienes mataron al profeta Jesús.

E incluso hay quienes acusan a la Iglesia católica de alimentar la barbarie del nazismo y el holocausto fomentando rencores inútiles entre dos religiones que surgieron del mismo tronco bíblico.

Hasta la llegada del Papa ecuménico Juan XXIII. la Iglesia católica rezaba en los ritos de la Semana Santa «por los pérfidos judíos» que habrían sido los culpables de la muerte de Jesús.

La representación de la pasión y muerte de Jesús en Iztapalapa en la CdMx.

La representación de la pasión y muerte de Jesús en Iztapalapa en la CdMx.

Cada año el cristianismo celebra la muerte y resurrección de Jesús, sin duda el personaje que más ha resonado en el mundo occidental, influenciándolo todo, desde la religión hasta la cultura y las costumbres. Se han escrito tantos libros académicos sobre unos pocos personajes que ya superan el millón. Y, sin embargo, los teólogos aún no descifran por completo los relatos de la última semana de vida del profeta que revolucionó el judaísmo.

Y entre todas las preguntas sin respuesta tenemos el grito desgarrador de Jesús en la cruz, quejándose a Dios por haberlo abandonado a su suerte. El grito relatado por el Evangelio de Mateo: «Como a las tres de la tarde Jesús gritó a gran voz:» ‘¿Eli, Eli, el lemá de Sabactani?’, que en arameo significa: ‘¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me defraudaste?’»

Si es cierto que la Semana Santa culmina en la gloria y esperanza de la resurrección de Jesús, que la teología moderna interpreta como simbólica más que real, el grito de desesperación e incredulidad de Jesús, sintiéndose abandonado por Dios, es un momento que le pertenece a este drama. alcanza su clímax y aún repercute dos mil años después. El grito de abandono cuestiona que Jesús se viera a sí mismo como Dios, reviviendo la pregunta que cada año aterroriza a la Iglesia de que Jesús no se sintió como Dios sino como, como él mismo dijo, «Hijo del Hombre», que en arameo significa su lengua, significa que era un hombre como todos los demás.

Representación del Vía Crucis en las playas de Cancún; Ricardo “el Sordo”, ex adicto, interpretó a Jesús junto con otros 120 participantes entre actores y organizadores.

Representación del Vía Crucis en las playas de Cancún; Ricardo “el Sordo”, ex adicto, interpretó a Jesús junto con otros 120 participantes entre actores y organizadores.

Lo que refleja el grito de Jesús de desesperación y abandono de Dios en la hora de su muerte, mientras los presentes se burlaban de él, es que se veía a sí mismo como un judío ardiente que conocía las Escrituras y la historia de su pueblo. Esto es evidente cuando su desgarramiento vital en la cruz se confronta con el Salmo 22 de la Biblia, texto que dice: “A pesar de mi clamor, no vienes a salvarme”. Y agrega: «Dios mío, de día te llamo y no me respondes, de noche no me escuchas».

La recitación del salmo bíblico en boca de Jesús en el momento de su agonía es la mejor prueba de que murió no sólo como un héroe o un dios, sino como alguien a quien incluso Dios, su Padre, parecía haber abandonado.

No cabe duda que el Domingo de Pascua o Resurrección siempre ha sido visto como el clímax y momento glorioso de Cristo tratando de olvidar su grito de angustia y desesperación el Viernes de Pasión. Corresponde al deseo humano de salvación del dolor y de la muerte. Y sin embargo, la imagen gráfica de los evangelios de un Jesús que no se siente héroe o Dios en la cruz, sino que es abandonado a su suerte por todos, nos acerca de alguna manera a nuestra realidad y fragilidad humana.

Vivimos en un preciso momento de incertidumbre sobre nuestro futuro e incluso nuestro presente, marcado por gritos de guerra y amenazas de destrucción total, por miedos tecnológicos que desafían nuestra propia inteligencia como homo sapiens, dejando a millones a su suerte.

Vivimos en un momento lleno de misterios que son imposibles de descifrar e incluso cuestionar nuestra identidad como seres humanos. En medio de este torbellino de incertidumbres, dudas y temores, de miedo sobre qué esperar de nuestros hijos en un mundo convulso, el Viernes Santo, cuando el Crucificado está a punto de morir, parece mucho más cercano, más que la propia resurrección.

A mis 90 años sigo convencido de que a pesar de nuestros miedos y gritos de desesperación, ante un futuro que nos aterroriza con sus cambios de paradigma, seguimos viviendo mejor que nuestros antepasados ​​y con mayor potencial de esperanza para una nueva vida. más justos, menos desiguales, pueden simplemente venir de las manos de lo que hoy nos asusta por su rabiosa novedad.

Sin embargo, entiendo que hoy, ante las convulsiones de todo tipo de angustias a las que nos atrae el mundo nuevo e incierto que nos persigue, los creyentes nos sentimos más cerca del grito desesperado, de los sentimientos de angustia y abandono de Cristo en el mundo de la Cruz que al mito de la resurrección.Sí, el grito de dolor y abandono de Cristo en la cruz sigue siendo triste y furiosamente real para los millones de personas a quienes la ambición de unos pocos condenan a muerte y deja sus vidas preguntándose por qué Dios, sea quien sea, lo ha dejado. ella a su suerte.

No obstante, Felices Pascuas a todos los lectores, creyentes o no, pues todos somos hermanos, en busca de la paz y la felicidad y no de guerras y amenazas de nuevos holocaustos que nos hacen pensar que los dioses, quienesquiera que sean, nos abandonaron a nuestra suerte.

Con información de El País

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