“No aspiro a tener el monopolio de la verdad absoluta. Nuestros adversarios siempre recibirán respeto sin límites, ni represión, ni censura. Los tiempos han cambiado”, adujo hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para celebrar su triunfo electoral en 2018, el mandatario organizó un acto -acompañado de sus colaboradores del gabinete ampliado, y el legal- en Palacio Nacional. Ponderó que aún con pandemia se celebraron los comicios más competidos de la historia, consolidando el régimen democrático que, dijo, prevalece en el país.
“No se celebraron elecciones de Estado. No hubo masacres, no se desató la violencia contra ciudadanos inocentes para infundir miedo. La participación ciudadana para la elección intermedia no estuvo mal, votó el 52 por ciento”.
El presidente, que fue objeto de aplausos en cuatro ocasiones, de parte de sus funcionarios, insistió en que hace un mes “no se registró ninguna manifestación significativa en las calles o plazas de la república, se han garantizado libertades plenas, sin la represión política, mediática o policiaca de otros tiempos”.
Y así abrió un espacio para ponerse frente a sus opositores. “En cuanto a los resultados, considero necesario analizar el hecho de que, a causa de la transformación que estamos aplicando, se terminó de integrar un bloque conservador abiertamente opuesto al gobierno que represento y a las políticas públicas que llevamos a la práctica.
“En primer término, señalo que este grupo reaccionario siempre será respetado y tendrá libertad para ejercer su derecho a disentir. Son adversarios, no enemigos. No los tratamos como ellos lo hicieron cuando nosotros estábamos en la oposición, no los vemos como enemigos a destruir sino como adversarios a vencer. Sencillamente, defendemos y representamos proyectos de nación distintos y contrapuestos”.
Refirió que en ese bloque se unieron de manera legítima empresarios, dueños de medios de información, periodistas e intelectuales de derecha, líderes partidistas, dirigentes de la llamada sociedad civil y políticos del antiguo régimen, entre otros, para enfrentar “el proyecto de transformación que estamos aplicando para acabar con la corrupción y la desigualdad”.
“Como era de esperarse, nuestros adversarios enfocaron sus baterías básicamente a impedir que obtuviéramos la mayoría en la Cámara de Diputados, cuya facultad exclusiva es la de aprobar el presupuesto; hicieron todo, recurrieron hasta a la guerra sucia, pero afortunadamente no lograron su propósito”.
Y subrayó que la alianza “Juntos hacemos historia” -que le acompañó en la elección presidencial y ahora se mantuvo-, “que defiende nuestro proyecto de transformación, triunfó en 186 de los 300 distritos en disputa, en tanto que el bloque conservador obtuvo 107 y el partido Movimiento Ciudadano, siete; si a ello se suma el reparto de plurinominales, la bancada a nuestro favor tendrá una cómoda mayoría”.
Y por tanto, “en otras palabras, ya se cuenta con la seguridad de que será aprobado el presupuesto destinado al desarrollo del país y al bienestar del pueblo; se les ganó en buena lid, porque el pueblo es sabio. No podrán detener las ayudas destinadas a los pobres; no podrán desaparecer como lo querían, la pensión a los adultos mayores, a las niñas y niños con discapacidad, las becas para estudiantes de familias pobres, ni la atención médica y los medicamentos gratuitos.
“Tampoco podrán frenar el programa Sembrando Vida ni el de Jóvenes Construyendo el Futuro, ni el aeropuerto Felipe Ángeles, ni el Tren Maya ni el Banco del Bienestar ni el Internet para Todos ni el proyecto del Istmo de Tehuantepec ni nada, nada, que vaya destinado a los pobres a los que aborrecen porque, con honrosas excepciones, los conservadores son clasistas, racistas e hipócritas, como bien dijo en una de las pocas veces que trató el tema, el presidente Juárez”.
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