Histórica visita a Palacio Nacional, Estela de Carlotto, fundadora de la Abuelas de la Plaza de Mayo en Argentina, se solidariza con las madres buscadoras de los desaparecidos en México.
De Carlotto es una de las fundadoras del colectivo argentino Abuelas de Plaza de Mayo, y desde la tribuna en la mañanera lanzó un mensaje de unidad para toda Latinoamérica, que haya “memoria, verdad y justicia” por los desaparecidos en todo el continente y que eso no vuelva a suceder: “Nunca Más”.
De visita en México, Estela de Carlotto, fundadora de la organización Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina conformada por mujeres a las que les desaparecieron sus hijos durante la dictadura militar en ese país, acudió a la conferencia matutina, invitada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Al comenzar la conferencia, López Obrador destacó su larga trayectoria como luchadora social y defensora de los derechos humanos. “Nos da muchísimo gusto que esté con nosotros. Es un símbolo de la resistencia de la defensa de los derechos humanos”.
López Obrador subrayó que al mismo tiempo “Estela es la defensora en América Latina, en el mundo de quienes padecen, sufren por el autoritarismo. Que nunca más vuelva el fascismo a nuestra América. Ella es algo muy especial”.
Luchadora desde que su hija, Laura Estela, fue secuestrada y desaparecida en 1977 cuando estaba embarazada, De Carlotto se empeñó en la búsqueda de su nieto hasta encontrarlo en 2014, un pianista y compositor que, cuando se enteró de que era adoptado, acudió a la organización para revisar su situación. Músico de profesión, registrado como Ignacio Hurban, ahora renombrado Ignacio Montoya Carlotto.
En breve entrevista antes de iniciar la conferencia, De Carlotto dijo que ha venido a México muchos años, reconociendo la postura mexicana en aquel periodo, pero sus visitas han sido también para solidarizarse y encontrarse con los dolores de madres mexicanas que enfrentan la desaparición de sus hijos “es un gesto de hermandad que debemos tener porque esto que ha pasado en Argentina ha pasado casi en todos los países latinoamericanos. Nos hemos hermanado por eso y nunca más”.
Mencionó que a partir de esos sucesos, en Argentina han tenido la estabilidad democrática más larga de la historia, 40 años. La presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo llegó acompañada de su hija Claudia y de Victoria Montenegro, una nieta que fue recuperada.
“Tengo 92 años voy a seguir hasta que pueda con bastón o en silla de ruedas, mientras la cabeza y el corazón lata, voy a estar ayudando a encontrar a los nietos que faltan y el castigo, justicia, justicia no venganza, pero sobre todo no olvidar”.
Poco después, invitada por el presidente a hablar, De Carlotto dijo que el “¡nunca más!, no es una palabra, es una necesidad para toda la gente de América Latina. México no es un país hermano, es hermanísimo. Aquí han recibido exiliados para salvarles la vida. Venimos a México y encontramos un nieto, lo llevamos con su papá a la Argentina. Lo que está pasando en México de bueno o malo también lo vivimos en Argentina”.
Ya durante la conferencia mañanera señaló: “sobre todo este es mi mensaje: estrechemos los brazos de toda Latinoamérica para la verdad, la memoria la justicia y el Nunca Más”, dijo sostenida por su bastón y flanqueada por el Presidente.
“Es un poco inesperado, no es que no hable, hablo todo el tiempo. Hace 45 años que soy parte de una lucha en la Argentina por la desaparición forzada de personas y siendo abuela, madre, tenemos esa doble tarea de búsqueda que es imposible dejar de hacerla. Tengo 92 años, voy a cumplir 93, y mientras tenga un bastón o una silla y la gente vea que tengo el cerebro lúcido, voy a seguir para que esto no vuelva a pasar Nunca Más. No es una palabra, es una necesidad para todos los pueblos de Latinoamérica”, añadió.
De Carlotto regaló un libro al Presidente sobre la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo, quien ahora se dedica a buscar también a los nietos que los desaparecidos en la última dictadura argentina (1976-1983) tuvieron en cautiverio. Hasta 2023 se ha recuperado la identidad de 132 nietos, que recibieron otra identidad cuando nacieron, sin saber su origen, y en muchas ocasiones fueron “adoptados” por las mismas familias militares que reprimían y asesinaban a sus verdaderos padres y madres.
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