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“No veo problemas graves en el país”, de cara a las elecciones

“No veo problemas graves en el país”, de cara a las elecciones
“No veo problemas graves en el país”, de cara a las elecciones

El presidente Andrés Manuel López Obrador expresó este vienes que está optimista porque en la recta final de su gobierno y a cuatro meses de las elecciones presidenciales del 2 de junio no observa problemas graves para el país, como una crisis financiera, asesinatos políticos, un narco-estado o alguna intervención extranjera.

“No veo, por ejemplo, una crisis económica, financiera, como la que se padeció al final del gobierno de Salinas y a la entrada del de Zedillo. No veo tampoco el que vayan a haber asesinatos políticos -toco madera- y no veo que se vuelva a la época en que dominaban los de la delincuencia organizada, no veo hacia adelante un narcoestado y no veo tampoco una amenaza de sometimiento, de intervención de ningún gobierno extranjero”, opinó el mandatario en su habitual rueda de prensa en Palacio Nacional.

Cuestionado por el gran periodista Miguel Reyes Razo sobre cuál será su posición si, ya fuera del poder, observa un eventual desvío en la ruta del movimiento de transformación que ha encabezado.

“Mejor cambia de tema”, respondió entre risas López Obrador al decano reportero que le hizo la pregunta. Luego afirmó en tono serio:

“No deseo que eso suceda, no pienso que vaya a haber problemas en el futuro, va a ser muy bueno el porvenir para México, para su pueblo, estoy convencido de eso, muy consciente. Desde luego se van a seguir enfrentando problemas, pero nada grave”.

Tras subrayar que se siente optimista, López Obrador, aseguró que ve un país “que va a seguir progresando, con su pueblo trabajador, excepcional, utilizando racionalmente sus recursos naturales, exaltando cada vez más, porque esa es la grandeza de México, sus culturas, México es una potencia cultural en el mundo”.

El jefe del Ejecutivo aprovechó para expresar su agradecimiento a sus opositores porque, afirmó, se han portado muy bien, pues aseguró que no sólo no han optado por la violencia como vía para buscar regresar al poder, sino porque dijo que no han hecho una “guerra sucia” como las que armaron en contra suya cuando fue candidato presidencial en 2006 y en 2012.

“Tengo que agradecerle a los dos grupos, facciones, tanto a los que se sienten afectados porque ya no tienen el privilegio de robar, como a los conservadores auténticos, les tengo que agradecer que se han portado muy bien y no han optado por la violencia”, dijo.

Acotó que “se ve a leguas” que los medios de comunicación y sus dueños “sí tienen preferencia, y dicen que no”, pues aseguró que tras revisar la cobertura mediática de las precampañas a partir de estudios encargados por el Instituto Nacional Electoral (INE), constató que no esta no fue equitativa.

Pero dijo que “ya no hay la guerra sucia que nosotros padecimos, la campaña que me recetaron cuando fui candidato en el 2006 y en el 2012, “peligro para México” día y noche. Esa sí fue una guerra sucia. Ahora no, no hay equidad, estoy hablando de las campañas, con relación al gobierno, ni hablar, todos son ataques con excepciones honrosas”.

Aunque en México la atención política se ha enfocado principalmente en la elección presidencial, lo que está en juego en el país abarca la renovación de nueve gubernaturas, el Congreso de la Unión, presidencias municipales, síndicos y regidores, así como al menos 1098 diputaciones locales.

Las elecciones de diputados locales, además de la renovación del Congreso de la Unión, tienen una importancia trascendental para el “Plan C” del Presidente Andrés Manuel López Obrador, el cual consiste en tener las mayorías necesarias para impulsar en el último mes de su Gobierno reformas constitucionales.

Y es que, a nivel estatal, lograr mayorías en los congresos locales de las 32 entidades federativas es crucial, ya que la modificación de la Constitución requiere el respaldo no solo del Legislativo federal, sino también de al menos 17 de las legislaturas estatales.

El artículo 135 constitucional establece un proceso mixto que requiere de la mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión, es decir el voto de las dos terceras partes de los legisladores y la aprobación de al menos 17 de las 32 legislaturas estatales.

Este último requisito coloca el foco directamente en las elecciones locales, ya que la composición de los congresos estatales será clave para el éxito o fracaso del “Plan C”.

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