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México

Honra Sheinbaum a las víctimas de los sismos de 1985 y 2017

Honra Sheinbaum a las víctimas de los sismos de 1985 y 2017
Honra Sheinbaum a las víctimas de los sismos de 1985 y 2017

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó la ceremonia de izamiento de la bandera a media asta en el Zócalo capitalino en honor a la memoria de las víctimas de los sismos de 1985 y 2017.

Desde Palacio Nacional, acompañada de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, fue escoltada por los titulares de la Defensa Nacional, Ricardo Trevilla, de Marina, Raymundo Morales; de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, de Seguridad y Protección Civil, Omar García Harfuch. A las 7:19 comenzó el izamiento del lábaro patrio.

También la acompañaron la titular de Protección Civil, Laura Velázquez, y el presidente de la Cruz Roja Mexicana, Carlos Freaner.

Para honrar la memoria de las víctimas, la banda de guerra de la Defensa entonó el toque “Silencio”.

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó la ceremonia de izamiento de la bandera a media asta en el Zócalo capitalino en honor a la memoria de las víctimas de los sismos de 1985 y 2017.

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó la ceremonia de izamiento de la bandera a media asta en el Zócalo capitalino en honor a la memoria de las víctimas de los sismos de 1985 y 2017.

40 y 8 años de solidaridad mexicana

Dos fechas, una coincidencia que cambió para siempre el rostro de la Ciudad de México. En 1985, un sismo de 8.1 grados; en 2017, otro de 7.1. Lecciones dolorosas que subrayan la importancia de la prevención y la fuerza de la solidaridad mexicana.

Se trata de la memoria compartida por dos generaciones que enfrentaron un hecho coyuntural sin precedentes: vivir la tragedia de los terremotos y aprender a organizarse desde la emergencia, con la resiliencia y empatía que caracterizan al pueblo de México.

Café Súper Leche: la trágica historia de su derrumbe aquel fatídico día, 19 de septiembre de 1985.

Café Súper Leche: la trágica historia de su derrumbe aquel fatídico día, 19 de septiembre de 1985.

1985: un antes y un después

A las 7:19 de la mañana del jueves 19 de septiembre de 1985, un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter, con epicentro en las costas de Michoacán, cerca de la desembocadura del río Balsas, sacudió por minutos el occidente y centro del país. Lo peor se vivió en el entonces Distrito Federal.

La tragedia vino después, en cuestión de minutos: hospitales colapsados, hoteles incendiados, almacenes reducidos a ruinas, multifamiliares en escombros, talleres obreros desplomados, cristales rotos y un silencio sepulcral que dejó incomunicada a la capital, como si hubiera sido borrada del mapa.

Relojeria Omega - Este Reloj Haste, muestra la hora del terremoto en la Cd. de México en 1985.

Relojeria Omega – Este Reloj Haste, muestra la hora del terremoto en la Cd. de México en 1985.

La cifra de decesos nunca se conoció con exactitud. Oficialmente se reportaron 3,192 fallecimientos por el colapso de estructuras e incendios; sin embargo, organizaciones civiles estimaron entre 10,000 y 20,000 muertes. Más de 30,000 personas resultaron heridas y alrededor de 100,000 quedaron sin hogar.

En total, se registraron 416 edificios colapsados o con daños severos, con pérdidas económicas calculadas en 8 mil millones de dólares. Se estima que cerca de 900,000 personas tuvieron que abandonar sus viviendas.

Postales de una ciudad herida permanecen en la memoria colectiva: el emblemático Hotel Regis, el edificio Nuevo León en Tlatelolco, los multifamiliares de Pino Suárez y Juárez, el Hospital Juárez y el General, Televisa Chapultepec, el ‘Súper Leche’ en Eje Central, los almacenes de Rocha y Salinas en la Alameda, el CONALEP sobre la calle Iturbide, los talleres de costura en San Antonio Abad, entre muchos otros. Sin contar los que años después tuvieron que ser demolidos por fallas estructurales. Todos desaparecidos en cuestión de minutos, sepultando historias y familias enteras.

El 19 de septiembre de 1985: El terremoto que Transformó a México y Despertó su Solidaridad. Las cadenas humanas fueron vitales para el rescate de sobrevivientes y remoción de escombros.

El 19 de septiembre de 1985: El terremoto que transformó a México y despertó su solidaridad. Las cadenas humanas fueron vitales para el rescate de sobrevivientes y remoción de escombros.

La solidaridad como respuesta

A pesar del panorama devastador, la solidaridad mexicana emergió de inmediato. Una característica profunda de la sociedad fue su capacidad de empatía frente al dolor ajeno.

