Ángel Emanuel sostenía el teléfono frente a su rostro para grabarse mientras cantaba y bailaba con un amigo. Después hizo un paneo para mostrar el lugar en el que festejaba su cumpleaños. Ahí apareció el logotipo de ese Centro Nocturno: Era el Bar 27… esa fue la última ocasión en que los vieron con vida. Dos horas después, sus cuerpos fueron hallados a kilómetros de ahí.
Los golpearon, torturaron, balearon y abandonaron en una zanja. Les robaron teléfonos, carteras y su auto. La mamá de Ángel Emmanuel, tuvo que ir a reconocer su cuerpo al anfiteatro de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad (FGJCDMX). El tatuaje de una estrella que llevaba en la muñeca, le confirmó que ese joven en la plancha, era su hijo de 26 años.
Han pasado tres meses desde aquella noche en que Ángel Emanuel Martínez Molina fue ejecutado. Y hasta ahora, la Fiscalía de Homicidios no tiene mayores avances en el caso, el cual quedó registrado en el expediente CI-FCIH/2/UI-1 C/D/00413/11-2019.
Ni siquiera ha logrado que los dueños del Bar 27 le entreguen las grabaciones de las cámaras de seguridad para saber qué pasó aquella noche; cómo fue que el joven que sonreía y se grababa bailando en el centro nocturno, acabó muerto sólo dos horas después a kilómetros de ahí.
“Lo que me dicen en La Fiscalía es que el Bar 27 no les da las grabaciones de sus cámaras de seguridad. Ahí podríamos ver cómo fue que salieron o los sacaron o con quién salió. Cómo fue que, del bar del Pedregal, terminaron hasta la Gustavo A. Madero…”, reprocha Lizbeth Molina, madre de Ángel.
Ángel Emanuel era un joven egresado de la Universidad Intercontinental. Se graduó en Administración Estratégica. Acostumbraba ayudar a su mamá en un pequeño negocio. Tiempo atrás, pasó seis meses en casa, cuidando a su padre que moría de cáncer.
“No lo digo porque sea mi hijo, pero era un buen chico. Estudiaba, se preocupaba por la casa, por apoyarme, por ayudar… era un buen chico”, recuerda su mamá. El sábado 16 de noviembre, fue a cenar y luego al Bar 27. Unos días antes cumplió 23 años, y quería ir a festejar. Alrededor de la medianoche le envió un mensaje a su mamá para avisarle que estaba en un restaurante de avenida Patriotismo. De ahí, iría al centro nocturno.
A la 1:00 de la mañana del domingo 17 de noviembre subió algunos videos a su cuenta de Instagram. Aparecía él, con un amigo dentro del Bar de Avenida San Jerónimo. “Me desperté en la madrugada y vi sus videos que estaba en el 27. Lo vi contento y me volví a dormir”, recuerda la señora.
Hasta ahora, nadie sabe cómo fue que el joven y su acompañante salieron de ahí. Pero alrededor de las 3:00 de la mañana, a kilómetros de ahí, vecinos de la colonia Gabriel Hernández, en la alcaldía Gustavo A. Madero, reportaron una serie de disparos.
Cuando la Policía acudió al lugar, halló a dos hombres sin vida. Uno de ellos tenía sangre en el rostro, la nariz destrozada, golpes en los ojos, huellas de tortura… también heridas de bala. El otro, sólo tenía disparos en el cuerpo. Después se sabría que él era Ángel.
“Al menos a mi hijo no lo torturaron. Tenía balazos, pero no huellas de tortura”, dice su mamá. A las 5:00 de la mañana, Lizbeth Molina despertó y no halló a su hijo en casa. Él nunca faltaba, y si tardaba, llamaba para avisar. Pero ahora, era diferente. Aún no amanecía cuando la mujer comenzó a buscar a su hijo. Llamó a amigos, conocidos, a Locatel… y nada.
Después del mediodía le dijeron que en la Fiscalía de Homicidios había un cuerpo con las características de Ángel. Y le pidieron que se presentara para reconocerlo. Ahí lo encontró… muerto.
La mamá del joven, sospecha que tuvo algún problema en el Bar 27 y de ahí se lo llevaron con vida, para luego asesinarlo. En el lugar donde lo hallaron, estaban los casquillos de las balas que le quitaron la vida. La colonia Gabriel Hernández, el lugar del crimen, ha servido como refugio de cabecillas de La Unión, en los últimos meses.
Ahí se ocultó por algún tiempo Eduardo Clemente Zaleta, “El Bandido” o “Cara Puerca”. Ahí mismo fue detenido en una ocasión, Andrés Munera, “El Colombo”; también arrestaron en esa zona a Alejandro Reyes Brena y a Isaac Baruch Guzmán. Los cuatro son considerados sicarios y extorsionadores del grupo delictivo.
Hasta ahora, del caso de Ángel Emmanuel y su amigo, no hay mayores avances en el caso. Aunque ya hallaron su auto, las autoridades le dicen a su mamá, que no han terminado el estudio de huellas dactilares recabadas en él. Que tampoco han conseguido cámaras del C5 que sirvan. El personal del Bar 27 no ha acudido a declarar, mucho menos ha entregado grabaciones de sus cámaras de seguridad.
Hasta ahora, la investigación permanece estancada en la Fiscalía de Homicidios. La mamá de Ángel tiene cita hasta la próxima semana en el Ministerio Público, para que le digan cómo van, y le regresen las pertenencias de su hijo… ese joven que fue a festejar su cumpleaños, pero que acabó asesinado y abandonado, en una zanja al norte de la Ciudad.
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