La Organización Meteorológica Mundial (OMM) lo confirmó: 2023 fue el año más cálido desde que existen registros. Y, por si fuera poco, varios indicadores del cambio climático alcanzaron niveles sin precedentes el año pasado. A través del minucioso informe publicado este martes, la organización deja claro que el escenario actual que vive el planeta es alarmante: solo en 2023 el aumento del nivel medio global del mar alcanzó un máximo histórico – con una tasa de aumento en los últimos diez años que se duplicó desde la década de 1993 a 2002; las temperaturas medias mundiales de los océanos alcanzaron los máximos históricos en 65 años; la extensión del hielo marino antártico logró un mínimo jamás registrado en febrero y un conjunto de glaciares que sirven como referencia para saber qué pasó a nivel hidrológico en el periodo 2022-2023 experimentaron la mayor pérdida de hielo.
Y no hay señales de un cambio de rumbo. Según el informe, las concentraciones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso – tres de los gases que crean el efecto invernadero en la atmósfera y, por ende, a los cuales hay que señalar por el cambio climático – alcanzaron niveles récord observados. A pesar de que en 2021-2022 la financiación climática logró reunir 1,3 billones de dólares, casi el doble en comparación con los niveles de 2019-2020, la brecha financiera sigue siendo enorme. Si el mundo pretende mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5°C, como busca el Acuerdo de París, las inversiones anuales en acción climática deberán ser seis veces mayores, logrando casi 9 billones de dólares para 2030 y otros 10 billones más para 2050.
“La comunidad de la OMM está haciendo sonar la alerta roja en el mundo”, dijo al respecto la argentina Celeste Saulo, secretaria general de la Organización, a través de un comunicado. Allí también recordó que el cambio climático va mucho más allá del aumento de la temperatura y que tiene que ver con los océanos, con los glaciares, y repercute en temas económicos, desplazamiento y seguridad alimentaria.
América Latina y el Caribe no es la excepción, y tuvo su particular forma de vivir – o sobrevivir – al que ha sido hasta ahora el año más caluroso de la historia. El informe, por ejemplo, señala que la temperatura superficial del océano rompió márgenes entre julio y septiembre del año pasado, siendo el Golfo de México y el Caribe dos de los lugares donde se observaron “calores excepcionales”. En cuanto a la temperatura de la tierra, también dice que “se registraron temperaturas inusualmente cálidas en amplias zonas del norte de Canadá, el sur de Estados Unidos, México y América Central, así como en extensas zonas de América del Sur”.
Como era de esperar, el cambio del periodo prolongado del fenómeno de La Niña a El Niño que se estableció en septiembre de 2023 también jugó un rol en la región. Desde México hasta el norte de Sudamérica, El Niño generó condiciones más secas de lo normal, mientras que en ciertas partes de Chile influyó en condiciones más húmedas. “Al aumentar las anomalías de la temperatura media mundial durante la transición de La Niña a El Niño, muchas regiones también experimentaron olas de calor”, aclara el informe. Entre esas regiones menciona a México, Estados Unidos y Sudamérica. Entre los lugares que vivieron un marcado déficit de lluvias también señala al sur de Sudamérica, la cuenca Amazónica y Centroamérica.
Desde Otis en México hasta falta de lluvia en Brasil
Todo apunta a que el cambio climático está haciendo que los eventos extremos sean más intensos y frecuentes, y durante 2023 este tipo de escenarios se vivieron en todos los continentes. Sin embargo, el informe destaca algunos de los casos más impactantes que se dieron en América Latina y el Caribe. El huracán Otis, aseguran, fue el evento que reportó mayores pérdidas económicas durante 2023. “Otis fue declarado huracán a las 1800 UTC del 24 de octubre, y en nueve horas se había intensificado hasta convertirse en un sistema de categoría 5, una de las tasas de intensificación más rápidas observadas en la era de los satélites”, comenta el informe. Al llegar a tierra, dejó pérdidas económicas que alcanzan los 15.000 millones de dólares, 47 personas fallecidas y 32 perdidas.
Pero a pesar de ser el más sonado y quizá impactante, no es el único evento extremo que se dio en la región el año pasado. En Argentina y Uruguay se vivió una sequía extrema, mientras que en Brasil, entre julio y septiembre, ocho estados reportaron el menor nivel de lluvias en 40 años.
Juntar todos estos escenarios, por supuesto, viene con un impacto económico y social. En Argentina, según el informe, las condiciones secas afectaron la producción de cereal que pudo caer en un 15% respecto al promedio de los últimos años, un escenario que se replicó en Centro América, a lo largo del Corredor Seco y en Haití, cuyos cultivos se vieron afectados por las condiciones climáticas. Aunque si hay que ver el vaso medio lleno, el informe también apunta que una producción récord de maíz que logró Brasil durante 2023, compensó lo que estaba pasando en otros países de la región.
“La crisis climática es el desafío esencial al que se enfrenta la humanidad y está estrechamente interrelacionada con la crisis de desigualdad, como atestiguan el aumento de la inseguridad alimentaria y los desplazamientos de población, y la pérdida de biodiversidad”, también aclaró Saulo en el comunicado.
Y aunque los datos e información dados por el informe de la OMM se limitan a lo que sucedió en 2023, el año más caluroso jamás registrado, lo cierto es que el 2024 también comenzó movido para la región. En países como Colombia varias estaciones meteorológicas han reportado récords históricos de calor y, sin ir más lejos, los incendios que se vivieron en Chile a principios de febrero ya se catalogan entre los más fatales de los últimos años.
Con información del diario El País
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