La ciudad quedó incomunicada: sin luz, agua, telefonía y bajo el riesgo de explosiones por fugas de gas. Nada detuvo a la gente: la sociedad civil comenzó a organizarse de manera espontánea. Surgieron cuadrillas de rescate, nació el grupo de los “Topos” y bomberos, socorristas y policías actuaron por instinto, ante la falta de coordinación y comunicación de unas autoridades que permanecieron ajenas a la tragedia durante horas.

Ante la ausencia del Estado, tanto del gobierno del presidente Miguel de la Madrid como del Departamento del Distrito Federal y su regente Ramón Aguirre, que tardaron en reaccionar, las calles fueron tomadas por héroes anónimos que, sin importar el riesgo, se adentraron en los escombros, formaron brigadas, alimentaron a los voluntarios, acordonaron áreas y lograron rescatar tanto a personas atrapadas (incluidos los llamados “bebés milagro” del 19S) como a cuerpos de quienes habían perdido la vida.

Durante semanas, la sociedad civil se apropió del espacio público y organizó enormes cadenas humanas para llevar ayuda a los damnificados. Las tareas de rescate de víctimas se extendieron hasta octubre, mientras que la remoción de escombros se prolongó durante años, incluso hasta 1995. En 2017 todavía existían campamentos derivados del sismo de 1985, a los que se sumaron los del nuevo terremoto ocurrido el mismo día.

La ayuda internacional fue rechazada inicialmente por el presidente De la Madrid, pero tras la magnitud de la réplica del 20 de septiembre, de 7.6 grados, aceptó el apoyo proveniente de 37 países, que enviaron brigadistas, médicos y cerca de 294 toneladas de víveres, principalmente desde Estados Unidos, Europa y América del Sur.

La imagen de solidaridad resurgió el 19 de septiembre de 2017, tras el sismo de 7.1 grados con epicentro en Axochiapan, Morelos, a menos de 120 kilómetros de la capital. El terremoto devastó a Puebla, Morelos, el Estado de México y la Ciudad de México, dejando 370 fallecidos en todo el país y más de 12,000 edificios dañados en la capital, de los cuales 38 colapsaron.

Las escenas se volvieron virales en redes sociales: toneladas de ayuda humanitaria enviada por los propios mexicanos y la comunidad internacional. En algunos puntos, la solidaridad fue tan abundante que se pedía detener el envío de agua o alimentos, pues ya no había espacio para almacenarlos.

La Protección civil y la cultura de prevención

Tras el sismo de 1985, la sociedad civil, ante la limitada respuesta del gobierno federal, se organizó para reconstruir la ciudad mediante comisiones y brigadas que dieron origen a la Comisión Nacional de Reconstrucción, sentando las bases de lo que sería el Sistema Nacional de Protección Civil, con participación del gobierno, la sociedad civil y el sector privado.

Esta experiencia condujo a la formalización del Sistema Nacional de Protección Civil en mayo de 1986, con protocolos de reacción y atención de siniestros. Ese mismo año se instauraron los simulacros anuales por el 19 de septiembre en México, como medida para reforzar la cultura de la prevención y la preparación ante sismos, además se inauguró el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES), encargado de desarrollar tecnología para prevenir y mitigar daños.

En 1988 se promulgó la Ley General de Protección Civil, reformada en 2012 y 2020. En 1989, CIRES desarrolló el Sistema de Alerta Sísmica de la Ciudad de México (SASMEX), operativo desde 1991, la primera alerta sísmica del mundo.

Desde 1986, la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) ha reforzado protocolos y coordinación con el Servicio Sismológico Nacional (SSN), la UNAM, y la CENAPRED. El SSN cuenta con más de 400 estaciones que monitorean en tiempo real las cinco placas tectónicas presentes en el país: Norteamérica, Rivera, Cocos, Pacífico y Caribe.

El fin de una era: lecciones de dos sismos

El terremoto golpeó a México en una década de por sí marcada por crisis económicas y la transición hacia un modelo de mercado liberalizado. El gasto público se había recortado en 40%, el desempleo crecía y apenas diez meses antes la explosión de San Juanico había dejado más de 500 muertos.

La capital cambió para siempre: el sismo fue el tiro de gracia que puso fin al llamado “milagro mexicano”. Sus cicatrices siguen visibles en toda la ciudad; basta caminar por el centro para ver nuevas construcciones, parques o estacionamientos en los que antes hubo edificios, como el de Bruselas 8, en la Juárez, donde murió el cantautor ‘Rockdrigo’ ese 19S, o el predio tras Bellas Artes donde se levantaba La Mariscala.

Si bien un sismo no puede predecirse con exactitud, la ciencia y la organización ciudadana han permitido ganar minutos vitales para salvar vidas. Cada 19 de septiembre nos recuerda que la prevención es nuestra mejor defensa y la solidaridad, la fuerza que distingue a los mexicanos frente a la adversidad. Dos tragedias distintas, un mismo aprendizaje: no olvidar y estar siempre preparados.

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