Se lo dijo sin rodeos, a nombre de la comunidad seri. Gabriela Molina soltó ante el Presidente: “El gobierno ya no nos persigue para aniquilarnos, pero nos matan la pobreza y el racismo…” Andrés Manuel López Obrador escuchó el reclamo, reconoció que las etnias originarias se mantienen en la base de la pirámide de la pobreza, pero destacó que hoy no hay ninguna familia indígena que carezca de al menos uno de los apoyos dirigidos a los pobres.
Fue su último encuentro de la gira con los pueblos indígenas sonorenses, frente a los cuales reivindicó que sus políticas no sólo benefician a 70 por ciento de la población, sino que también derraman beneficios a las clases medias y a los sectores más acomodados. “Les puedo decir que no hay un rico de México que en el tiempo que llevamos gobernando haya perdido dinero. A las pruebas me remito. Al contrario, les ha ido bien”.
En la costa sonorense, los seris recibieron al Presidente con otro caudal de demandas, reflejo de tantas carencias. Una oportunidad que no tenían desde hace 47 años, cuando Luis Echeverría pasó por la región. Como entonces, aún prevalece la insuficiencia de servicios médicos, mala calidad del agua, “falta de respeto a nuestros derechos más elementales como seres humanos”.
Molina describió la situación de la comunidad seri y aprovechó para dar respuesta a la petición gubernamental de proteger al borrego cimarrón, evitando la caza en su territorio y fomentar el ecoturismo. Solicitaron más tiempo para analizarla, sugerencia que aceptó López Obrador sobre la base de construir acuerdos por consenso y de buena fe, aunque fue un planteamiento oficial desde la visita de febrero pasado.
Según las estimaciones, cada año decenas de cazadores extranjeros pagan entre 50 mil y 60 mil dólares (1.2 millones de pesos) para entrar al territorio que protege la Guardia Territorial Seri y cazar al borrego cimarrón. Aunque esto implicaría ganancias millonarias a la comunidad, estimadas en 700 mil dólares anuales, estos pueblos aún enfrentan rezago y miseria. En contraste, se estima que sólo quedan 3 mil 762 individuos de esta especie en Sonora.
En la exposición de la propuesta del Plan de Justicia para el Pueblo Seri, sus representantes expresaron las principales demandas, entre las que destacaron la necesidad de ampliar la electrificación en su territorio, mejorar las condiciones de los caminos que se encuentran en condiciones deplorables, la “educación en el territorio tiene carencias porque está alejada de la cultura seri” y la atención médica no es de calidad.
La respuesta presidencial apeló a la explicación del saldo de sus políticas sociales sobre la premisa de que la prioridad es atender a los de abajo y, a partir de eso, ir subiendo hacia arriba, que reciben también apoyos, aunque de manera indirecta. “Imagínese lo que significó que nuestro gobierno haya convencido al presidente Donald Trump de que se continuara el Tratado de Libre Comercio. Llevó trabajo, tiempo y afortunadamente se logró que continuara”.
A partir de eso, México se consolidó como un destino atractivo para el capital extranjero, “está creciendo la inversión que viene de otras partes del mundo y eso significa empleos, significa bienestar. ¿Y quiénes se ayudan? Pues profesionales mexicanos que trabajan en estas empresas. Se ayudan también los de arriba”.
Fue una breve disgresión antes de retomar el tema indígena. Como a los otros pueblos originarios de Sonora, les ofreció regresar en tres meses. Para entonces, dijo, debe estar echado a andar el cumplimiento de algunas demandas: ampliar la electrificación con la intervención de la Comisión Federal de Electricidad y reparar la terracería entre los poblados de Desemboque y Punta Chueca.
También comprometió garantizar el suministro del agua, aunque explicó que con una planta desaladora se podrían resolver algunos usos, pero no sería para beber, por lo que deberán explorar otras opciones. “Hay que ver con los rancheros, ellos pueden ayudar y nosotros hacer los pozos”.
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