Antonio del Conde, El Cuate, el mexico-estadounidense que se encargó en 1956 de la compra del yate Granma y de participar en los preparativos de la expedición coordinada en México por Fidel Castro para liberar a la isla de la dictadura de Fulgencio Batista, falleció a los 97 años el pasado 28 de marzo, informaron ayer, sin revelar las causas, sus familiares y amigos, citados por la agencia noticiosa Prensa Latina.
El diario oficial cubano Granma detalló que el deceso de Del Conde, quien en su libro Memorias del dueño del yate Granma narró la estancia de Castro en México entre 1955-1956, tiempo durante el cual preparó la invasión armada a Cuba, se dio “luego de estar internado en un hogar de ancianos en el municipio de Tecate, en Baja California”.
“La noticia se divulgó ayer, quizá porque su muerte no es creíble, y hoy lo sabemos en la inmortalidad como a los grandes hombres”, señaló el diario. El pasado 5 de enero cumplió 97 años.
“Desde Cuba agradecida, lamentamos el deceso en México del legendario Antonio del Conde, a quien Fidel nombró (El) Cuate, cuando se convirtió en colaborador fundamental de los futuros expedicionarios del Granma, el yate de su propiedad que entró navegando en nuestra historia”, lamentó el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en su cuenta de Twitter.
Su canciller, Bruno Rodríguez, expresó en redes sociales: “Con profunda tristeza conocimos del fallecimiento de Antonio del Conde El Cuate. Su apoyo fue vital para que el yate Granma surcara la historia de Cuba. Lo recordaremos siempre, en especial por su lealtad y amistad con Fidel”.
El embajador de Cuba en México, Mario Rodríguez Costa, lamentó el fallecimiento de Del Conde, a quien describió como un “referente de la hermandad entre ambos países. Su apoyo incondicional a Fidel, a los expedicionarios del Granma, labor por la Revolución y amor por nuestro país, lo hacen referente de hermandad entre Cuba y México”, expresó.
Fue El Cuate quien compró y reparó el yate Granma (abuelita) que entregó a Fidel para que, con sus 82 expedicionarios, entre los que destacan Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Ernesto Ché Guevara y Ramiro Valdés, tomara rumbo a Cuba para iniciar en la Sierra Maestra la guerra contra la dictadura de Batista, el 2 de diciembre de 1956.
Estando Castro en el exilio mexicano, escribió en 1955 los manifiestos donde afirmó la consigna: “En el año de 1956 seremos libres o seremos mártires”. Fue así como llegó al puerto veracruzano de Tuxpan, y por medio de Antonio Del Conde se compró el yate y la casa donde estaba anclada la histórica embarcación, la cual hoy se conserva en el Museo de la Revolución en la ciudad de La Habana.
“El yate era propiedad de Robert Erickson, estadounidense que residía en la Ciudad de México, que con anterioridad descubrió encallado y abandonado en una margen del río, tenía hasta la quilla rota”, relató Del Conde, citado por Telesur. “Averigüé quién era el dueño, lo compré a buen precio y ya lo estaba reparando para viajes que yo hacía. Quise aprovechar esa ocasión que fui con Fidel para ver cómo iban los trabajos”, agregó.
Fue así como finalmente aquel 25 de noviembre de 1956 a las 1:30 horas de aquella madrugada zarpó el Granma, desde el poblado de Santiago de la Peña, donde se ubica una destacada vía fluvial donde desemboca el río Tuxpan con aquellos 82 combatientes del Movimiento 26 de Julio comandados por el joven exiliado en México Fidel Castro Ruz, que cambiarían el curso de la historia de Cuba y de nuestra América.
Con información de Arturo Sánchez para La Jornada
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