La histórica apertura del Campo Militar Número 1 a los familiares de las víctimas de abusos por parte del Ejército Mexicano revivió sentimientos y reclamos hacia los militares en México, como el que hizo la hija del maestro y activista Lucio Cabañas Barrientos.
El Campo Militar Número 1, ubicado en la Ciudad de México, fue un centro de tortura durante la “guerra sucia”. Fue un limbo para violar derechos humanos. Y se mantuvo cerrado décadas y décadas. Hasta ahora.
Micaela Cabañas, única hija del maestro Lucio Cabañas Barrientos y la señora María Isabel Anaya Nava alzó la voz durante el evento donde estaba el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Crescencio Sandoval. Le recordó que su madre fue violada en ese lugar por el exgobernador de Guerrero Rubén Figueroa.
“Tras el cerco que perseguía a mi padre, un noviembre de 1974, en alguna casa del poblado de Tixtla, Guerrero, fuimos aprehendidos mi abuela, mis tíos, mis primos. Todos éramos niños. Fuimos aprehendidos y fuimos llevados a este recinto, donde en este momento se hace vergonzoso decirlo, pero en aquél tiempo era algo muy normal. Apenas cumplía dos meses de edad. El campo militar en ese entonces era considerado el centro clandestino de reclusión más grande de esa época. Y quiero decirles que ahí empezó nuestro calvario, cuando llegamos aquí”, dijo Micaela al recordar su paso por ese lugar a los dos meses de edad.
“Mi madre fue torturada, fue violada y fue ultrajada, pero me defendía, porque dice que en las noches llegaban los militares y me tomaban de un pie y ponían una pistola en la cabeza y le decían: ‘Dinos dónde está Lucio’. Pero, ¿a dónde estaba, si ellos ya lo habían matado? ‘¿A dónde estaba el Lucio?’ Ella no podía decir nada. Debo decir también que mi madre era una adolescente que tenía 14 años. Quiero decirles también que yo llegué aquí de dos meses y en algún lugar de este edificio yo aprendí a caminar, aprendí a correr y a decir mis primeras palabras. En este lugar y con el cobijo de mi madre y de toda la familia Cabañas que aquí nos encontrábamos en la clandestinidad, porque así lo dijeron el gobierno de ese entonces, sufrimos tortura, tortura física, moral y sicológica, y muchas otras violaciones, incluida la sexual, puesto que mi madre salió de aquí embarazada del gobernador de ese entonces del estado de Guerrero, que a mí —disculpen la palabra— me da hasta asco pronunciar su nombre. […]”, agregó Micaela sobre la violación que sufrió su madre por parte del entonces gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa Figueroa.
Rubén Figueroa Figueroa, quien fue gobernador de Guerrero entre el 1 de abril de 1975 al 31 de marzo de 1981. Se le conocía también como el “Tigre de Huitzuco”, se caracterizó por su mano dura y fue ligado con asesinatos y con el narcotráfico. En 2002, por ejemplo, fue procesado por vínculos con grupos del crimen organizado y posteriormente fue exonerado.
Frente al Presidente Andrés Manuel López Obrador y el general Luis Crescencio Sandoval, Micaela Cabañas les dijo que el Gobierno no pagaría con nada el sufrimiento de las víctimas que fueron torturadas en el Campo Militar 1. También les exigió justicia.
“Tengo que decirles que con nada, con nada nos van a pagar todo lo que pasamos y todo lo que sufrimos en estos lugares, con nada nos van a regresar a nuestras personas y familiares que quedaron en la espera de justicia. Se están yendo y no llega. Tengo fiel confianza en esta nueva comisión, tengo confianza porque sé quiénes la están dirigiendo y tengo confianza principalmente en quien dirige el país”, finalizó.
Reclaman al titular de Sedena
El jefe del Ejército de México escogió un mal momento para elogiar a las fuerzas armadas: El inicio el miércoles de una comisión para investigar los abusos militares y policiales del pasado que pretendía ser todo un acto de reconciliación.
Las familias de las víctimas al escucharle no pudieron contenerse y comenzaron a gritarle y a protestar.
México pretende hacer justicia sobre uno de los periodos más negros de su historia: 25 años de la segunda mitad del siglo XX en los que los cuerpos policiales y militares torturaron, asesinaron y desaparecieron a cientos de personas.
Pero Luis Cresencio Sandoval, secretario de Defensa, en lugar de hablar del “sufrimiento”, “represión” o “historia negra” —las palabras escogidas por el Presidente Andrés Manuel López Obrador en el discurso que siguió al del general— éste anunció que los nombres de los militares muertos en esa época se inscribirían en un monumento a los caídos “como un tributo y un sentido homenaje a los soldados que cumplieron con su deber aún a costa de su vida”.
“¿Dónde están los desaparecidos, secretario?”, le espetó uno de los familiares a mitad de su discurso que acabó con familiares puestos en pie increpándole al grito de “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
"¡FUE EL EJÉRCITO! ¡VIVOS SE LOS LLEVARON!"
Así le gritaron en la cara a @Luis_C_Sandoval, de la SEDENA, mientras homenajeaba a soldados durante la apertura de archivos militares a la Comisión de la Verdad y Esclarecimiento Histórico.
Nunca volverán a tener su silencio. pic.twitter.com/jEeNyZ7AAo
— Ruido en la Red (@RuidoEnLaRed) June 22, 2022
La comisión investigará los abusos y violaciones graves a los derechos humanos que tuvieron lugar entre 1965 y 1990 con el fin de hacer justicia por esos crímenes, buscar a las personas que todavía siguen desaparecidas de esa época —en torno al millar— y reparar a las víctimas.
El ejército, que cada vez tiene más funciones -desde la seguridad pública, al control de las aduanas, la cría de árboles, la gestión de un aeropuerto o la construcción de grandes infraestructuras— se ha comprometido a abrir sus archivos para ello. Pero discursos como el del General suscitan dudas sobre si los objetivos del Gobierno de cerrar cuentas con la historia podrán realmente lograrse.
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