Una impresionante marea humana estimada en más de 250 mil personas se dio cita este sábado en el Vaticano para rendir homenaje final al papa Francisco durante su funeral.
Según datos proporcionados por el propio Vaticano, la Plaza de San Pedro y sus alrededores se vieron completamente desbordados por fieles que quisieron estar presentes en la despedida del pontífice argentino.
El acto fúnebre se extendió hasta poco después del mediodía (12:00 hora local, 10:00 GMT), en una ceremonia que reunió no solo a creyentes de todo el mundo, sino también a mandatarios y representantes de más de 140 países.
Aunque la plaza solo tiene capacidad para 40 mil personas, el público doliente se dispersó por las calles aledañas, especialmente a lo largo de la imponente Vía de la Conciliación, símbolo del acceso espiritual al corazón del catolicismo.
Te Puede Interesar: Fallece el Papa Francisco a los 88 años
Durante la homilía, el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio y encargado de presidir la liturgia, evocó la figura de Francisco como un líder pastoral incansable, profundamente comprometido con la justicia social, la paz y la inclusión. Lo definió como “un papa entre la gente”, y destacó su sensibilidad hacia los más desfavorecidos.
“Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones”, recordó Re, “el papa Francisco no ha cesado de alzar su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar posibles soluciones”.
En su alocución, el cardenal compartió una de las expresiones más reiteradas por el pontífice en temas de conflicto: “Porque la guerra es sólo muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor que antes, para todos es siempre una derrota dolorosa y trágica”.
Al repasar su pontificado, Battista Re puso énfasis en el contacto directo que Francisco mantenía con las personas. “Estableció contacto directo con la gente, deseoso de estar ahí para todos, con una marcada atención a quienes tenían dificultades, dedicándose a pensar en todo, hasta en los últimos habitantes de la Tierra y en los marginados. Fue un papa entre el pueblo, con un corazón abierto a todos”, expresó.
También evocó una de las frases más emblemáticas de su liderazgo, dicha durante un encuentro con el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump: “Construir puentes y no muros”.
En un tono íntimo, el cardenal compartió la última imagen del papa que quedará grabada en la memoria colectiva: la del reciente Domingo de Resurrección, cuando, pese a su delicado estado de salud, decidió salir al balcón de la basílica de San Pedro para bendecir a los fieles. “A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el papa Francisco eligió seguir este camino de donación hasta el último día de su vida terrena”, subrayó.
El religioso también destacó además su estilo de comunicación: “su vocabulario característico y su lenguaje rico en imágenes y metáforas”, así como “su gran espontaneidad y un modo informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia”.
El carisma de cercanía del papa y su constante disposición a escuchar fueron también remarcados como claves de su liderazgo. “Su carisma de acogida y de escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad actual, ha tocado los corazones, buscando despertar energías morales y espirituales”, añadió.
Entre los muchos gestos simbólicos que marcaron su pontificado, el cardenal resaltó la importancia de su primer viaje apostólico a Lampedusa, “isla que es símbolo de la tragedia de la emigración con miles de personas ahogándose en el mar”, así como su presencia en Lesbos, en Grecia, y la histórica misa celebrada en la frontera entre México y Estados Unidos.
En total, Francisco realizó 47 viajes apostólicos. El hombre de fe mencionó como especialmente significativo el realizado a Irak en 2021, que “fue un bálsamo para las heridas abiertas de la población iraquí, que tanto había sufrido la obra inhumana del Estado Islámico”, y recordó también uno de los últimos, en 2024, a cuatro países de Asia-Oceanía, donde llevó su mensaje “a la periferia más periférica del mundo”.
En el cierre de la abarrotada ceremonia luctuosa, el cardenal Battista Re evocó una de las frases más personales con las que el papa solía concluir sus discursos: “No se olviden de rezar por mí”.
Con voz conmovida, se dirigió finalmente al pontífice con estas palabras: “Querido papa Francisco, ahora te pedimos que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como lo hiciste el domingo pasado desde el balcón de esta basílica en un abrazo final con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y tiene en alto la antorcha de la esperanza”.
Con Información de Agencias
